Napole¨®n ha muerto
Hace unos d¨ªas, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, retaba al Juez Garz¨®n: si el magistrado pide certificados de defunci¨®n de dirigentes del bando nacional, que solicite tambi¨¦n el de Napole¨®n, dijo. Si a Franco se le exigen responsabilidades por los muertos que ocasion¨®, m¨¢s se le podr¨ªan reclamar al viejo Emperador, a?ad¨ªa con guasa y resentimiento. Es cierto que las autoridades napole¨®nicas carbonizaron Madrid, persiguiendo con sa?a y con fusiler¨ªa a los sublevados del 2 de mayo de 1808. Es cierto que ordenaron arcabucear a los rebeldes. ?Luego...?
Sin duda, lo dicho por Aguirre parece una ocurrencia: si t¨² pides el certificado de defunci¨®n de Franco, yo pido el de Napole¨®n. No importa el desfase temporal, puestos a exigir responsabilidades 200 a?os despu¨¦s. ?Una necedad? No, no lo es: hemos de verlo como el colof¨®n de su concepci¨®n hist¨®rica, del pasado rehecho con anacronismos. Durante meses, la Comunidad de Madrid ha subvencionado recreaciones de 1808 para fines actuales: la justificaci¨®n presente de la Naci¨®n Espa?ola, ya que los madrile?os de entonces habr¨ªan sido su embri¨®n. ?Ejemplos?
Jos¨¦ Luis Garci, que ha recibido subvenci¨®n de Aguirre, dice inspirarse en P¨¦rez Gald¨®s para filmar Sangre de Mayo. En efecto, Gabriel de Araceli, su protagonista, se llama igual. Pero Garci lo manipula hasta hacer de ¨¦l alguien irreconocible: uno m¨¢s de los cat¨®licos fervorosos que rezan el Padrenuestro antes de morir patri¨®tica, heroicamente. En la novela, esos hechos no suceden as¨ª. Pero, sobre todo, Garci manipula hasta hacer de aquel patriotismo el fermento de nuestra prosperidad: los t¨ªtulos de cr¨¦dito finales nos muestran unas im¨¢genes del Madrid actual, nocturno, moderno, ajetreado. El bienestar de que hoy gozamos como consecuencia necesaria de 1808.
El aguirrismo hist¨®rico es eso: es aplicar una raz¨®n ulterior a lo pasado para beneficio presente; es dar a las cosas de ayer el significado que s¨®lo ahora tienen; es tomar la historia como nuestro calco, como ese espejo en el que los contempor¨¢neos nos contemplamos para ver reflejada nuestra efigie; es concebir lo pret¨¦rito como el embri¨®n que se desarrolla y en el que se materializar¨ªa lo que ya estaba prefigurado de antemano; es relatar forzando la coherencia de acontecimientos distantes; es hacer memoria monumental de lo ocurrido para convertirlo en s¨ªmbolo.
No estamos obligados a concebir as¨ª la historia. En este 2008 hay otros actos que no reciben subvenci¨®n de Esperanza Aguirre y que sirven para reflexionar cr¨ªticamente sobre el pasado. Por ejemplo, en Gandia, entre el 29 y el 31 de octubre, se celebra un Coloquio Internacional dedicado a 1808. Lo organiza el Departament d'Hist¨°ria Contempor¨¤nia de la Universitat de Val¨¨ncia y tengo el honor de participar como ponente. Es una reuni¨®n de estudiosos que quieren hablar al gran p¨²blico, acad¨¦micos que exponen sus reflexiones para que todos podamos abordar con distancia y cautela lo que otros mezclan y mixtifican. No se trata de pedir el certificado de defunci¨®n de Napole¨®n: tampoco de ganar la guerra retrospectivamente. Ni siquiera se trata de reivindicar al Palleter, el h¨¦roe local que meses atr¨¢s intent¨® exhumar Esteban Gonz¨¢lez Pons, siempre tan facundo. Por el contrario, se trata de revivir con las armas de la raz¨®n y del estudio lo que otros confunden o manosean. La guerre est finie.
http://justoserna.wordpress.com
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