Adi¨®s al ¨²ltimo s¨ªmbolo de la c¨¢rcel
La empresa encargada de la demolici¨®n espera a que caiga la noche para comenzar el derribo de la c¨²pula de la prisi¨®n de Carabanchel
No se movi¨® cuando a mediod¨ªa del mi¨¦rcoles una excavadora derrib¨® el primer muro de la c¨¢rcel. Tampoco lo hizo horas m¨¢s tarde, cuando la piqueta destrip¨® la quinta galer¨ªa e inici¨® el camino hacia la c¨²pula central de la prisi¨®n. Permaneci¨® apostada en el coraz¨®n del recinto, como lo hac¨ªa desde la madrugada del martes. Inm¨®vil, silenciosa. Hasta que lleg¨® su momento: al caer la noche del segundo d¨ªa de derribos rugi¨®, extendi¨® su brazo de m¨¢s de 20 metros y descarg¨® un golpe seco. Eran las nueve de la noche y el s¨ªmbolo de la c¨¢rcel de Carabanchel, la c¨²pula que alberg¨® durante a?os el centro de control de la prisi¨®n, comenz¨® su lenta ca¨ªda. Dentellada a dentellada.
"Es una verg¨¹enza, se han re¨ªdo de todos nosotros. Han esperado a la noche para hacerlo de tapadillo", bufaba Jos¨¦ Luis, vecino de Aluche de 44 a?os, mientras caminaba de un lado a otro del parque Eugenia de Montijo. Junto a ¨¦l, m¨¢s de un centenar de personas permanec¨ªan hipnotizados por el golpeo cadencioso de la piqueta. Algunos de ellos hab¨ªan iniciado, apenas unas horas antes, una acampada en el propio parque, para protestar contra los derribos.
"Es una verg¨¹enza. Se han re¨ªdo de todos nosotros", dec¨ªa un vecino
Las excavadoras jugaron al gato y al rat¨®n durante todo el d¨ªa
El silencio y la sorpresa duraron poco. Pronto llegaron la indignaci¨®n y los gritos contra el Gobierno y el Ayuntamiento de Madrid. Tambi¨¦n se produjeron algunas escaramuzas: un grupo de j¨®venes provoc¨® dos peque?os incendios en los setos situados junto a la valla que rodea el recinto. Hasta seis veh¨ªculos de la Polic¨ªa Municipal y una veintena de agentes se desplegaron por el parque y por el interior del recinto carcelario. A partir de ah¨ª s¨®lo quedaba esperar. Mientras, al fondo, el brazo met¨¢lico golpeaba una y otra vez. A ratos, un trozo de c¨²pula ced¨ªa.
"Quer¨ªan acabar con ella cuanto antes, por eso se fueron directos desde el principio. Pero adem¨¢s, lo hacen aprovechando la noche", dec¨ªan al alim¨®n Juli¨¢n Rebollo y Pedro Casas, dos de los portavoces del colectivo que defend¨ªa el mantenimiento de la c¨²pula, y la construcci¨®n en ella de un centro por la paz y la memoria.
Las excavadoras hab¨ªan jugado durante todo el d¨ªa al gato y al rat¨®n. Mientras hubo luz acabaron con uno de los brazos de la c¨¢rcel, la quinta galer¨ªa. Cuando llegaron hasta la c¨²pula pararon. A ella le ten¨ªan reservada la noche.
Desde la ma?ana, decenas de personas se acercaron hasta los pies de la c¨¢rcel para ver los trabajos de demolici¨®n. Uno de ellos, Fedor Adsuar, apretaba el libro de rimas de Gustavo Adolfo B¨¦cquer que llevaba en la mano al recordar la ma?ana en la que la polic¨ªa franquista le detuvo. Estaba a punto de subir al autob¨²s, despu¨¦s de varias horas repartiendo octavillas que animaban a la huelga en la construcci¨®n. Era 1960. Pas¨® cuatro a?os en la c¨¢rcel, parte de ellos encerrado en Carabanchel. Ayer no despegaba los ojos de la excavadora, que hac¨ªa caer uno a uno los muros de la prisi¨®n. "Esas piedras son testimonio vivo de muchas historias. Si las enterramos, nos cargamos la memoria", dec¨ªa sereno, mientras Jos¨¦ Luis D¨ªaz, otro represaliado pol¨ªtico de la dictadura que pas¨® por Carabanchel, asent¨ªa.
La plataforma por la creaci¨®n de un Centro por la Paz y la Memoria en la c¨¢rcel continu¨® ayer con su movilizaci¨®n, encaminada a parar los derribos. A primera hora de la ma?ana, el abogado de la asociaci¨®n present¨® en el Juzgado de lo Contencioso Administrativo n¨²mero 22 de Madrid, una impugnaci¨®n de la licencia que el Ayuntamiento otorg¨® a la sociedad de infraestructuras y equipamientos penitenciarios, encargada de la demolici¨®n. La jueza rechaz¨® la suspensi¨®n cautelar por v¨ªa de urgencia de los derribos que hab¨ªan solicitado los vecinos.
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