Modernizar los colegios profesionales
La sociedad de la "desconfianza generalizada", como llama Lipovetsky a la ¨¦poca actual, nos hace sospechosos por inercia. La desconfianza acaba con el compromiso y se abandona a una cr¨ªtica continua que tiene su parte fastidiosa, pero que evidencia una sociedad que ha madurado y sabe lo que quiere y siempre quiere m¨¢s.
Las instituciones son usualmente objeto claro de esa desconfianza. A cada instituci¨®n le sucede su propia sospecha. Los colegios profesionales no son menos. As¨ª, generalmente, se nos suele calificar de corporativistas, en el peor sentido de la palabra, y de elitistas. Una ¨¦lite, por cierto, muy masiva: mill¨®n y medio de personas tan s¨®lo en Espa?a.
Desde hace a?os se nos atribuye una nueva sospecha: somos un obst¨¢culo a la competencia. Mera intuici¨®n. No hay un solo estudio que haya podido demostrar que la actuaci¨®n de los colegios limita la movilidad y la competitividad de los profesionales o provoca un alza en el coste de los servicios. Lo ¨²nico que tenemos es la experiencia comparada y ¨¦sta tiende a negar la intuici¨®n y acaba con la sospecha.
carlos carnicer Desde hace a?os se nos acusa de corporativismo, elitismo y de ser un obst¨¢culo a la libre competencia
A la competencia se llega con profesionales competentes y esto exige unas reglas del juego compartidas y una universalizaci¨®n de sus derechos y deberes. A ello se dedican los colegios profesionales. Es quiz¨¢ un problema cultural, pero a ning¨²n profesional brit¨¢nico le estorba el sistema de control de la orden profesional a la que pertenece. Entiende, porque as¨ª es, que la elecci¨®n de profesi¨®n es un derecho, pero que de la profesi¨®n elegida se derivan compromisos y responsabilidades para con la comunidad en la que ejerce y materializa derechos fundamentales (salud, defensa, seguridad...). La sociedad de la anarco-flexibilidad tiende al facilismo y ¨¦ste olvida a veces el valor de la exigencia para el equilibrio.
Entre los deberes del profesional, al margen de la titulaci¨®n y la formaci¨®n continuada y acreditada, est¨¢ el de su control deontol¨®gico. Por definici¨®n, el control es obligatorio y universal o no es. ?Se imaginan a un mal profesional someti¨¦ndose a un control voluntario? No parece veros¨ªmil. Menos a¨²n puede ponerse en cuesti¨®n su importancia con la europeizaci¨®n de la deontolog¨ªa profesional que trae la trasposici¨®n de la Directiva de Servicios, la conocida como Directiva Bolkestein, cuyo anteproyecto habr¨¢ de estar listo antes de final de a?o.
En esta tesitura se anuncia en Espa?a una reforma normativa del sector que nace con su propia sospecha. El Gobierno quiere "modernizar" los colegios, pero la noticia se ha visto convulsionada por un informe de la Comisi¨®n Nacional de la Competencia que recomienda la liberalizaci¨®n del mercado de los servicios profesionales, lo que supondr¨ªa un cambio de modelo. El informe, adem¨¢s de parcial e incorrecto, olvida que los servicios profesionales son estrat¨¦gicos por lo cualificado y por el valor a?adido (10% VAB) que aportan a una sociedad que quiere crecer a base de conocimiento. El informe olvida tambi¨¦n que somos entidades intermedias entre la Administraci¨®n y la sociedad y como tales, y a fin de ofrecer un sistema de garant¨ªas al ciudadano, hemos de estar reguladas, dejando un margen de autogobierno que conlleva la independencia.
Pero m¨¢s all¨¢ del informe, lo realmente importante es la reforma en s¨ª, que supone una oportunidad hist¨®rica para los m¨¢s de mil colegios profesionales. Y es que el deseo de modernizaci¨®n no viene impuesto; llevamos trabajando en ¨¦l mucho tiempo. As¨ª, hemos denunciado las carencias de un sistema que nos ancla y nos impide avanzar. Nos regula una ley preconstitucional, de 1974, que no es capaz de responder a nuestra complejidad social, auton¨®mica y profesional. Las diferentes leyes auton¨®micas de colegios se han ido aprobando a espaldas de la estatal y han roto la unidad de mercado creando diferencias de derechos y deberes seg¨²n la comunidad aut¨®noma de adscripci¨®n.
?ste es un punto de inflexi¨®n claro, aunque hubo dos hitos anteriores, 1992 y 1997, que acabaron con la obligaci¨®n de colegiarse en cada provincia donde se ejerza o con el establecimiento de tarifas fijas. Hoy, la colegiaci¨®n es ¨²nica y los honorarios orientativos. Orientan. Es ah¨ª donde radica su inter¨¦s general, en tanto que informan al usuario de estimaciones de coste y les alerta de posibles abusos. El profesional y su cliente, el ciudadano, son libres a la hora de fijar sus honorarios, pero ?c¨®mo sabe el ciudadano cu¨¢l es el coste estimado o razonable del servicio que recibe?
El foco de atenci¨®n de un colegio profesional se encuentra en el registro y acreditaci¨®n de la condici¨®n de profesional, en el control deontol¨®gico y en la formaci¨®n continuada. Que trabajemos en el inter¨¦s general de todos nuestros clientes y pacientes, los ciudadanos, es el objetivo y por ello dice lo que dice el art¨ªculo 36, garant¨ªa institucional de estas corporaciones de derecho p¨²blico.
Si se nos permite, estaremos al frente de las reformas, y si no se nos permite colaboraremos con el Gobierno, con todos los partidos pol¨ªticos del arco parlamentario y con las restantes Administraciones P¨²blicas opinando, pidiendo y aportando cuanto est¨¦ a nuestro alcance para mejorar d¨ªa a d¨ªa la calidad y el precio de nuestros servicios, comprometiendo permanentemente un profundo sentido democr¨¢tico y la defensa de los derechos y libertades de nuestros pacientes y clientes.
Carlos Carnicer, abogado, es presidente de Uni¨®n Profesional.
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