"El uroburos vasco
En una partida de ajedrez la repetici¨®n de jugadas provoca el fin de aquella con el resultado de tablas. Ocurre, sin embargo, que en la vida pol¨ªtica ese desenlace resulta imposible porque la historia sigue y los sujetos del proceso pol¨ªtico han de seguir actuando, si bien una din¨¢mica como la inicialmente apuntada puede desembocar en un c¨ªrculo vicioso, o si queremos una representaci¨®n ic¨®nica, en la imagen de la serpiente que se muerde la cola, el uroburos de los alquimistas.
El empecinamiento con que el lehendakari Ibarretxe presenta uno tras otro sus proyectos irrealizables ha provocado una situaci¨®n de ese car¨¢cter. Lo ¨²nico claro es que del marco legal al que debe su presidencia s¨®lo le preocupa la legitimidad de su propio poder, no sinti¨¦ndose afectado por limitaciones normativas de ning¨²n tipo, y menos que nada por el orden constitucional. ?l encarna por decisi¨®n propia la voluntad del pueblo vasco, aun cuando para hacer avanzar sus propuestas dependa de los votos parlamentarios sometidos a ETA, y de verse rechazado, como le viene sucediendo, por imperativo de ese marco legal, es la democracia lo que a su juicio resulta negada en Euskadi, por lo cual se siente autorizado a reemprender el camino para estrellarse una vez m¨¢s en el mismo muro. Se trata de una situaci¨®n ins¨®lita en la historia de las democracias. Un gobernante pretende dinamitar el ordenamiento que le hace tal y al no conseguirlo proclama que su acci¨®n subversiva es la aut¨¦nticamente democr¨¢tica y que quienes defienden la democracia la suprimen para Euskadi. Para adornar la faena, no duda en plantear iniciativas pintorescas como el recurso a instancias europeas por la supuesta negaci¨®n de la libertad de expresi¨®n para los vascos, cuando justo esta no existe en buena parte de Euskadi por la tolerancia del Gobierno vasco hacia las formas de intimidaci¨®n del nacionalismo radical.
Eguiguren piensa que el problema pol¨ªtico vasco no tiene soluci¨®n; s¨®lo cabe "un arreglo
Lo l¨®gico ser¨ªa esperar que tal personaje, obcecado por su mesianismo y dispuesto a reincidir en errores que s¨®lo favorecen al terror, hubiera sido ya arrojado al basurero de la historia, por usar la f¨®rmula de Trotski. Cuenta sin embargo con dos bazas para sobrevivir: una es el mantenimiento de su popularidad entre los nacionalistas; otra el p¨¢nico del PNV a revivir el trauma que llev¨® a la escisi¨®n de los a?os 80. Y como Ibarretxe es de pi?¨®n fijo, el tradicional predominio del l¨ªder del partido se convierte en subordinaci¨®n para evitar que se rompa la baraja. As¨ª sucedi¨® con Imaz, que arroj¨® la toalla, y sigue sucediendo con Urkullu. S¨®lo un descalabro electoral el pr¨®ximo a?o cambiar¨ªa las tornas.
El problema para Ibarretxe reside en que su as en la manga para que la sociedad vasca se vea atra¨ªda por su autodeterminaci¨®n a toda costa consiste en una recuperaci¨®n del terrorismo de ETA. A fin de cuentas, el lehendakari, EA y ETA buscan por distintos medios un punto de llegada similar. Con un regreso de la muerte, Ibarretxe est¨¢ en condiciones de proclamar que s¨®lo mediante su consulta puede ser normalizada la vida social vasca. Sin ETA en escena, carece de sentido insistir en la urgencia de la ruptura y el PNV puede pagarlo caro en las pr¨®ximas elecciones, como lo pag¨® en las anteriores.
A 10 a?os del pacto de Lizarra, el fin de la estrategia de la tensi¨®n supone un objetivo que el PSE est¨¢ en condiciones de capitalizar, sobre la base de que es el ¨²nico partido en condiciones de sustituir la bipolaridad vigente por un Gobierno transversal que recupere la transversalidad de los a?os 80. Con Ibarretxe derrotado, claro y el PSOE en cabeza, como ocurriera en 1986. Iniciativas como el manifiesto "Euskera en libertad" responden a ese prop¨®sito.
El obst¨¢culo, no obstante, sigue encontr¨¢ndose en el interior de la propia organizaci¨®n socialista vasca. Si Ibarretxe es un empecinado, no lo es menos Eguiguren, el presidente del PSE, inasequible al desaliento en su propuesta de otorgar prioridad a la negociaci¨®n y al acuerdo intravasco como premisa para lo que ¨¦l llama "arreglo", seg¨²n el t¨ªtulo de su libro ahora reeditado, y que a la vista de lo ocurrido en la ¨²ltima tregua hasta el fracaso de Loyola es m¨¢s bien una chapuza que sirve para conceder una y otra vez la ventaja estrat¨¦gica al nacionalismo.
Eguiguren piensa que el problema pol¨ªtico vasco no tiene soluci¨®n; s¨®lo cabe "un arreglo", lo cual ya sit¨²a la posible salida al margen del marco constitucional, la gran aspiraci¨®n de Ibarretxe y de EA. Primero tendr¨ªa lugar un acuerdo pol¨ªtico para la superaci¨®n del vigente Estatuto entre los partidos vascos, una especie de Lizarra transversal, que luego Madrid deber¨ªa reconocer. Seguir¨ªamos sin abandonar el c¨ªrculo.
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