Felicidad
El 24 de diciembre de 1973, el ?ato Fern¨¢ndez y el Ruso Rosencof volvieron a inventar el sistema morse.
Los dos estaban en una c¨¢rcel de Uruguay, por Tupamaros. Afuera los militares preparaban cordero para celebrar la fiesta, y ellos estaban pudri¨¦ndose en el tercer mes de prisi¨®n.
Rosencof hab¨ªa sido torturado, confinado en silencio, alojado entre sus orines. Y Fern¨¢ndez viv¨ªa el mismo calvario.
Pero aquella noche penetr¨® en las pocilgas a las que los hab¨ªan reducido un olor que invitaba a imaginarse otra vida afuera.
Entonces Rosencof, Mauricio Rosencof, que tambi¨¦n era poeta, escuch¨® que el ?ato Fern¨¢ndez ara?aba la pared, para comunicarse. A Rosencof ese aviso le pareci¨® una llamada de auxilio. Respondi¨® por el mismo m¨¦todo. Y luego el ?ato call¨®, dio unos golpes secos que el Ruso se puso a descifrar. Eran letras.
Era el sistema morse, o era un sistema morse. Y el Ruso fue anotando, hasta que descifr¨® la palabra entera, n¨ªtida, como otro olor que entrara en la celda. La palabra Felicidad.
En aquella pocilga, a diez a?os de su liberaci¨®n, los dos compa?eros se deseaban Felicidad. No la tuvieron, casi nunca, dentro de aquellas paredes, y de las que siguieron siendo el escenario de su cautiverio.
Esta semana estaban los dos en Buenos Aires, presentando el libro escalofriante (Memorias del calabozo) donde reproducen el di¨¢logo que mantuvieron un a?o despu¨¦s de haber sido liberados, en 1986. Uno, el ?ato, es presidente del Senado de su pa¨ªs, y el Ruso es l¨ªder cultural del Ayuntamiento de Montevideo. Sorprende que no haya ah¨ª ni odio, pero tampoco olvido. Le pregunt¨¦ al Ruso si no tuvo odio, nunca.
-No, odio para qu¨¦. Yo soy un pol¨ªtico.
Estuvo 17 d¨ªas en un gallinero, preso por un sanguinario que se llamaba Gavazzo. Un d¨ªa se lo encontr¨® en la calle, hace tres a?os; El Ruso iba con su Chevrolet, y el torturador paseaba en bermudas. El coche le cerraba el paso, hasta que Rosencof hizo un movimiento y le dej¨® pasar. Le dijo el torturado al torturador:
-?Qui¨¦n te iba a decir, gordo, que un d¨ªa, despu¨¦s de lo que pas¨®, te iba a dejar paso?
Y el militarote, que ahora est¨¢ en la c¨¢rcel uruguaya, le respondi¨®, tan s¨®lo:
-Correcto.
El Ruso lo contaba ante una ensalada de lechuga. Alguien le pregunt¨® c¨®mo se hab¨ªa salvado all¨¢ adentro, c¨®mo no enloqueci¨®. Tom¨® un sorbo de agua con gas, y dijo:
-El humor. Al humor habr¨ªa que crearle un premio Nobel. Es lo que te da la felicidad.
Felicidad. Con todas las letras. -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.