Palestinos y sirios tendr¨¢n que esperar
El primer ministro israel¨ª en funciones, Ehud Olmert, es duro de pelar. Y debe estar disfrutando ahora del patinazo a la hora de formar Gobierno de Tzipi Livni, la ¨²nica persona que se atrevi¨® a pedir su dimisi¨®n, a comienzos de 2007, por el fiasco de la guerra contra Hezbol¨¢ en el verano de 2006. Disfrutar¨¢ ahora Olmert de tres meses m¨¢s en el cargo. Con motivo del a?o nuevo jud¨ªo, el ¨²ltimo d¨ªa de septiembre, el pol¨ªtico, implicado en graves acusaciones de corrupci¨®n, volvi¨® a prometer a los palestinos -por supuesto, sin mayores precisiones- importantes concesiones territoriales en Cisjordania. Hab¨ªa tenido dos a?os y medio para impulsar a fondo las negociaciones. A buenas horas, le espetaron un sinf¨ªn de pol¨ªticos y analistas.
El Gobierno de Olmert, en el que Livni ejerc¨ªa como jefa de las negociaciones con los palestinos, nunca se volc¨® en allanar el camino. Al contrario. La ampliaci¨®n de los asentamientos en torno a Jerusal¨¦n se ha disparado desde que se celebrara la Conferencia de Annapolis (EE UU) en noviembre de 2007. Pero negarse a hablar con los palestinos sobre la Ciudad Santa es un certificado para el desastre. Es lo que pretende Livni: mantener un proceso de paz sin l¨ªmites temporales para evitar revueltas violentas.
Es probable que en los pr¨®ximos tres meses Olmert trate de volver a la carga. Pero resultar¨¢ muy complicado que le permitan adoptar decisiones de calado. En periodo de campa?a, el electorado israel¨ª es poco receptivo a veleidades e improvisaciones. El presidente palestino, Mahmud Abbas, que tambi¨¦n deber¨¢ trampear para mantenerse en su puesto -su mandato concluye el 9 de enero- tendr¨¢ que esperar.
Lo mismo sucede con las negociaciones con Siria, pero en este caso no depende s¨®lo de Israel. El presidente Bachar el Asad anunci¨® hace semanas que se suspend¨ªan las conversaciones indirectas hasta que se resolviera el galimat¨ªas pol¨ªtico en Israel. El Asad, previsiblemente, tambi¨¦n tendr¨¢ que aguardar. Pero, a diferencia de Abbas, no le apremian citas electorales: la congelaci¨®n del di¨¢logo no afecta mucho a su estrategia, por ahora fruct¨ªfera, de romper el aislamiento internacional de su r¨¦gimen.
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