No estamos para bobadas
Como las aves que en un lado ponen los huevos y en otro cantan, el nacionalismo vasco gobernante, que acaba de respaldar los Presupuestos Generales del Estado, se manifestar¨¢ ma?ana en defensa del derecho a decidir. Ma?ana: el 25 de octubre, aniversario del Estatuto de Gernika y tambi¨¦n fecha prevista para el refer¨¦ndum soberanista de Ibarretxe si el Tribunal Constitucional no lo hubiera anulado.
Contra esa prohibici¨®n se plante¨® primero un recurso del lehendakari ante Estrasburgo, luego una cadena humana de Vitoria a Gernika. Finalmente, se limitar¨¢ a concentraciones en diversas localidades bajo el herm¨¦tico lema "la palabra es la palabra". La crisis econ¨®mica no es ajena a esa desescalada. El diputado Erkoreka reconoc¨ªa hace dos d¨ªas que uno de los motivos de su apoyo a los presupuestos hab¨ªa sido la "presi¨®n del mundo empresarial y econ¨®mico". Por su parte, el senador Anasagasti contaba en su blog su encuentro en Barajas con un empresario vasco que le recomend¨® dejar de lado el derecho a decidir "porque la gente est¨¢ muy preocupada por su empleo, por sus dep¨®sitos, por sus pensiones".
No est¨¢ el horno para bollos, podr¨ªa resumirse; o para bobadas: "El derecho de las naciones a la autodeterminaci¨®n parece un principio que podr¨ªa llevarse a la pr¨¢ctica y generar soluciones ¨²nicas y especialmente vinculantes en diversas situaciones concretas de conflicto, pero no es m¨¢s que una bobada".
Ernest Gellner es seguramente el m¨¢s conocido estudioso del nacionalismo de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Poco antes de su fallecimiento, en 1995, sintetiz¨® en una obra breve, Nacionalismo, sus conclusiones de muchos a?os dedicados al an¨¢lisis de esa ideolog¨ªa. Es en ese libro donde aparece la frase citada. Suena bien, parece una idea obvia, la autodeterminaci¨®n; pero no pasa de ser "una bobada" porque no resuelve ning¨²n problema que no pueda solucionarse por los procedimientos democr¨¢ticos ordinarios; mientras que su invocaci¨®n puede contribuir, y con frecuencia contribuye, a hacer irresolubles esos mismos problemas.
Entre otras cosas, dice Gellner, porque "los principios implicados en su aplicaci¨®n no se respetan entre s¨ª". ?Por qu¨¦ tiene ese derecho Euskadi y no lo tiene ?lava? ?Por qu¨¦ cinco referendos contrarios a la separaci¨®n son provisionales pero uno a favor ser¨ªa definitivo?
El derecho a decidir es un eufemismo. Su origen est¨¢ en sectores de la extrema izquierda antifranquista de los a?os setenta que ten¨ªan dificultades para compaginar su invocaci¨®n gen¨¦rica como derecho indiscutible con su opci¨®n por la "libre uni¨®n" a la hora de aplicarlo. Se recurri¨® al t¨¦rmino soberan¨ªa para distinguir el derecho como tal de su ejercicio.
Esta distinci¨®n fue adoptada a?os despu¨¦s por el mundo de ETA y Batasuna en el sentido de que, una vez reconocido el principio, s¨®lo se ejercer¨ªa tras un "proceso de normalizaci¨®n nacional vasca" (??igo Iruin, 1985); es decir, cuando hubiera garant¨ªas de que el resultado ser¨ªa favorable a la independencia. Es esta distinci¨®n la que asume Ibarretxe al incorporar a su propuesta la expresi¨®n "derecho a decidir". No se trata de propugnar la separaci¨®n inmediata, sino de convertir esa aspiraci¨®n en derecho reconocido. Lo que permite aglutinar bajo un programa soberanista a independentistas expl¨ªcitos, nacionalistas autonomistas e incluso a un sector de la izquierda filonacionalista (la IU de Madrazo).
Tras la muerte de Franco, casi toda la oposici¨®n de izquierda asumi¨® como programa propio la defensa de la autodeterminaci¨®n. Ello provoc¨® una radicalizaci¨®n de los nacionalistas para no verse desbordados en su propio terreno. Pero tras las primeras elecciones democr¨¢ticas, que evidenciaron la pluralidad de la sociedad, se comprendi¨® que la autonom¨ªa era una salida m¨¢s satisfactoria (capaz de satisfacer a m¨¢s personas) que un refer¨¦ndum que obligara a la gente a elegir entre dos opciones excluyentes entre s¨ª.
Recientemente, sin embargo, una nueva oleada de entusiasmo nacionalista de quienes negaban serlo ha vuelto a forzar a los verdaderos nacionalistas a extremar sus planteamientos. En el marco de un revisionismo, s¨®lo en parte generacional, de la Transici¨®n, se plantea que la no celebraci¨®n en su momento de un refer¨¦ndum sobre la independencia es una mancha que arrastra la democracia espa?ola: la se?al de su "baja calidad".
Con una caracter¨ªstica muy propia de este tiempo: la sacralizaci¨®n de los medios con olvido de los fines. Lo que se reivindica no es tanto la independencia como el procedimiento, elevado a derecho: el "derecho a ser consultados", frase de Ibarretxe de misterioso significado. La idea de una tara de origen que obligar¨ªa a hacer ahora lo que no se hizo entonces prescinde de lo esencial: que aunque fuera por un procedimiento distinto, el efecto que se persegu¨ªa, acabar con la opresi¨®n centralista, fue alcanzado, y de una forma m¨¢s respetuosa con la pluralidad social.
La crisis, le dice el empresario a I?aki Anasagasti, aconseja dejar eso ahora. No estamos para bromas, porque el paro acabar¨¢ llegando tambi¨¦n a Euskadi; y no se podr¨¢n conjurar sus efectos con jaculatorias como la que encabezaba una manifestaci¨®n convocada el pasado a?o por el sindicato abertzale LAB en Pamplona: "Contra deslocalizaci¨®n [de empresas], autodeterminaci¨®n".
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