Secretos de alcoba
Todo el mundo tiene un secreto oscuro", dice Gene Hackman en el filme El jurado, y anuncia as¨ª el presupuesto del cual parten desde la confesi¨®n cristiana hasta los interrogatorios de la polic¨ªa, dos actividades que tienen como fin arrancarle a la gente sus secretos. Tambi¨¦n la novela -en general toda novela- es de por s¨ª la revelaci¨®n de un secreto, o de una secuencia de secretos, en la medida en que saca a la luz ante un desconocido, que es el lector, la intimidad de unos personajes. Pero hay adem¨¢s novelas que hacen expl¨ªcito el tema del secreto coloc¨¢ndolo como eje de su trama: convierten algo que no se dice en el meollo de todo lo que se dice. Son edificios construidos a partir de un punto vac¨ªo, monta?as de palabras levantadas sobre un silencio. De ah¨ª que el problema m¨¢s complicado para quien las escribe venga a la hora de la revelaci¨®n, porque si bien es cierto que los secretos ejercen sobre nosotros una atracci¨®n irresistible, que gozan de un car¨¢cter m¨¢gico y que son poderosos y aun tir¨¢nicos, tambi¨¦n es cierto que conservan estas caracter¨ªsticas siempre y cuando sean justamente eso, secretos, es decir, herm¨¦ticos, sin testigos. Cuando un secreto se ventila queda por lo general reducido a poca cosa, a unas cuantas palabras que van a refundirse en el mar de las palabras, porque nada puede haber en el mundo tan misterioso como para que al ser verbalizado no pierda algo de su brillo oscuro. Como el alacr¨¢n, el secreto es letal cuando se esconde en un rinc¨®n oscuro, e inofensivo si est¨¢ a la vista de todos. De ah¨ª que muchas veces no se trate tanto de lo que no se sabe cuanto de lo que no se quiere saber; en Tierna es la noche, de Scott Fitzgerald, la joven y atractiva actriz Rosemary se atreve a destapar su gran secreto ante Dick Diver, un hombre casado, al decirle "estoy enamorada de ti desde la primera vez que te vi". Pero ¨¦ste, que pasa de agache ante la carga que semejante revelaci¨®n implica, la corta en seco con una respuesta neutral y en plural, en nombre suyo y de su esposa: "Tambi¨¦n nosotros te hemos tomado mucho aprecio".
Como el alacr¨¢n, el secreto es letal cuando se esconde en un rinc¨®n oscuro, e inofensivo si est¨¢ a la vista de todos
Sigamos con el ejemplo el tri¨¢ngulo amoroso, ese secreto que tanto obsesiona a la humanidad. Fulano y Fulana son pareja pero Fulano no sabe que existe Zutano. O: Fulano y Fulana se aman pero Fulana no sabe que existe Zutana. Por m¨¢s variantes que se manejen, la cosa resulta relativamente simple una vez puesta en plata blanca; s¨®lo mientras se mantenga en el misterio conserva la dimensi¨®n monstruosa de traici¨®n y enga?o, la m¨¢xima pulsi¨®n de la sangre, la tensi¨®n de vida o muerte que implica el juego a tres bandas. Bien sab¨ªa Balzac que para el escritor un secreto revelado es lo que al cazador un le¨®n muerto, y por eso en La falsa amante construye un laberinto de ocultamientos que para los personajes nunca se aclaran. Su protagonista, el Capit¨¢n Paz, es el tercero en discordia en un fantasmag¨®rico tri¨¢ngulo amoroso donde los otros dos integrantes son su amigo del alma, el conde Laginski, y Cl¨¦mentine du Rouvre, la bella esposa de ¨¦ste. Es tan desbordada la pasi¨®n inconfesable que por Cl¨¦mentine siente Paz, que para mantenerla oculta y evitar sospechas inventa a Malaga, una amante que en realidad no tiene, y as¨ª se pasa la vida, crucificado en su doble secreto, o como dir¨ªa Canetti de quienes se echan encima un peso semejante, "embozado en su secreto como en otra piel", guard¨¢ndolo "incluso de s¨ª mismo". Se dedica al culto de su secreto como si fuera una religi¨®n y abandona el mundo de lo real para instalarse a vivir en la zona brumosa de lo so?ado y no confesado. ?Y cu¨¢l es, al fin de cuentas, este secreto que lo devora? Nada, agua que se escapa por entre los dedos: una amante inexistente y una amada inalcanzable. Nada. Balzac parece decirnos que s¨®lo el silencio anida en el coraz¨®n de todo secreto.
