La liquidaci¨®n
Di un paseo por la calle principal, peatonal y comercial de un pueblo costero entre M¨¢laga y Granada, y descubr¨ª una forma recurrente de tienda, en liquidaci¨®n, donde todo se vende a mitad de precio, ropa y calzado y adornos de cristal artesano, como no hace mucho en una feria inmobiliaria ofrec¨ªan dos casas por el precio de una. Piden los bancos dinero al transe¨²nte en sus escaparates, lo invitan a que les conf¨ªe sus ahorros unos meses o unos a?os, e incluso prometen pagar intereses por el dinero que cojan, los bancos, que hasta hoy mismo s¨®lo regalaban un juego de cafeteras, ollas o toallas a cambio de dep¨®sitos en met¨¢lico. Siente uno dolor solidario al pasar ante las oficinas bancarias, que presum¨ªan hace muy poco de ganancias multimillonarias y resulta que lo est¨¢n pasando muy mal. Los gobiernos del mundo se han unido en un solo grito: ?Salvemos a los bancos!
No se parece todav¨ªa esta crisis a la de los primeros a?os ochenta, cuando recuerdo una M¨¢laga de mendigos y drogados por la calle, hogueras nocturnas y recogedores de cart¨®n. Hay ahora un esp¨ªritu de desmantelamiento de feria feliz, despu¨¦s de a?os de prosperidad compatible con desigualdades rampantes entre pobres y ricos. Los camareros de un caf¨¦ sobre la playa me recitan las cifras del paro con la sorpresa y euforia de quienes participan en un r¨¦cord nacional: ya va Espa?a por los dos millones de parados. No aciertan: los parados son m¨¢s de dos millones y medio, y Andaluc¨ªa pasa de los 700.000. Pero los analistas profesionales de la regi¨®n tambi¨¦n se equivocan: pronosticaban el otro d¨ªa 650.000 para finales de a?o, seg¨²n ha informado Diego Narv¨¢ez en este peri¨®dico.
Gira la cadena perniciosa: paro, morosidad, liquidez, o al rev¨¦s, ca¨ªda del reparto de dinero, deudas pendientes, liquidaci¨®n total, cierres y desahucios, paro, morosidad, etc¨¦tera. Es ya un espect¨¢culo sensacional, audiovisual, mundial. Las cantidades de dinero en el aire alcanzan magnitudes gigantescas, fantasmales, inimaginables, ininteligibles, de otro universo. No caben en la cabeza. No admiten la comparaci¨®n con los ingresos de una persona normal, es decir, de uno mismo, puesto que uno mismo es la unidad m¨¢s aceptada para medir la normalidad humana. Se montan representaciones p¨²blicas para explicarnos el asunto: Juan M¨¦ndez contaba ayer en estas p¨¢ginas la celebraci¨®n en Sevilla, capital de Andaluc¨ªa, de "la reuni¨®n del liderazgo pol¨ªtico y empresarial", tal como la defini¨® su principal protagonista, el presidente Chaves.
Ayudar a la banca es ayudar a las empresas y las familias, dijo Chaves, mientras los presidentes de las cajas de ahorro demandaban "una alianza estrat¨¦gica entre el sector p¨²blico, las empresas y el sistema financiero". Yo cre¨ªa que esa alianza ven¨ªa funcionando desde hac¨ªa a?os en la Andaluc¨ªa feliz. Y, en estos momentos de socialismo bancario y recapitalizaci¨®n estatal de los poseedores de capital, leo el martes en el teletexto de Canal Sur que el PSOE de aqu¨ª respaldar¨¢ los presupuestos del PP en todos los municipios, atendiendo a la llamada de su secretario general, Zapatero, en Santiago de Compostela, patr¨®n de Espa?a, para ayuntamientos y autonom¨ªas. Paulino Plata, portavoz socialista, reiter¨® el jueves en el Parlamento la gentileza presupuestaria de su partido all¨ª donde no gobierne.
Pero ?para qu¨¦ sirven los gobernantes si no es para administrar los fondos p¨²blicos a trav¨¦s de los presupuestos? ?De qu¨¦ sirve la oposici¨®n si no es para fiscalizar? ?De qu¨¦ sirve la discusi¨®n pol¨ªtica entre distintos partidos si en momentos de m¨¢xima dificultad econ¨®mica dan lo mismo los presupuestos del PP que los del PSOE? Si en momentos dif¨ªciles sobran los partidos, todos unidos en el salvamento bancario, ?para qu¨¦ se les quiere cuando todo es feliz y f¨¢cil? Rodr¨ªguez Zapatero ha pedido disparatadamente la liquidaci¨®n de la pol¨ªtica por crisis econ¨®mica.
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