Barcelona, capital euromediterr¨¢nea
Para estrechar lazos entre las dos riberas, hay que pasar de las palabras a los proyectos concretos. Por eficacia, coherencia pol¨ªtica y valor simb¨®lico, la capital catalana debe albergar la secretar¨ªa del proceso EuroMed
La crisis econ¨®mica y financiera mundial tiene ya efectos devastadores en las sociedades desarrolladas (crisis del sistema bancario, recesi¨®n, desempleo...), y sus consecuencias ser¨¢n m¨¢s duras todav¨ªa en los pa¨ªses africanos y mediterr¨¢neos del sur. El 13 de julio de 2008, al mismo tiempo que la recesi¨®n norteamericana se dejaba sentir sobre el resto del mundo, se anunciaba en Par¨ªs, coincidiendo con el inicio de la Presidencia francesa de la UE, el nacimiento oficial del Proceso de Barcelona: Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo. Dicho proyecto era el resultado de la voluntad, en principio francesa, pero m¨¢s tarde asumida de manera conjunta por la UE, de inyectar un nuevo y vigoroso impulso al proceso iniciado en Barcelona en 1995.
Barcelona es el presente y futuro del Mediterr¨¢neo, una ciudad mestiza y que se acepta como tal
El Gobierno espa?ol y las autoridades catalanas deben reforzar la candidatura con un plan
M¨¢s all¨¢ del debate pol¨ªtico y diplom¨¢tico que suscit¨® en un principio su significado, la iniciativa francesa era necesaria por varias razones. En primer lugar, implicaba una toma de conciencia de la ralentizaci¨®n y el estancamiento del proyecto estrat¨¦gico de Barcelona. ?ste pretend¨ªa no solamente crear las condiciones para la puesta en marcha de una zona de libre comercio entre las dos riberas del Mediterr¨¢neo en el 2010, sino tambi¨¦n desarrollar una cooperaci¨®n estructural en los campos de la seguridad y de la paz, as¨ª como, last but not least, favorecer de manera significativa las relaciones entre las sociedades civiles de ambas riberas. La iniciativa francesa respond¨ªa tambi¨¦n a la preocupaci¨®n de que el Mediterr¨¢neo pasara a un segundo plano, en un momento en el que la UE se enfrentaba a los desaf¨ªos que conlleva su ampliaci¨®n hacia el este. M¨¢s a¨²n, Francia -al igual que Espa?a e Italia- era consciente de que hab¨ªa llegado el momento de pasar a una fase superior en las relaciones euromediterr¨¢neas, despu¨¦s de la creaci¨®n de un espacio com¨²n de intercambios y de la conclusi¨®n de acuerdos de asociaci¨®n con todos los pa¨ªses de la regi¨®n de la ribera sur (salvo Libia y Siria).
La iniciativa francesa, sin duda debido a la confusi¨®n que gener¨® c¨®mo fue lanzada, fue recibida de varias maneras: con reticencia por ciertos pa¨ªses, con perplejidad por Bruselas, pero tambi¨¦n con clarividencia y cr¨ªticas positivas por algunos socios como Espa?a e Italia y algunos pa¨ªses ¨¢rabes. En cualquier caso, ya est¨¢ en la agenda pol¨ªtica europea como una continuaci¨®n del Proceso de Barcelona. Todos los pa¨ªses europeos y mediterr¨¢neos del sur han afirmado su voluntad de reorientar dicho proceso y profundizarlo.
?Reorientar y profundizar! No es todav¨ªa posible definir de manera precisa el contenido exacto de estas palabras. Las propuestas avanzadas por la presidencia francesa est¨¢n en fase de elaboraci¨®n. Pero una cosa est¨¢ clara: se seguir¨¢ trabajando dentro del marco estrat¨¦gico establecido por el acuerdo de 1995.
Todos los participantes en la reuni¨®n de Par¨ªs se felicitaron por la excelencia del trabajo realizado desde 1995 por la ciudad de Barcelona. Efectivamente, esa ciudad se ha volcado en el proyecto y se ha convertido en un centro ineludible de las relaciones mediterr¨¢neas. Y ahora, despu¨¦s de que la copresidencia del Proceso de Barcelona: Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo haya reca¨ªdo en los presidentes Nicolas Sarkozy y Hosni Mubarak, Barcelona presenta su candidatura para acoger la secretar¨ªa del nuevo proceso. No est¨¢ de m¨¢s insistir en el significado de esta candidatura.
?Por qu¨¦ debe Barcelona, en nuestra opini¨®n, acoger esta instituci¨®n? Por muchas razones, que se pueden resumir en tres: eficacia, coherencia pol¨ªtica de la UE, simbolismo.
Para empezar, eficacia: no insistiremos nunca lo suficiente en la oferta material que supone la candidatura de Barcelona. Infraestructuras ya existentes, disponibilidad del magn¨ªfico Palacio de Pedralbes, asunci¨®n de los gastos de instalaci¨®n y mantenimiento por las autoridades locales, capacidad comercial y econ¨®mica en el campo de las relaciones entre las dos riberas, experiencia en los contactos euro-¨¢rabes, banco de datos para las redes de cooperaci¨®n en el Mediterr¨¢neo, etc. Es dif¨ªcil encontrar, en el Mediterr¨¢neo, un lugar dotado de tantos atributos a la vez.