El ¨²ltimo encuentro, de S¨¢ndor M¨¢rai, es un premeditado ejercicio en torno al secreto como fin en s¨ª mismo. Hay un secreto escondido en el diario ¨ªntimo, forrado en terciopelo amarillo, de Krizstina, una mujer ya muerta. La amaba su esposo, el General, y la amaba tambi¨¦n Konrad, el amigo de ¨¦ste. Pero ella ?por cu¨¢l se inclinaba? Ninguno de los dos lo sabe, ni se atreven a abrir el diario que revelar¨ªa la verdad (ambos cuentan con que Krizstina "no miente"). Como si fuera veneno, ese secreto, que ha permanecido encerrado durante 41 a?os en las p¨¢ginas del diario, ha ido intoxicando el ambiente, volviendo hostiles las estancias de la casa y haciendo que las cosas y las actitudes cotidianas adquieran un aire adverso, conspirativo, que destruye la amistad que los dos hombres hab¨ªan atesorado desde la infancia. La verdad oculta genera un clima insoportable de incertidumbre. Pese a que han pasado cuatro d¨¦cadas y a que la mujer que ocasion¨® el conflicto ya no existe, los dos hombres siguen atormentados por la desconfianza rec¨ªproca. ?El secreto los ha ido empujando hasta el l¨ªmite de la locura, o por el contrario, es su propia locura la que ha convertido en pesadilla un secreto que nunca tuvo fundamento? M¨¢rai conoce el arte de manejar la duda; sabe que develar el secreto equivaldr¨ªa a desinflar la historia.
Para protegerse de la luz, todo secreto busca rodearse de otros secretos, se multiplica como un c¨¢ncer, va traduciendo el conjunto de la realidad a su propio lenguaje y poco a poco convierte lo transparente en opaco. Y lo limpio en sucio, sugiere Nabokov en Risa en la oscuridad, otra historia de tri¨¢ngulo amoroso donde reaparece la noci¨®n de lo secreto como maligno, s¨®lo que esta vez despojada de la carga melodram¨¢tica con que la adorna M¨¢rai y traducida a ruda iron¨ªa. Albino, el protagonista, enga?a a su mujer con una amante adolescente, Margot, una "cosita loca" que se adue?a de ¨¦l y lo convierte en su esclavo (tal como le sucede a Humbert con Lolita en la novela del mismo nombre). Este amor desesperado e impresentable por una mujer prohibida quema por dentro a Albino, lo degrada moralmente, lo convierte en hazmerre¨ªr y lo ciega, metaf¨®rica y literalmente, al punto de no dejarlo ver la relaci¨®n secreta que en sus propias narices sostiene Margot con otro amante. No estaba interesado Nabokov en narrar la historia de un hombre que tiene un secreto, sino de un secreto que se ha tragado vivo a un hombre.
