Una campa?a fallida hunde las opciones de McCain
La inconsistencia de la estrategia electoral republicana empa?a la imagen del candidato y reduce sus esperanzas de triunfo al voto del miedo
A principios de semana, cuando Joe el Fontanero compareci¨® ante la prensa para declarar su apoyo a John McCain y darle un par de consejos respecto a su pol¨ªtica con Israel, la campa?a presidencial republicana parec¨ªa haber tocado su punto m¨¢s bajo de inconsistencia y superficialidad. Pero no era as¨ª. Un d¨ªa despu¨¦s, la candidata a la vicepresidencia, Sarah Palin, le daba cr¨¦dito al Fontanero coloc¨¢ndolo a su lado en un acto electoral. Y el jueves, el propio McCain coronaba al famoso Joe como su inseparable compa?ero de viaje en su gira por el Estado de Ohio.
Joe el Fontanero es el argumento final de una campa?a en la que se han reflejado todos los defectos de la personalidad de McCain -su temperamento err¨¢tico y volc¨¢nico- y ninguna de sus virtudes -su poder de comunicaci¨®n con los ciudadanos, su honestidad-. Una campa?a que no deja un solo mensaje positivo en el recuerdo de los electores y que reduce las esperanzas de triunfo de McCain exclusivamente al voto del miedo. "Barack Obama es un radical que subir¨¢ los impuestos y carece de la experiencia para defender a la naci¨®n en caso de crisis", esta era la ¨²nica raz¨®n por la que McCain ped¨ªa ayer el voto.
El entusiasmo por Palin ha dado paso al desconcierto por sus limitaciones
Los duros ataques contra Obama son la prueba del descarrilamiento
Un mensaje muy pobre, muy negativo para un hombre que, a sus 72 a?os, parec¨ªa haber acumulado merecida fama de luchador idealista e independiente. En el a?o 2000, cuando fue derrotado en su primer asalto a la presidencia por George W. Bush y por una sucia campa?a de desprestigio a la que McCain no quiso responder, el senador explic¨® que prefer¨ªa perder una campa?a a quemar su honor. Un gesto similar, al comienzo de la campa?a actual, fue su mejor momento en esta carrera. Cuando, todav¨ªa el a?o pasado, McCain, contra la opini¨®n de sus asesores, que le recomendaban criticar la guerra de Irak, afirm¨® que prefer¨ªa perder una campa?a a perder una guerra, sent¨® las bases que le permitieron meses despu¨¦s convertirse en el candidato republicano resurgiendo de las cenizas.
Aquel era un McCain poco com¨²n en el panorama pol¨ªtico norteamericano y excepcional dentro de su propio partido. Un McCain del que la escritora conservadora Peggy Noonan recuerda su admiraci¨®n por Robert Jordan, el protagonista de Por Qui¨¦n Doblan las Campanas, un combatiente de las Brigadas Internacionales a quien McCain ha citado varias veces como modelo por su condici¨®n de "luchador idealista pose¨ªdo por un hermoso fatalismo".
Ninguno de esos valores ha aparecido en esta campa?a en la que el papel de Robert Jordan se le ha otorgado, penosamente, a Joe el Fontanero, cuya proeza personal consiste en burlarse del Estado y no pagar sus impuestos. "Es sorprendente que un candidato con tan brillante reputaci¨®n de hombre serio y de pensador independiente haya sido capaz de hacer una campa?a como esta. No ha podido sumar ni un voto independiente y ha perdido muchos votos del propio McCain", opina el analista Scot Lehigh.
Es dif¨ªcil a¨²n a estas alturas establecer con rigor cu¨¢les de los muchos errores cometidos son atribuibles al propio McCain, cu¨¢les a sus asesores y cu¨¢les al partido. Pero, en ¨²ltima instancia, McCain es el responsable de todos ellos y, bien sea por falta de otras ideas o por falta del coraje que derroch¨® en Vietnam, ¨¦l ha arrastrado personalmente esos errores por las ciudades estadounidenses con la alegr¨ªa y la convicci¨®n del que arrastra una cadena.
Sometida desde el principio a numerosas remodelaciones y cambios de jerarqu¨ªa, la campa?a de McCain ha mantenido todo el tiempo a tres personajes que pueden considerarse los miembros del c¨ªrculo ¨ªntimo del candidato: su viejo colaborador y presidente de campa?a, Rick Davis; su amigo, autor de su biograf¨ªa y escritor de sus discursos, Mark Selter, y el actual jefe de la estrategia electoral, Steve Schmidt.
Este ¨²ltimo, un joven de 38 a?os con aspecto de boxeador y antiguo colaborador de Karl Rove, el ex asesor de Bush, asumi¨® un papel decisivo poco despu¨¦s del verano, en una de las muchas ocasiones en que las cosas se torc¨ªan para McCain. Schmidt est¨¢ detr¨¢s de todas las decisiones tomadas desde ese momento, especialmente del tono m¨¢s agresivo en los m¨ªtines.