En segundo lugar, por coherencia pol¨ªtica de la UE. Todas las candidaturas son, desde luego, leg¨ªtimas. Pero no se puede obviar que hablamos de una opci¨®n estrat¨¦gica: si de lo que se trata es de profundizar en los Acuerdos de 1995 (y no hay otra aproximaci¨®n posible dado que la UE se ha decantado claramente por esta v¨ªa), es preciso valerse de la experiencia hist¨®rica que posee Barcelona para liderar tal reorientaci¨®n. Su amplia experiencia euromediterr¨¢nea le permite entrever algunos de los obst¨¢culos que aparecer¨¢n en el futuro. As¨ª que, como sede de la secretar¨ªa, la elecci¨®n de Barcelona se presenta como un asunto de coherencia estrat¨¦gica, puesto que implica la continuidad del proyecto de 1995 y su renovaci¨®n al mismo tiempo.
Ahora bien, tanto el Gobierno espa?ol como las autoridades catalanas deber¨¢n demostrar que no quieren la secretar¨ªa por el mero hecho de tenerla. Y trabajando en el marco conceptual de 1995, deber¨¢n aportar un plus. Barcelona puede ayudar a reorientar el contenido de los acuerdos de 1995 teniendo en cuenta, entre otros, los siguientes retos: 1) rechazar la marginalizaci¨®n del sur a la hora de ampliar hacia el este: es necesario multiplicar las relaciones institucionales (hermanamientos, cooperaci¨®n descentralizada, etc.); 2) crear un cuadro de reflexi¨®n y de propuestas para una gran pol¨ªtica de cooperaci¨®n econ¨®mica entre las dos riberas, particularmente en los sectores industriales y de las peque?as y medianas empresas; 3) ayudar a cambiar la mirada europea sobre las migraciones destacando el aspecto positivo de las mismas. Es preciso abogar por una gran pol¨ªtica de codesarrollo ligada a las migraciones, especialmente mediante proyectos de inversi¨®n en las regiones con un fuerte potencial migratorio en los pa¨ªses del sur para estabilizar all¨ª las poblaciones. Para ello, es necesario potenciar la reflexi¨®n sobre la movilidad de las personas entre las dos riberas, proponer estrategias flexibles de control de las fronteras y de gesti¨®n ordenada de los flujos migratorios (somos conscientes de que este punto es una demanda constante de los Gobiernos de los pa¨ªses del sur); 4) contribuir, finalmente, a acercar a las sociedades civiles: este reto, que es la asignatura pendiente de 1995, debe ser afrontado de manera imperativa. Es que no todo puede reducirse a la organizaci¨®n de reuniones rituales entre los actores socioculturales de las dos riberas. El encuentro de las sociedades civiles no puede limitarse a la organizaci¨®n de coloquios -que por muy interesantes que sean, tambi¨¦n son f¨¢cilmente olvidables. Hace falta, sobre todo, favorecer proyectos comunes entre las poblaciones de los dos lados mediterr¨¢neos para conocerse mejor y afrontar conjuntamente los desaf¨ªos del futuro (intercambios de estudiantes, interuniversitarios, formaciones culturales, intercambios entre las Administraciones, voluntariados para el desarrollo, etc.). Tambi¨¦n la secretar¨ªa podr¨¢ beneficiarse de apoyos importantes por parte de las comunidades ya involucradas en el proyecto mediterr¨¢neo: Junta de Andaluc¨ªa, Comunidad Valenciana...
?Hay tantas cosas que se pueden hacer para acercar conciencias y enriquecer las mentes! Es aqu¨ª donde se encuentra el punto neur¨¢lgico de la batalla contra todos aquellos que pretenden alejar y oponer, en nombre de un eurocentrismo dominador o de un integrismo fan¨¢tico, a los pueblos del Mediterr¨¢neo.
Finalmente, valor simb¨®lico: m¨¢s all¨¢ de su vinculaci¨®n con el proceso inaugurado en 1995, Barcelona encarna tambi¨¦n, por la presencia de una fuerte poblaci¨®n inmigrante ¨¢rabo-musulmana, la viva imagen de las grandes ciudades mediterr¨¢neas de hoy d¨ªa. Al igual que Marsella o N¨¢poles, es una ciudad profundamente mestiza y que se acepta como tal. Simboliza una cultura de intercambios que permite a mujeres y hombres venidos de todas las partes del mundo asociarse, vivir juntos, mezclarse y tejer as¨ª esa uni¨®n de mediterr¨¢neos con la cual han so?ado desde siempre los mejores esp¨ªritus.
Eficacia, coherencia estrat¨¦gica, simbolismo humano y cultural. He aqu¨ª las razones a favor de que la secretar¨ªa de la pol¨ªtica mediterr¨¢nea se ubique en Barcelona. Y, por encima todo, no debemos perder de vista el objetivo final de todo el proceso: crear un espacio mediterr¨¢neo de paz y solidaridad.
Sami Na?r es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas.
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