?Qui¨¦n mueve al nuevo Rayo?
Nunca le faltaron ep¨ªtetos al Rayo Vallecano. "?Es el ¨²nico barrio con un equipo en categor¨ªa profesional!", presumen los unos. "?Somos el orgullo del obrero madrile?o!", apuntan los otros. As¨ª fue el Rayo desde su fundaci¨®n, en 1924, en casa de Do?a Prudencia Priego. Un club modesto que representaba a los desfavorecidos, a los humildes, a los trabajadores que poblaban la villa de Vallecas. Un grupo de vecinos que, terminados los partidos, dejaban las gradas para tomar el c¨¦sped a golpe de bocatas y botas de vino. "Este club ha sido siempre nuestra se?a de identidad", explica Francisco Peco, de 65 a?os y presidente de la Federaci¨®n de Pe?as. "Nac¨ª en Vallecas cuando era un pueblo donde no hab¨ªa nada. Ten¨ªamos que ir a Madrid para cualquier cosa. ?Qu¨¦ nos quedaba excepto el Rayito? Era nuestra distracci¨®n dominical..."
"Do?a Teresa es una madre para todos nosotros", afirma el capit¨¢n
"Los barrios unen m¨¢s que las grandes ciudades", explica la presidenta del club
"?Yo tambi¨¦n recuerdo aquellas comidas en el campo!", confiesa M¨ªchel, el capit¨¢n rayista, nada m¨¢s terminar el entrenamiento de su equipo, que hoy juega en Tenerife. El jugador, de 33 a?os, no debe escudri?ar mucho en su memoria. "Esas reuniones sobre el c¨¦sped se hicieron hasta hace bien poco. Pero llegaron las televisiones. Y retransmitir partidos por la ma?ana no era rentable en t¨¦rminos de audiencia".M¨ªchel fue uno de esos ni?os vallecanos que so?aba con jugar en el Rayito. Su familia viv¨ªa en la avenida de Pablo Neruda, a pocas manzanas del estadio. Entr¨® a los 13 a?os en el equipo, y salvo un tiempo en Murcia, M¨¢laga y Almer¨ªa, jug¨® siempre en el equipo franjirrojo. "Volv¨ª hace dos a?os [el Rayo estaba a¨²n en Segunda B] para sentirme otra vez futbolista. Toqu¨¦ fondo, y no hab¨ªa mejor sitio para remontar el vuelo que entre mi gente".
Su gente, una afici¨®n sorprendente, llen¨® el estadio en junio ante el Benidorm, cuando se luchaba por ascender tras cuatro a?os en Segunda B. Ahora, ya en Segunda, la asistencia media es de 9.500 espectadores, una cifra que en algunos partidos supera al propio Getafe, pese a que los getafenses les superan en abonados (10.500, por 8.600 del Rayo). "?Ni siquiera llen¨¢bamos en Primera", recuerda M¨ªchel, un integrante del plantel cuando lo dirig¨ªa Juande Ramos en el a?o 2000. Los franjirrojos fueron l¨ªderes cuatro jornadas, y jugaron la Copa de la UEFA. Y ni por esas. Hasta la presidenta Teresa Rivero protest¨® por la ausencia de aficionados en las gradas.
?Qu¨¦ ha provocado entonces que la gente acuda m¨¢s al estadio? ?Se debe s¨®lo a haber ascendido? ?Existe una nueva afici¨®n rayista? El entrenador Pepe Mel (Madrid, 45 a?os) apunta en dos direcciones. "Llevamos a?o y medio sin perder en casa. Eso atrae espectadores. Y sobre todo, nuestra afici¨®n es cada vez m¨¢s joven: el 80% de la grada debe rondar los 20 a?os", asegura el t¨¦cnico. Francisco Peco, el presidente de la Federaci¨®n de Pe?as, anota otro factor importante: "13 jugadores han nacido en Madrid, en la ciudad de su equipo. ?Eso no lo iguala en Espa?a ni el Athletic de Bilbao!", presume Peco. Muchos de esos j¨®venes espectadores son los hijos de antiguos socios, algunos de ellos desencantados, como Antonio Gim¨¦nez, de 75 a?os, con carn¨¦ rayista desde los 18, y due?o del taller situado bajo un fondo del estadio. "Llegaron los Ruiz-Mateos y se acab¨® el esp¨ªritu de este club. No nos dejaron opinar. Se quejaban de que no iba gente al estadio. ?Pero si los echaron ellos!", dice.
Su opini¨®n no la comparte casi nadie. "Ellos nos salvaron al comprar el club y avalar la deuda que hab¨ªa dejado el anterior presidente", afirma Francisco Peco. "Nunca se hab¨ªa visto aqu¨ª una etapa de mayor tranquilidad", a?ade M¨ªchel. El empresario jerezano Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos desembarc¨® en el club en 1991, durante la conversi¨®n de los clubes en Sociedades An¨®nimas, y presidi¨® el club dos a?os. Despu¨¦s apareci¨® una figura imprescindible en la historia reciente del club: Teresa Rivero. Nunca antes una mujer presidi¨® un equipo de Primera. "No ten¨ªa ni idea de f¨²tbol, y me dec¨ªan ?d¨®nde va esa se?ora!", recuerda la presidenta del Rayo, de 73 a?os, y hasta entonces ama de casa. "El Rayo ahora me da la vida". En un momento econ¨®mico dif¨ªcil, los Ruiz Mateos (controlan m¨¢s del 90% de las acciones) estuvieron cerca de vender el club. "Vino un se?or a casa para cerrar la compra. Me ech¨¦ a llorar. Uno de nuestros hijos le dijo a mi marido, '?mam¨¢ tiene un disgusto!'... Y no los vendimos", dice Rivero.
"Do?a Teresa es una madre para todos nosotros", reconoce M¨ªchel. La presidenta -el estadio lleva su nombre tras un refer¨¦ndum con los abonados- acompa?a al equipo en todos los desplazamientos. Cre¨® un centro social para la gente desfavorecida del barrio. Y puso dinero de su bolsillo para pagar el autob¨²s a los 3.600 aficionados que viajaron a Zamora y Benidorm para animar al equipo en la promoci¨®n a Segunda. "Quiere tanto a Vallecas que a Florentino P¨¦rez [el ex presidente del Madrid], cuando est¨¢bamos en Primera, le trajo a comer al barrio, y no a un restaurante de lujo, como se estila en las comidas entre directivas", dicen desde el club.
La presidenta conect¨® con un barrio con m¨¢s de 500.000 habitantes, "de gente trabajadora y humilde, algunos ni siquiera mileuristas", dice Pepe Mel. "Puede que la gente haya prosperado aqu¨ª, pero contin¨²a su esp¨ªritu obrero. Y a¨²n nos conocemos todos", a?ade Peco. Quiz¨¢s sea ¨¦sta la gran diferencia con equipos como el Getafe. "Puede que los barrios peque?os unan m¨¢s que las grandes ciudades", concede Teresa Rivero. "?Pero tambi¨¦n es posible que el club est¨¦ trabajando muy bien!".
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