El 'yogur especial' de Lou Reed
Un intenso paseo por Pamplona. Y si aprieta el hambre, pinchos y la cuajada favorita del rockero
Pamplona ha conseguido rebajar su tama?o unamuniano. Si el fil¨®sofo bilba¨ªno conceb¨ªa como ciudad ideal aquella en la que un paseo le pudiera llevar del centro al campo en 15 minutos, la capital navarra permite pasar hoy de la plaza del Castillo a las riberas del Arga en tan s¨®lo 12,37 minutos. Todo a paso de profesor salmantino pero, eso s¨ª, la trampa es utilizar el reci¨¦n estrenado ascensor que baja de las antiguas murallas al paseo fluvial. El progreso es lo que tiene. A veces te sube hasta el piso 14; otras te deja a solas rodeado de ¨¢lamos, molinos, presas, barbos, huertas y patos
azulones.
Lo que s¨ª ha aumentado es la paleta de colores. Pamplona ofrece hoy algo m¨¢s que su tradicional blanco y rojo. La ciudad de los encierros ha reinventado el verde de su r¨ªo, ha desempolvado el gris de sus palacios y luce orgullosa su auditorio negro con forma de baluarte. Entre medias han llegado tambi¨¦n los comedores acristalados, las bicis de alquiler y los locales t¨¢ndem: caf¨¦s-librer¨ªa, tiendas-galer¨ªa... etc¨¦tera.
Un buen sitio para arrancar el d¨ªa desayunando en Pamplona es el Caf¨¦ Vien¨¦s (www.cafevienes.com), un agradable oct¨®gono acristalado perdido en medio de los jardines de la Taconera, ideal para aquellos a los que les gusta desperezarse con tres peri¨®dicos. Despu¨¦s, lo mejor es empezar directamente por el r¨ªo, tomando el ascensor que en mitad de la calle de los Descalzos nos bajar¨¢ al puente de la Rochapea, el punto intermedio del paseo fluvial del Arga. El recorrido suma 11 kil¨®metros de senda por las riberas entre puentes medievales, choperas y rincones que el cineasta Montxo Armend¨¢riz incluy¨® entre sus Secretos del coraz¨®n.
Palacete medieval
La subida de nuevo a intramuros se puede hacer emulando al peregrino, por el portal de Zumalakarregi, para llegar a la izquierda por la muralla del Red¨ªn hasta el Mes¨®n del Caballo Blanco (Del Red¨ªn, s/n. 948 21 15 04. Abre de jueves a domingo), un antiguo palacete medieval reconvertido en la terraza estrella de la ciudad, con espl¨¦ndidas vistas aireadas y espacio de conciertos chill-out en verano. Al lado, la plaza de San Jos¨¦, rodeada de anticuarios y conventos, consigue algo que pocos espacios logran: encerrar el silencio. Junto a ella se alza la catedral. Conviene visitarla con fe de espele¨®logo, confiando en que lo mejor esperar¨¢ al fondo: del pastiche neocl¨¢sico de la fachada se pasa a un excelente claustro g¨®tico, y si se convence al cura se acceder¨¢ a la gran joya: esa sacrist¨ªa rococ¨® recargada en rojo que, seg¨²n Victor Hugo, invitaba al pecado.
Bajando por la calle del Curia hay un interesante caf¨¦-librer¨ªa llamado La Hormiga At¨®mica (Curia, 4), con especialidad en ensayo pol¨ªtico y agradable patio tropical. M¨¢s abajo, en el cruce de Mercaderes, tenemos a la izquierda la subida de la calle de Estafeta, el templo del encierro y del pincho. Es hora del amaiketako (en euskera, el tentempi¨¦ de las once). El bar Gaucho (Espoz y Mina, 4) ofrece la barra m¨¢s donostiarra de la ciudad, con el pimiento relleno de lenguado o el crujiente de ajoarriero con huevo como grandezas de la comida en miniatura.
