Un 'cambio de guardia' de 14 a?os
Los Mossos ponen fin a un camino con claroscuros bajo la lupa ciudadana
Si hay algo que el Cuerpo de Mossos d'Esquadra cuida es la puesta en escena. Como el que m¨¢s. Por eso el castillo de Amposta acogi¨® ayer uno de esos momentos que, lo sean o no en realidad, se pretenden hist¨®ricos y solemnes. El jefe de la comisar¨ªa de Osona entreg¨® a su hom¨®logo del Montsi¨¤ una senyera que fue izada al son de Els segadors. Nada nuevo. El significado del gesto tambi¨¦n es f¨¢cil de ver: Osona fue el primer lugar donde, en 1994, los Mossos tomaron las riendas de la seguridad. El Montsi¨¤ cierra el c¨ªrculo y pone fin a un cambio de guardia que ha avanzado, con luces y sombras, a lo largo de 14 a?os.
Los Mossos han practicado en lo que va de a?o 34.000 detenciones y han resuelto m¨¢s del 40% de los delitos que se cometen. Precisar si son m¨¢s o menos eficaces que, en sus tiempos, el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y la Guardia Civil resulta imposible: cada uno cuenta a su manera. Lo que s¨ª es cierto es que han trabajado en un escenario parecido, porque desde mediados de los noventa la delincuencia se ha mantenido estable, con ligeras tendencias al alza o a la baja.
En Tarragona, la polic¨ªa auton¨®mica se enfrenta a uno de sus fantasmas: la inexperiencia. Es una polic¨ªa joven que, dicen los cr¨ªticos, comete demasiados errores y act¨²a con prepotencia porque no conoce el suelo que pisa ni a su gente. Los agentes de la Guardia Civil viv¨ªan y trabajaban en el mismo lugar (los cuarteles) y eran, por as¨ª decirlo, parte del decorado. El lamento de algunos vecinos y alcaldes se debe a que ahora los cuarteles desaparecen. Al mismo tiempo, denuncian que el instituto armado ha hecho la maleta antes de tiempo. Por eso est¨¢n a la expectativa.
Desde la generaci¨®n Vic 94, la actuaci¨®n de los Mossos se ha mirado con lupa. M¨¢s que nunca, en 2007. Fue su annus horribilis. Una serie de incidentes ocurridos en poco tiempo da?¨® la imagen del cuerpo: dos casos de abusos en la comisar¨ªa de Les Corts, el uso del kubot¨¢n (un punz¨®n no reglamentario) para reprimir una manifestaci¨®n, y la extra?a muerte de un detenido tras saltar de un coche patrulla por la ventanilla.
Alcanzado el final del despliegue, las heridas cicatrizan. Al menos, de cara a la ciudadan¨ªa, que punt¨²a con un notable (un 7) a los Mossos. Adem¨¢s, la sensaci¨®n de inseguridad ha descendido; es la primera vez que ocurre en muchos a?os. Los delitos m¨¢s graves est¨¢n estancados y s¨®lo crecen los hurtos de aparatos GPS y tel¨¦fonos m¨®viles, algo que podr¨ªa acentuarse con la crisis. M¨¢s all¨¢ de la estad¨ªstica, los Mossos han sido escrutados en las actuaciones de orden p¨²blico (por demasiado blandos o demasiado duros, seg¨²n la ocasi¨®n) y por su supuesta incapacidad para luchar contra bandas organizadas. Un aspecto en el que, admiten sus responsables, a¨²n deben sacar m¨²sculo.
?Se ha ido demasiado deprisa? Es la pregunta del mill¨®n. Partidos como CiU y el PP o sindicatos policiales han criticado que los Mossos se hayan implantado antes de disponer de los recursos necesarios. A¨²n hoy, el cuerpo arrastra un d¨¦ficit de 1.000 efectivos que, previsiblemente, se enjugar¨¢ el pr¨®ximo verano. Las prisas han provocado, dicen los cr¨ªticos, que penetren en el cuerpo elementos "indeseables": se necesitaban promociones amplias y el filtro no ha funcionado. A ellos se unen los que, directamente, opinan que que los Mossos son un gasto innecesario porque duplican funciones.
Interior piensa, por el contrario, que la juventud del cuerpo le permite un largo recorrido y reafirma la calidad de los aspirantes con el argumento de que el 20% tienen carrera universitaria. Saca pecho, adem¨¢s, con la divisi¨®n de Tr¨¢fico (en marcha desde 1998) y apunta en el haber de los Mossos la integraci¨®n de extranjeros, la participaci¨®n cada vez mayor de mujeres (es una de las polic¨ªas m¨¢s femeninas de Europa) y la preocupaci¨®n por la ¨¦tica policial.
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