El verano fue un momento clave de esta campa?a, un momento en el que McCain, que hab¨ªa ganado f¨¢cilmente las primarias tras su rehabilitaci¨®n en New Hampshire, comprendi¨® la categor¨ªa del rival que ten¨ªa enfrente. Barack Obama acababa de derrotar a la imbatible Hillary Clinton, se paseaba por el mundo como un jefe de Estado y era aclamado por 200.000 personas en Berl¨ªn. McCain apenas pod¨ªa abrirse un hueco en los medios de comunicaci¨®n ante la avalancha informativa que ten¨ªa enfrente. Su avi¨®n de campa?a, con la mitad de los asientos vac¨ªos, trasladaba al candidato hacia actos en los que pocas veces ser reun¨ªan m¨¢s de mil personas.
Impaciente como es, McCain quer¨ªa interrumpir como fuese esa din¨¢mica, a¨²n a costa de descalificar con vulgaridades a Obama. Cierto es que, poco antes, hab¨ªa propuesto a su rival una larga serie de debates por todo el pa¨ªs que Obama no acept¨®. Pero despu¨¦s no tuvo escr¨²pulos en repetir la comparaci¨®n entre el candidato dem¨®crata y dudosas celebridades del espect¨¢culo como Britney Spears y Paris Hilton.
El pa¨ªs se entretuvo un rato con aquellos anuncios, pero, a la larga, fueron el primer aviso del tipo de campa?a que McCain estaba dispuesto a hacer. Inseguro sobre sus propias fuerzas, desconfiado con sus asesores, McCain no sab¨ªa c¨®mo responder en aquel momento a los barones republicanos que le expresaban su preocupaci¨®n por la marcha de las encuestas.
Mientras Obama ascend¨ªa a lomos de una campa?a met¨®dica y precisa como un reloj suizo, McCain ten¨ªa que enfrentarse a las sospechas de la ultraderecha religiosa, a la impopularidad de Bush y a la desmovilizaci¨®n y desmoralizaci¨®n general de los seguidores republicanos.
Y en eso lleg¨® Sarah Palin. Robert Draper, autor del libro Una Muerte Cierta: La Presidencia de George Bush, ha relatado en The New York Times el procedimiento bastante casual por el que la gobernadora de Alaska, fuertemente recomendada por Davis y Schmidt, fue incluida en el ticket por encima de otros aspirantes, como Mitt Romney, Joe Lieberman, Tim Pawlenty o Tom Ridge, preferidos por Selter. Davis y McCain hab¨ªan conocido a Palin por primera vez en febrero con motivo de una conferencia de gobernadores republicanos en Washington y por recomendaci¨®n de algunas figuras del ala agitadora y conservadora del partido, como Newt Gingrich. Desde entonces Davis mantuvo algunos contactos con ella y, en la fase de selecci¨®n de vicepresidente, la entrevist¨® de nuevo, esta vez en compa?¨ªa de Schmidt. Las cualidades de Palin (mujer, independiente dentro de su partido, ajena al c¨ªrculo pol¨ªtico de Washington) parec¨ªan ajustarse al tono rupturista que Schmidt quer¨ªa darle a la candidatura y acabaron convenciendo tambi¨¦n al propio McCain, que se decidi¨® por ella despu¨¦s de una ¨²nica reuni¨®n a finales de agosto en su casa en Sedona (Arizona).
El rupturismo acab¨® siendo interpretado como aventurerismo y, despu¨¦s de un breve periodo de entusiasmo entre las filas republicanas y de desconcierto entre las dem¨®cratas, quedaron enseguida patentes ante el electorado la falta de preparaci¨®n y de experiencia de Palin. Bast¨® un par de entrevistas en televisi¨®n para dejar en evidencia las graves limitaciones de Palin que McCain y sus asesores no hab¨ªan sido capaces de descubrir o creyeron irrelevantes. La simpat¨ªa por ella persiste entre la base conservadora del pa¨ªs, pero una encuesta ayer de The New York Times expon¨ªa que el 59% de los norteamericanos no la creen preparada para el cargo.
Esa tendencia a los golpes de efecto del equipo Davis-McCain se confirm¨® poco despu¨¦s, con el estallido de la crisis financiera, con la decisi¨®n del candidato de suspender su campa?a y regresar a Washington para arreglar las cosas en el Congreso. Fue un aut¨¦ntico descalabro. La presencia de McCain encanall¨® el debate en el Capitolio, alent¨® a los radicales, que votaron contra el plan de rescate de Wall Street, y grab¨® sobre McCain la imagen de un pol¨ªtico imprevisible, carente de la templanza y el buen juicio que se requiere para hacer frente a una crisis. El efecto sobre Obama fue exactamente el contrario.
