Cristina Iglesias expone en Brasil sus laberintos m¨¢s inquietantes
Dos exposiciones muestran una amplia perspectiva de la artista espa?ola
Cada vez son m¨¢s las ciudades en el mundo que cuentan con obra p¨²blica firmada por la escultora Cristina Iglesias (San Sebasti¨¢n, 1956). Y tambi¨¦n son muchos los grandes museos que dan a conocer su obra o cuentan con piezas suyas en sus colecciones permanentes. Ahora le ha llegado el turno a Brasil. Dos exposiciones, una retrospectiva de 22 obras en la Pinacoteca de S?o Paulo y una instalaci¨®n en Bello Horizonte, muestran estos d¨ªas una amplia perspectiva de los inquietantes laberintos de la artista.
"Las piezas son estaciones de un mismo viaje", afirma la creadora
El museo de la Pinacoteca del Estado es un bello edificio de ladrillo situado frente a la estaci¨®n central de trenes y a dos pasos del Museo de la Estaci¨®n. Su colecci¨®n permanente mezcla artistas brasile?os del XIX con obras de artistas europeos que en alg¨²n momento visitaron Brasil. Las esculturas de Rodin, Bourdelle o Mailatractivos del museo.
La exposici¨®n de Iglesias ocupa una gran parte de la planta principal del edificio. La maqueta de las puertas del Prado es el punto de partida para un viaje por el laberinto creativo de la escultura. De las ya famos¨ªsimas puertas del Prado est¨¢ totalmente orgullosa. Sobre todo porque ahora no permanecen cerradas para el visitante. Cinco veces al d¨ªa se abren y el p¨²blico puede contemplar el juego de las hojas, entre el misterio y la fragilidad del hierro dulce con que fueron construidas. "La idea de tiempo y movimiento no se percib¨ªa antes plenamente. Ahora s¨ª son las puertas que yo quer¨ªa".
Mientras camina entre las piezas de la exposici¨®n y comprueba el estado de los bons¨¢is o la fuerza de la salida del agua de las fuentes, Cristina Iglesias explica que todas estas obras forman, en realidad, una sola. "Son estaciones de un mismo viaje. Est¨¢n llenas de referencias y de memoria. Se alimentan unas de otras. Una es porque la otra estaba. Participan de un mismo concepto l¨ªrico".
Las instalaciones tituladas Corredor suspenso I y III, resultan todo un espect¨¢culo dentro de la sala octogonal del museo. Decenas de placas de hierro cuelgan del techo sujetas a cables de acero. Colocadas en formas laber¨ªnticas, el visitante puede recorrer su interior. La artista explica que ha querido jugar con la idea de arquitectura temporal con un mundo cercado por paredes en suspensi¨®n, sin ninguna base a la que agarrarse en la tierra. El resultado es casi tan inquietante como un paseo por el laberinto nevado de El resplandor filmado por Stanley Kubrick.
Cristina Iglesias juega con la luz como un material esculpible m¨¢s. Las luces y sombras envuelven sus piezas y hacen que cambie la pespectiva. Las celos¨ªas de sus paredes permiten ver partes del exterior y, sobre todo, ver sin ser visto. "El misterio, el ocultamiento y sobre todo la memoria est¨¢n aqu¨ª. Una pieza no se explica sola. Hay que ir a los recuerdos de los trabajos anteriores". ?Hay tambi¨¦n retazos de su memoria m¨¢s personal? Tambi¨¦n. Claro".
A modo de espejo de estas dos grandes instalaciones, se exponen dos serigraf¨ªas de gran formato en cobre (una de 2 - 4 metros y otra de 2,5 - 6 metros) y ocho grabados al aguatinta. Los grabados corresponden a los corredores suspendidos en el vac¨ªo. "El p¨²blico puede ver aqu¨ª algunos detalles y ¨¢ngulos que parecen ocultos en las instalaciones. Insisto en que toda la obra es en realidad una sola. Todas las piezas son parte de un todo".
La exposici¨®n se cierra con la proyecci¨®n un v¨ªdeo realizado con su hermana Lourdes Iglesias. La fantas¨ªa y sensualidad de su obra es evidente al contemplar las creaciones realizadas para Londres, Berlealizadas para Londres, Berl¨ªn, Barcelona, Santa Fe, Amberes o Madrid. Como fondo, se leen textos escogidos por Cristina Iglesias de autores como Raymond Roussel, James G. Ballard, Arthurd C. Clarke o la propia artista.
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