Julian Barnes aventura su propia versi¨®n del tri¨¢ngulo busc¨¢ndole al secreto otro ¨¢ngulo que tambi¨¦n resulta turbador: hace a la naturaleza de lo oculto el querer dejar de serlo, la tendencia a mostrarse o, como dice Philippe Ari¨¨s, "el secreto es un lugar de paso, porque tiende a ser divulgado como lo prohibido a ser transgredido". Dice Barnes que la gente anda tan ansiosa por destapar sus secretos y abrumar a los dem¨¢s con ellos que la confesi¨®n se ha vuelto vocaci¨®n social; "hoy en d¨ªa donde mires hay gente que se empe?a en derramarte su vida encima. Abres cualquier peri¨®dico y te gritan "entre en mi vida". Enciendes la televisi¨®n y en un programa s¨ª y otro no hay alguien hablando de (su) enfermedad, alcoholismo, drogadicci¨®n, violaci¨®n sexual, quiebra, c¨¢ncer, amputaci¨®n, psicoterapia. La vasectom¨ªa de ¨¦l, la mastectom¨ªa de ella, la apendicectom¨ªa de ¨¦l o de ella". En su divertid¨ªsima novela Hablando del asunto tenemos otra vez a un hombre, su mejor amigo y su esposa, que esta vez se llaman, respectivamente, Stuart, Oliver y Gillian. As¨ª resume Oliver el drama: "Tienes un mejor amigo, se casa y el mismo d¨ªa en que se casa t¨² te enamoras de su mujer". S¨®lo que esta vez la principal preocupaci¨®n de quien enga?a ya no es c¨®mo ocultarle el hecho al enga?ado, sino c¨®mo confes¨¢rselo lo m¨¢s pronto posible: "Por cierto, Stuart, estoy enamorado de tu mujer. ?Es eso lo que le dir¨¦? ?Es as¨ª como se lo dir¨¦?".
En su obra de teatro Traici¨®n, Harold Pinter le entra al secreto en tanto rutina social. De nuevo el esquema cl¨¢sico, Robert, su mejor amigo Jerry y su esposa Emma, donde Jerry y Emma son amantes. Con el aditamento de que Robert, a su vez, tiene una amante, y la esposa de Jerry tambi¨¦n tiene amante, as¨ª que el apretado tri¨¢ngulo inicial es en realidad un pol¨ªgono, y el secreto original (Emma-Jerry) ha dejado de ser bilateral para volverse multilateral. La traici¨®n es por tanto m¨²ltiple, la relaci¨®n escondida se convierte en forma de vida y la infidelidad es m¨¢s bien fidelidad a varias bandas. Ya nadie sabe d¨®nde est¨¢ parado o, mejor dicho, todo el mundo lo sabe, aunque quiz¨¢ les falte enterarse de los detalles; que te enga?an, te enga?an, pero ?desde cu¨¢ndo?, ?con qui¨¦n?, ?c¨®mo fue y en qu¨¦ lugar? El secreto ha dejado de ser trascendental y ya no es motivo de vida o muerte. Ahora rebota como pelota de unos a otros, reducido a la minucia de los detalles, a lo que le confiesa la esposa al amante, el amante a su propia esposa, el marido a su mejor amigo, "?crees que ¨¦l ya se enter¨® de lo nuestro?, ?de verdad crees que tu mujer te es infiel?, ?se lo contaste todo?, ?nos habr¨¢ visto aquella vez?". El car¨¢cter ¨²nico y excepcional del secreto se disuelve en un coro de chismes y murmullos. La traici¨®n es tan corriente que ya ni siquiera duele. Los peque?os rituales de intimidad y felicidad que celebra cada pareja se repiten con otras parejas: Emma y Robert visitan Torcello en una especie de segunda luna de miel, pero Emma compra all¨ª un mantel bordado para el apartamento clandestino que comparte en Londres con Jerry. De donde se deduce que la naturaleza del secreto cambia seg¨²n el lente moral con que se vea: en Traici¨®n, el arte del secreto es lo poco que va quedando del viejo pacto de pareja que ya se ha resquebrajado, al punto de que el adulterio adquiere el mismo peso social que el matrimonio. Tanto el uno como el otro se han vuelto rutina y est¨¢n igualmente amenazados por el desgaste.
Ya ven¨ªa diciendo yo que por m¨¢s que deshojemos un secreto, en el fondo quiz¨¢ no encontremos sino silencio. O m¨¢s secretos. En el coraz¨®n de la alcachofa, una nueva alcachofa.
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