McCain sali¨® de ese episodio herido de muerte. Sucumbi¨® en los tres debates electorales y perdi¨® un mensaje coherente que trasladar a los electores. El recurso posterior a las m¨¢s gruesas palabras contra Obama, a quien el t¨¢ndem republicano llam¨® socialista, amigo de terroristas y un peligro para la naci¨®n, fue s¨®lo la prueba del descarrilamiento de la campa?a.
En los ¨²ltimos d¨ªas, Colin Powell, ex secretario de Estado con la primera Administraci¨®n Bush, y otras figuras republicanas se han pasado al campo de Obama o han abandonado a McCain, convencidos de su derrota. Su suerte depende hoy de que ese peligro del que ¨¦l alerta desate una ola de p¨¢nico entre los votantes, una posibilidad muy remota. Su prestigio y su leyenda pueden tambi¨¦n caer con ¨¦l el martes.
Las frases
- "Me enamor¨¦ de mi pa¨ªs cuando estaba preso en otro. Lo am¨¦ por su decencia, su fe en la justicia y la bondad de su gente".
- "Siempre he trabajado con los dos partidos para solucionar problemas. Como presidente, tender¨¦ mi mano a cualquiera que ayude a que este pa¨ªs vuelva a moverse".
- "En su corta carrera, Obama no entiende nuestros retos de seguridad nacional. No tenemos tiempo para entrenar becarios".
- "Cre0 en la recompensa del trabajo duro y en dejar que la gente conserve el fruto de su trabajo.
- "Obama ya est¨¢ midiendo las cortinas de la Casa Blanca, mientras planea subir los impuestos, incrementar el gasto y aceptar la derrota en Irak".
LA CAMPA?A DE JOHN McCAIN
18 meses de golpes de efecto y frialdad con el partido
- 25 de abril de 2007. John McCain anuncia oficialmente su candidatura. Su campa?a arranca entre dificultades: Mitt Romney y Rudolph Giuliani le superan cuanto a fondos recaudados.
- 10 de julio de 2007. McCain no despega en los sondeos. La falta de fondos le obliga a despedir a docenas de colaboradores. El jefe de campa?a, Terry Nelson, deja el equipo.
- 8 de enero de 2008. McCain gana en New Hampshire, tras haberse colocado tercero en los caucuses inaugurales de Iowa, el d¨ªa 3.
- 29 de enero de 2008. Gana en Florida, uno de los Estados clave. La victoria se suma a la lograda 10 d¨ªas antes en Carolina del Sur y le convierte en favorito. Desde 1980, el ganador en Carolina del Sur acaba siendo el candidato republicano a la Casa Blanca.
- 5 de febrero de 2008. Se impone en el supermartes por n¨²mero de Estados y delegados ganados. Dos d¨ªas despu¨¦s Mitt Romney se retira. El camino de McCain se despeja, y la atenci¨®n se centra en el bando dem¨®crata durante los siguientes meses.
- 26 de julio de 2008. McCain ataca a Obama por haber cancelado una visita a una base militar estadounidense en Alemania en la que se recuperan soldados heridos. Es uno de los s¨ªntomas que se?alan un cambio hacia una estrategia m¨¢s agresiva.
- 20 de agosto de 2008. Ante una periodista que le pregunta cu¨¢ntas casas posee, McCain responde, tras algunos momentos de duda, "m¨¢s de cuatro". Investigaciones de medios como The New York Times aclarar¨¢n que McCain posee al menos siete. El episodio le da?a, mientras Obama sale reforzado de la Convenci¨®n Dem¨®crata.
- 29 de agosto. McCain recupera protagonismo al elegir a Sarah Palin como candidata a vicepresidenta. La decisi¨®n parece impulsar a McCain entre las bases m¨¢s conservadoras del partido.
- 4 de septiembre. Asume la candidatura republicana con el discurso de clausura de la Convenci¨®n nacional del partido. Con tono critico, se distancia de la Administraci¨®n Bush y promete "restaurar el orgullo y los principios" republicanos.
- 24 de septiembre. Suspende su campa?a para acudir a Washington y hacer frente a la tormenta financiera. Propone retrasar el primer debate con Obama.
- 26 de septiembre, 7 y 15 de octubre. McCain no consigue en ninguno de los tres cara a cara poner en dificultades a Obama. El dem¨®crata ampl¨ªa paulatinamente su ventaja tras un breve periodo de inflexi¨®n coincidente con la elecci¨®n de Palin.
- 19 de octubre. Colin Powell respalda la candidatura de Obama y critica la actitud cada vez m¨¢s negativa de la campa?a de McCain. El ex secretario de Estado es el m¨¢s representativo de un grupo de altos cargos republicanos que dan la espalda a McCain.
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