En la plaza del Castillo veremos la reforma del hotel La Perla (948 22 30 00), con su fachada intacta que ha dado cabida al lujo m¨¢s refinado: desayunos con champ¨¢n y escaparate al encierro por 150 euros, o la suite de Hemingway por 450 euros. Al otro lado de la plaza, el caf¨¦ Roch (Comedias, 6) conserva el aire de su fundaci¨®n en 1898 y tiene un frito de pimiento que es toda una instituci¨®n. Y si hay ganas de combinar el arte con la moda, dos buenas tiendas-galer¨ªa en esa misma zona son Minx (Pozoblanco, 20) y Rhuna (Comedias, 21).
Para un homenaje top navarro, nada como el Hartza (Labrit, 19. 948 22 45 68; men¨², 60 euros). Es el reino de la cocina de producto con may¨²scula, indispensable para apasionados de la caza y con un milhojas de patata con trufas y foie capaz de grabarse en la memoria como la magdalena de Proust. Con terraza en la misma plaza est¨¢ La Dolce Vita (plaza del Castillo, 40. 948 20 76 81), con un men¨² exquisito por 18 euros y donde lo navarro tiene un toque m¨¢s moderno: hongos, piquillos, pero tambi¨¦n parmesano o crema de pistacho. Y para carn¨ªvoros hay que apuntar el Zaldiko (Santo Domingo, 39. 948 22 22 77), con un men¨² de sidrer¨ªa por 33 euros y donde el chulet¨®n puede dejar con ganas de hacerse navarro de por vida.
Para la digesti¨®n hay que volver a caminar pero con pausas. Un paseo por la arquitectura, empezando por el palacio del Condestable, el esquinazo recientemente remodelado que se alza como un flatir¨®n renacentista entre la calle Mayor y la de Jarauta. Cruzando Santo Domingo se puede ver el Archivo de Navarra, un palacio del XII rehabilitado por Rafael Moneo, y ya fuera del casco antiguo no hay que perderse el Baluarte (www.baluarte.com), un imponente edificio de granito negro Zimbabwe firmado por Patxi Mangado que alberga congresos y un auditorio cuya ac¨²stica ya ha sido elogiada por el piano de Krystian Zimerman y en breve lo har¨¢ el clarinete de Woody Allen. Junto al Baluarte se halla la Ciudadela, una antigua fortaleza que hoy cede sus polvorines para exposiciones y que puede recorrerse en las bicis municipales que se alquilan en una esquina del principal pulm¨®n de la ciudad, el parque Vuelta del Castillo, otro tour m¨¢s por el verde amurallado.
Cena en los tejados
La terraza-mirador sobre el mismo ascensor del Arga, el Portal de Descalzos (Descalzos, 56. 948 21 36 83. Men¨² diario, 18 euros; men¨² de fin de semana, 32 euros) es una buena opci¨®n para cenar ecol¨®gico y slow food. La carta es tremendamente fiel a las estaciones, tanto que su chef la cambia mirando al cielo: "Se van los vencejos, empieza la cuchara". Adem¨¢s, los platos llevan el nombre del proveedor y la procedencia: tomates de Lodosa, solomillos de Garralda y cuajada de Beruete, la misma que compra Lou Reed cuando viene a la vecina San Sebasti¨¢n y la llama special yoghourt.
Tras la cena, en la ciudad de los sanfermines la noche es siempre prometedora. Dos buenas opciones para empezar el poteo en atm¨®sfera moderna est¨¢n en la plaza de Navarrer¨ªa: Aldapa y Barbacoa. Para ambiente gay est¨¢ el Nicolette (Tejer¨ªa, 34), y para ¨²ltimas horas, Cavas y Kato's, en la bajada del Labrit. Son los m¨¢s tard¨ªos y con ello los que m¨¢s opci¨®n dan para comprobar si Pamplona, como dijo Victor Hugo, invita o no al pecado.
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