Rusia + Brasil = sex appeal
"No puedes tener estrellas en
un equipo ganador, s¨®lo grandes jugadores".
Luiz Felipe Scolari,
entrenador del Chelsea
Una noche hace cuatro a?os Roman Abramovich, flamante due?o del Chelsea, estaba sentado en la sala ultraVIP del estadio del Bayern M¨²nich embobado ante un televisor. La sala estaba abarrotada y hab¨ªa mucho ruido pero el ruso no se enteraba de nada salvo de lo que ve¨ªa en la pantalla: un gol tras otro, una jugada tras otra, de los gal¨¢cticos del Real Madrid. Florentino P¨¦rez estaba en la sala tambi¨¦n, porque esa noche el Madrid jugaba en la Champions contra el Bayern. P¨¦rez se fij¨® en Abramovich, dio media vuelta hacia los directivos que le rodeaban y -medio en broma, medio en serio- exclam¨®: "?Apagad el televisor! ?Por Dios, apagad el televisor!".
Abramovich, como todo el mundo ya sab¨ªa, estaba dispuesto a gastar lo que fuera necesario, y m¨¢s, para armarse un gran equipo. Lo logr¨®, y cuatro a?os m¨¢s tarde el Chelsea se ha convertido, de la nada, en el conjunto m¨¢s temible de Europa. Pero Abramovich quiere m¨¢s. Como se pudo intuir aquella noche en Alemania, el ruso no s¨®lo quiere respeto, tambi¨¦n quiere amor; quiere un equipo sexy. Hasta esta temporada su Chelsea hab¨ªa sido el anti Real Madrid gal¨¢ctico: una m¨¢quina que arrollaba al rival sin piedad o gracia; un equipo que despertaba el inter¨¦s del cerebro, pero no del coraz¨®n.
Ese fue el modelo ganador que cre¨® el primer entrenador que contrat¨® el ruso, Jos¨¦ Mourinho, y que consolid¨® su l¨²gubre sucesor, Avram Grant. Este verano el ruso rompi¨® el molde y se anim¨® a hacer una revoluci¨®n brasile?a.
Abramovich, el personaje p¨²blico, es raro, inescrutable, enigm¨¢tico. Pero lo que est¨¢ claro es que el hombre es listo y muy astuto. Nunca m¨¢s, quiz¨¢, que con la contrataci¨®n de su nuevo entrenador, Luiz Felipe Scolari, el brasile?o alto y sereno que gan¨® la Copa del Mundo en 2002. Todo indica que por fin Abramovich podr¨¢ reconciliar sus dos fantas¨ªas, ganar y provocar admiraci¨®n. Es verdad que el domingo pasado el Chelsea tuvo su primera derrota de la temporada, en casa contra el Liverpool (0-1), pero el ruso se quedar¨¢ con el consuelo de que hoy su equipo enamora mucho m¨¢s (y marca un 50% de goles m¨¢s) que el de Rafa Benitez.
A pesar de haber perdido por lesi¨®n, y por la casi totalidad de la temporada, a la figura dominante del medio campo, el devastador Michael Essien, y de casi no contar con su mejor goleador, el tambi¨¦n lesionado Didier Drogba, el Chelsea ha logrado destilar bajo Scolari un f¨²tbol que combina la fuerza con el toque, la pegada con la fluidez. La moral del equipo est¨¢ alta y jugadores como Frank Lampard y John Terry, indiscutibles de la selecci¨®n inglesa, han descubierto que se equivocaron al creer que Mourinho era El Especial, el irrepetible, el mejor. Sin olvidar los mecanismos defensivos que les inculc¨® el portugu¨¦s, Scolari les ha liberado; les ha dicho que se expresen, que el f¨²tbol es m¨¢s que contraataque, que al bal¨®n hay que conservarlo y acariciarlo: exactamente lo que hizo Lampard con el gol que marc¨® el mi¨¦rcoles en Liga contra el Hull City, una vaselina con el pie izquierdo desde la esquina del ¨¢rea que Scolari calific¨® como el mejor gol que hab¨ªa visto en su vida, y que Abramovich podr¨¢ saborear en su televisor por el resto de sus d¨ªas, con el placer de empezar a intuir que las envidias gal¨¢cticas son cosa del pasado.
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