Cual gata panza arriba
Amaral deja sin ox¨ªgeno a las 15.000 personas que llenaron el Palacio de Deportes
Eva Amaral es esa chica menuda que te encuentras paseando por Alonso Mart¨ªnez, camino de su casa, arrastrando una feroz timidez. Observemos a esta mujer anoche, ante los 15.000 fieles que llenaron el Palacio de los Deportes, con las entradas agotadas desde hace semanas. Lleva puesto un vestido sesentero, casi ye-ye, a rayas horizontales negras y malvas. Su figura se levanta sobre unos zapatos de charol de tacones interminables. Sale al escenario con una m¨¢scara de gato: su ¨²ltimo disco se llama Gato negro-drag¨®n rojo. Atenci¨®n: durante las pr¨®ximas dos horas, esta mujer va a provocar que los espectadores exijan botellas de ox¨ªgeno.
Eva demostr¨® anoche que domina el escenario con una ins¨®lita mezcla de salvajismo y feminidad. Ataca las canciones (sonaron Kamikaze, D¨ªas de verano, Sin ti no soy nada, Resurrecci¨®n y 20 m¨¢s) como si fuera la ¨²ltima vez que las va a interpretar, pele¨¢ndose con ellas como gata panza arriba, forzando su magn¨ªfica voz hasta tonos imposibles. Estuvo toda la noche dominadora, soberbia. Y lo mejor que se puede decir de ella es que todav¨ªa est¨¢ en proceso de construcci¨®n. Frot¨¦monos las manos: nos esperan grandes momentos.
Observemos ahora a Juan Aguirre. Siempre a la derecha de Eva. Ah¨ª se refugia este tipo paliducho y reservado. Calado hasta las cejas con su eterna gorra, Juan se mueve en unos pocos metros y permanece encorvado casi todo el concierto, moviendo el tronco en peque?as suspensiones y con la mirada clavada en su instrumento. Parece perdido, ensimismado en una abstracci¨®n permanente. Pero ni caso: es el que ordena y manda c¨®mo debe ser el concepto sonoro del grupo. Los dos, y sus espl¨¦ndidos m¨²sicos, protagonizaron un concierto notable, a pesar de algunas piezas solemnes y ralentizadas a las que a¨²n no les han pillado el punto. Lo conseguir¨¢n. Al igual que han logrado poner de acuerdo a toda la vecindad. Imposible encontrar detractores del d¨²o. Amaral no cuenta con enemigos, es la sociedad perfecta, el equilibrio, la moderaci¨®n, la sensatez.
Despu¨¦s del concierto se refugiaron con sus amigos en la c¨¦ntrica sala Sol, muy cerca de sus casas madrile?as. All¨ª, la gata Eva regres¨® a su adorable timidez. Hasta el pr¨®ximo concierto.
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