?De qu¨¦ se r¨ªen los europeos?
Algo hubo al principio de Schadenfreude, esa abyecta alegr¨ªa por la desgracia ajena. Pero lo de ahora va todav¨ªa m¨¢s lejos. No cabemos en nuestras camisas de satisfacci¨®n por habernos conocido. Se nos escapa la risa por la nariz. ?Toma superpotencia! Europa, al tim¨®n. El capitalismo al planchista, para que le quiten las abolladuras. Vuelve la socialdemocracia, el Estado intervencionista y la econom¨ªa social de mercado. Vamos a proteger la industria europea. A rescatar nuestras finanzas de este desastre provocado por la avaricia de Wall Street. Vamos a hacer pol¨ªticas de relanzamiento con inversi¨®n p¨²blica, como en los viejos y buenos tiempos. El orden econ¨®mico mundial ser¨¢ refundado. Y todo bajo la batuta de ese nervio de presidente de Europa que es Nicolas Sarkozy, al fin el hombre adecuado en el momento adecuado.
Las f¨®rmulas empleadas para buscar una soluci¨®n no pod¨ªan ser m¨¢s ajenas a la construcci¨®n europea
El hiperpresidente ha visto el escenario vac¨ªo. Nadie hace caso al primer actor pronto despose¨ªdo y sobradamente derrotado y todav¨ªa no se conoce el nombre de qui¨¦n va a sustituirle. Mientras se produce el relevo hay tiempo para hacerse con el primer papel a cuenta de la presidencia de turno de la Uni¨®n Europea. A principios de a?o nos advirti¨® de que para el final del semestre franc¨¦s, ahora en diciembre, quer¨ªa que Europa contara con "una pol¨ªtica de inmigraci¨®n, una pol¨ªtica de defensa, una pol¨ªtica de la energ¨ªa y una pol¨ªtica de medio ambiente". Ahora se conforma con reformar el capitalismo, ah¨ª es nada.
Y realmente no se entiende muy bien cu¨¢les son los motivos para lanzar las campanas al vuelo ni para esas risas hist¨¦ricas. A la presidencia francesa de la UE le patin¨® el embrague s¨®lo empezar la crisis: convoc¨® una in¨²til minicumbre dentro de la modalidad G-8, con los miembros europeos de la formaci¨®n mundial. Consigui¨® enfrentarse con Alemania al lanzar sin previo aviso la idea de un fondo europeo de rescate a imitaci¨®n de Bush y Paulson. Tampoco debiera haber motivos de alegr¨ªa al otro lado del Rin: la reacci¨®n del Gobierno alem¨¢n fue torpe de reflejos y ciega ante lo que les ven¨ªa encima. Sus bancos y cajas de ahorro est¨¢n perfectamente afectadas por la infecci¨®n, como lo est¨¢n otros bancos brit¨¢nicos y continentales. Y los celos y recelos provocados por el grosero activismo franc¨¦s han sido como un gas paralizante.
A la hora de buscar una soluci¨®n, las f¨®rmulas y los m¨¦todos no pod¨ªan ser m¨¢s ajenos a la construcci¨®n europea. La decisi¨®n milagrosa que nos salv¨® del naufragio fue tomada por el eurogrupo, los 15 pa¨ªses del euro, aconsejados por la sabia prudencia de Gordon Brown, el premier desahuciado que impuso toda su experiencia de ap¨®stol del capitalismo a la americana para salir al rescate mediante planes de cada pa¨ªs para salvar lo suyo: ¨¦sa es la solidaridad europea. El ¨¦xito de las inyecciones de dinero, seminacionalizaciones y avales es de tal envergadura que ya pedimos lo mismo para la industria del autom¨®vil o el sector de la construcci¨®n. Sarkozy va m¨¢s lejos y pide fondos soberanos europeos para salvarlo todo de la invasi¨®n de capital extranjero. ?Y pensar que hubo quien le acus¨® de liberal en la campa?a electoral!
Esos fondos que imagina Sarkozy son una vieja invenci¨®n francesa, la realiz¨® Colbert con Luis XIV y no han dejado de funcionar desde entonces, con monarqu¨ªa y con Rep¨²blica, derecha e izquierda, De Gaulle y Mitterrand. El percance colosal que est¨¢ sufriendo la econom¨ªa globalizada ha venido de perlas al deteriorado y obsoleto modelo franc¨¦s. Francia atraves¨® la etapa de globalizaci¨®n y liberalizaci¨®n sin destruir el n¨²cleo duro de su Estado patr¨®n, esa Francia sociedad an¨®nima de la que el inquilino del El¨ªseo es presidente del consejo de cara adentro y jefe de ventas internacional. Energ¨ªa, transportes, radiotelevisi¨®n, todo lo que tiene un valor supuestamente estrat¨¦gico, permanece en manos del Estado mientras todo el mundo y sobre todo los pa¨ªses vecinos segu¨ªan privatizando. Ahora Francia encuentra la ocasi¨®n para legitimar su v¨ªa especial y convertir lo que era un agravio y una ventaja desleal en la f¨®rmula m¨¢gica a ofrecer a todos. ?Y a eso se le llama un ¨¦xito de Europa?
El mercado ¨²nico con su libre circulaci¨®n de capitales y servicios, o los criterios de Maastricht que limitan la deuda y el d¨¦ficit han pasado de la categor¨ªa de dogmas a la de vagas referencias que exigen flexibilidad e interpretaci¨®n. La Comisi¨®n Europea, el Consejo Europeo, los 27, el Tratado a¨²n por aprobar y el a¨²n vigente, los m¨¦todos comunes, ya no ocupan las mentes de los europeos, enfrascados en una nueva arquitectura intergubernamental, en la que la pertenencia al G-8 es el patrono organizativo. Sarkozy ya ha insinuado, en este camino, que merece seguir siendo el presidente de Europa m¨¢s all¨¢ de enero de 2009, cuando es el turno de Praga, o si no es posible, como m¨ªnimo del eurogrupo, a falta de soluciones institucionales mejores.
Pero aqu¨ª en Espa?a las risas van a cuenta de si Zapatero tiene invitaci¨®n para el baile en el que se va a reformar el capitalismo. Adem¨¢s de europeos, nosotros somos un caso aparte.
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