Tensiones que no cesan

La ruptura entre UPN y el PP es una expresi¨®n m¨¢s de las tensiones propias del Estado de las Autonom¨ªas. A medida que los poderes auton¨®micos se han ido consolidando, los conflictos de intereses entre los actores pol¨ªticos locales y los de ¨¢mbito nacional espa?ol se complican y dan lugar a desencuentros con todos los ingredientes de psicopatolog¨ªa de las peque?as diferencias. Aunque arranc¨® a rega?adientes, la alianza entre el PP y UPN ha sido positiva para ambos. De los 18 a?os que ha durado esta asociaci¨®n, en 17 han gobernado juntos en Navarra, un territorio que hab¨ªa sido feudo socialista, y en ocho han gobernado en Espa?a. Ahora, los caminos se bifurcan. Hoy, el hecho objetivo es que la derecha navarra est¨¢ dividida en tres grupos.

Se bloquea la renovaci¨®n del Constitucional para obtener una sentencia que desvirt¨²e el Estatut

Pero una virtud de este episodio es que, en un escenario dominado por el superespect¨¢culo pol¨ªtico organizado en torno a la crisis, nos sirve de recordatorio de que las tensiones del Estado auton¨®mico siguen ah¨ª. Desde que Mariano Rajoy ha decidido que no hay que gastar energ¨ªas haciendo ruido porque el poder caer¨¢ en sus manos por la inercia de la crisis, la pol¨ªtica espa?ola ha entrado en una extra?a calma. Aunque parezca mentira con la cantidad de problemas acumulados, desde hace dos semanas todo gira en torno a la conquista de una silla para Zapatero en la reuni¨®n de Washington del 15 de noviembre. La oposici¨®n le apoya con argumentos patri¨®ticos, confiando en que Zapatero fracase en el intento, y Zapatero ha comprometido hasta el Rey en el empe?o, como si el honor de Espa?a estuviera en juego. Pat¨¦tico.

Tanto sainete quiz¨¢s haya hecho olvidar que en los pr¨®ximos d¨ªas habr¨ªa que cerrar la financiaci¨®n auton¨®mica y se podr¨ªa conocer la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto catal¨¢n. Este ¨²ltimo acontecimiento es especialmente delicado porque podr¨ªa crear un conflicto de legitimidades de consecuencias imprevisibles.

El Estatuto de Catalu?a tiene sentido pol¨ªtico como pacto con el Estado. Para que esto fuera posible se requerir¨ªa que participaran en ¨¦l todas las fuerzas pol¨ªticas, en especial las cuatro con opciones reales de presidir los dos Gobiernos implicados: PP, PSOE, CiU y PSC. La cerraz¨®n del Partido Popular, convertido en salvador de una patria que no necesita a nadie que la redima, hizo imposible este pacto cuando se inici¨® el proceso estatutario. Los dem¨¢s partidos o no quisieron o no supieron meter al PP en los consensos. Despu¨¦s de haber perdido las elecciones, el PP se ha negado a retirar el recurso contra el Estatuto. Pero el cambio experimentado por Rajoy, decidido a buscar en los climas m¨¢s llevaderos de la llanura lo que no encontr¨® en la aridez del monte, motiv¨® que algunos pol¨ªticos en activo y algunos ex pol¨ªticos pensaran que a¨²n cab¨ªa alguna forma de pacto que evitara problemas mayores. Es decir, que ser¨ªa posible que el PP retirara el Estatuto del Constitucional y que se pactara, entre todos, una interpretaci¨®n del texto que permitiera la entrada de los populares en el juego. Se han hecho algunos intentos, pero la operaci¨®n no tiene visos de cuajar. Probablemente, porque falta convicci¨®n en todas las partes, empezando por el presidente del Gobierno, que es el que tendr¨ªa que tomar la iniciativa. En cualquier caso, el PP no ha dado ninguna se?al positiva: su empe?o en bloquear la renovaci¨®n del Constitucional responde principalmente a la pretensi¨®n de que el actual, antes de que su inacabable agon¨ªa llegue a buen fin, pronuncie una sentencia que desvirt¨²e el Estatuto catal¨¢n.

El Estatuto aprobado por el Parlamento espa?ol fue propuesto en refer¨¦ndum a los ciudadanos catalanes, que lo sancionaron. Algo fall¨® en la Transici¨®n: no se tom¨® la cautela de proteger a los Estatutos refrendados del recurso al Constitucional. Y al no hacerlo se puede plantear un problema de no f¨¢cil soluci¨®n pol¨ªtica, agravado porque la sentencia emanar¨¢ de un Constitucional totalmente desprestigiado. La suma de una mala financiaci¨®n y una mala sentencia -y en pol¨ªtica estas cosas dependen mucho de qui¨¦n tiene la hegemon¨ªa social para imponer su interpretaci¨®n a la opini¨®n p¨²blica- podr¨ªa producir un terremoto en Catalu?a. Con Esquerra en ca¨ªda libre electoral, la tentaci¨®n de Puigcerc¨®s de romper el tripartito para sobrevivir no ser¨ªa rara. Mientras, el PSC y el PSOE vuelven a estar donde hace dos a?os: con Zapatero decidido a descabalgar a Montilla como hizo entonces con Maragall. En este contexto, las elecciones anticipadas podr¨ªan ser inevitables. Y con la que llueve, tener un Gobierno soberanista en Catalu?a a mediados de a?o pr¨®ximo. Zapatero se habr¨ªa salido con la suya: Artur Mas en la presidencia. ?Pero qui¨¦n dice que, como el aprendiz de brujo, no se quemar¨ªa en el invento?