Familia s¨®lo hay una (afortunadamente)
Dec¨ªa el poeta William Wordsworth que el ni?o es el padre del hombre, y con esta escueta frase, tan certera como un tiro entre las cejas, describ¨ªa una verdad fundamental que Freud teorizar¨ªa medio siglo m¨¢s tarde: que todo lo que somos viene de lo que fuimos y que son esos a?os primeros los que nos forman o nos deforman como personas. Alguien crea el mundo para ti cuando eres peque?o y luego tienes que arrastrar el resto de tu vida ese enorme equipaje. ?ste es un principio que nos gobierna a todos, pero que resulta a¨²n m¨¢s inexorable en los narradores. Creo que los novelistas escribimos siempre desde el ni?o que fuimos, y es probable que en todos nuestros libros, aun sin darnos cuenta, estemos dando vueltas a las fantasmagor¨ªas de la ni?ez, remendando agujeros y secretos del pasado, sacando viejos muertos de armarios antiguos.
"Todas las mujeres terminan siendo como sus madres. ?sa es su tragedia. Eso no les pasa a los hombres. Y ¨¦sa es su tragedia", dijo Oscar Wilde
A veces pienso que la historia de la literatura no es sino la historia del conflicto interminable entre padres e hijos. Hay muchas novelas, claro est¨¢, en las que la trama no se centra en eso. Son libros que hablan de amor, o de ambici¨®n, o de fracaso. O incluso son obras de g¨¦nero, policiacas, hist¨®ricas. Pero es raro el escritor que no da por lo menos unas pinceladas sobre la infancia de sus protagonistas, dejando entrever el rescoldo de sus relaciones con sus padres. Y es que para construir a tus personajes principales tienes que saber qu¨¦ les pas¨® de ni?os, aunque luego quiz¨¢ escojas no contarlo. Esa verdad primera de la infancia, la sobrecogedora simpleza de ser ni?o y depender de los dem¨¢s absolutamente para todo, late al fondo de las palabras, en lo m¨¢s profundo de la narraci¨®n, como el rumor oculto de la sangre que circula en las venas.
Padres e hijos, madres e hijas, padres e hijas, madres e hijos... las combinaciones del conflicto son pocas, pero rotundas. Podr¨ªa citar una lista interminable de t¨ªtulos que bucean en estos espinosos sentimientos: ya digo que es un tema esencial en la literatura (y en la vida). Pero voy a limitarme a nombrar tres. El primero, la maravillosa autobiograf¨ªa Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz, que habla de cosas fascinantes, como los turbulentos tiempos de la creaci¨®n del Estado de Israel, pero que se convierte en una monumental obra maestra cuando aborda el tema de la familia, la doloros¨ªsima dulzura de los buenos momentos, la angustia por el padre fracasado, las tinieblas del desequilibrio de la madre, que acab¨® suicid¨¢ndose cuando Amos ten¨ªa doce a?os. El mundo de la infancia, claustrof¨®bico, hermoso y espeluznante, estalla en nuestras manos al leer este libro.
Amos Oz recrea como nadie ese tri¨¢ngulo desesperado que el ni?o forma con su padre y su madre, pero existen otros autores que narran el asunto desde el lugar del adulto. Hay una breve novela aterradora, Elena sabe, de la escritora argentina Claudia Pi?eiro, en la que Elena, una mujer aquejada por un Parkinson muy avanzado, intenta investigar la muerte de su hija. Es una historia sobrecogedora, narrada con gran hondura y econom¨ªa de medios. Y mientras seguimos con inquietud las indagaciones de la pobre Elena, que est¨¢ paralizada por la enfermedad y apenas puede aliviar sus s¨ªntomas durante unas pocas horas a base de f¨¢rmacos, vamos comprendiendo que el mayor dolor de la mujer no es su deterioro f¨ªsico, ni las infinitas p¨¦rdidas que conlleva la vida, sino lo que hizo en esa vida con su hija, las relaciones que mantuvo con ella, su manera de ser madre, que es como decir su manera de ser. El libro se edit¨® en Argentina, y me temo que ser¨¢ dif¨ªcil de conseguir en Espa?a, salvo en librer¨ªas de Internet.
Si Claudia disecciona la dif¨ªcil relaci¨®n entre madre e hija, Alejandro G¨¢ndara nos habla de un padre y un hijo en la aguda novela que acaba de publicar. Se titula El d¨ªa de hoy y cuenta, de la ma?ana a la noche, un d¨ªa de ?ngel, un jardinero en paro que ha conseguido hacer de su vida un disparate. Pero el disparate mayor le aguarda en este d¨ªa funesto, que empieza para ¨¦l a las siete menos veinte de la ma?ana y que a partir de entonces no hace sino decaer. El protagonista, padre separado, vive con su hijo adolescente, Goro, a quien debe comunicar que tiene que mudarse a casa de su madre, porque a ¨¦l ya no le queda dinero para mantenerlo. Pero esa frase, que es la guinda de la derrota de ?ngel, es algo muy dif¨ªcil de decir. Y as¨ª van pasando las horas y se va hundiendo inexorablemente el d¨ªa, venenoso y pesado como el mercurio, mientras el jardinero busca el momento de hablar con su hijo o la manera de enderezar su vida. Ni qu¨¦ decir tiene que ambos empe?os se le dan fatal.
El d¨ªa de hoy es una historia a la vez desternillante y angustiosa que sucede en un peque?o barrio del centro de Madrid. ?ngel se pasa todo el d¨ªa intentando salir de all¨ª, cosa que no consigue y que no le impide fracasar hom¨¦ricamente por todo lo alto. Y es que todos los que ya tenemos cierta edad sabemos que no hace falta salir de tu barrio, y ni siquiera de tu propia cama, para que te alcance y te fulmine la perdici¨®n total. Goro es el testigo de ese fracaso, es la condena y tambi¨¦n el ¨²nico rescate. Goro representa demasiado para ?ngel, lo representa todo, como a menudo sucede entre los padres y sus hijos varones. "Todas las mujeres terminan siendo como sus madres. ?sa es su tragedia. Eso no les pasa a los hombres. Y ¨¦sa es su tragedia", dijo Oscar Wilde en La importancia de llamarse Ernesto. Una dura frase que hablaba de un mundo sexista en el que las mujeres no pod¨ªan ser lo que quer¨ªan, y en el que hab¨ªa poderosas figuras paternas empe?adas en criar herederos en vez de hijos. La sociedad ha cambiado mucho desde 1895, a?o en que Wilde escribi¨® estas palabras, pero padres y madres, hijos e hijas siguen coci¨¦ndose en un horno de expectativas desmesuradas, ardientes afectos, desilusiones ¨¢lgidas y ansiedades equ¨ªvocas. Menos mal que familia s¨®lo hay una.
Una historia de amor y oscuridad. Amos Oz. Siruela, DeBolsillo y C¨ªrculo de Lectores. Elena sabe. Claudia Pi?eiro. Clar¨ªn/Alfaguara, 2008. Argentina. El d¨ªa de hoy. Alejandro G¨¢ndara. Alfaguara. 2008.
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