El remolino que no para de agrandarse
Los datos econ¨®micos rara vez inspiran pensamientos po¨¦ticos. Pero mientras contemplaba el conjunto de cifras m¨¢s reciente, me di cuenta de que me pasaba por la mente William Butler Yeats: "Girando y girando en el remolino que no para de agrandarse / El halc¨®n no oye al halconero; / Las cosas se desmoronan; el centro no se sostiene".
En este caso, el remolino que no para de agrandarse ser¨ªan los bucles de retroalimentaci¨®n (adi¨®s a la poes¨ªa) que hacen que la crisis financiera se descontrole todav¨ªa m¨¢s. El desdichado halconero ser¨ªa, supongo, Henry Paulson, el secretario del Tesoro .
Y el remolino sigue agrand¨¢ndose de formas nuevas y terror¨ªficas. Mientras Paulson y sus hom¨®logos de otros pa¨ªses tomaban medidas para rescatar a los bancos, nuevos desastres se acumulaban en otros frentes.
Lo realmente escandaloso es el modo en que la crisis se est¨¢ extendiendo a los mercados emergentes
Algunos de estos desastres ya se preve¨ªan m¨¢s o menos. Los economistas ya ven¨ªan pregunt¨¢ndose desde hace tiempo por qu¨¦ los fondos de cobertura no se ve¨ªan afectados por la carnicer¨ªa financiera. Ya no tienen que pregunt¨¢rselo por m¨¢s tiempo: los inversores est¨¢n retirando su dinero de estos fondos, obligando a sus gestores a obtener efectivo vendiendo acciones y otros activos a precio de saldo.
Sin embargo, lo realmente escandaloso es el modo en el que la crisis se est¨¢ extendiendo a los mercados emergentes, a pa¨ªses como Rusia, Corea del Sur y Brasil.
Estos pa¨ªses se vieron afectados de lleno por la anterior crisis financiera mundial, a finales de la d¨¦cada de 1990 (que en aquel momento parec¨ªa algo terrible, pero fue como pasar un d¨ªa en la playa comparado con la que se nos ha echado encima ahora). Estos pa¨ªses respondieron a la experiencia acumulando enormes reservas de d¨®lares y euros, que supuestamente deb¨ªan protegerlos en caso de futura necesidad. Y parece que fue ayer cuando todo el mundo hablaba del "desacople", la supuesta capacidad de las nuevas econom¨ªas de mercado para seguir creciendo aunque Estados Unidos entrase en recesi¨®n. "El desacople no es un mito", aseguraba The Economist a sus lectores en marzo. "De hecho, puede que incluso salve a la econom¨ªa mundial".
Eso era entonces. Ahora los mercados incipientes est¨¢n en un buen apuro. De hecho, dice Stephen Jen, principal economista de divisas de Morgan Stanley, el "aterrizaje forzoso" de los nuevos mercados podr¨ªa convertirse en el "segundo epicentro" de la crisis mundial (los mercados financieros estadounidenses fueron el primero).
?Qu¨¦ ha ocurrido? En la d¨¦cada de 1990, los gobiernos de los mercados emergentes eran vulnerables porque se hab¨ªan acostumbrado a pedir prestado en el extranjero; cuando los d¨®lares dejaron de afluir, se vieron empujados al borde del abismo. Desde entonces, han tenido cuidado de endeudarse principalmente en los mercados nacionales, al tiempo que acumulaban enormes reservas de d¨®lares. Pero toda su cautela no ha servido para nada porque el sector privado ha hecho caso omiso del riesgo.
En Rusia, por ejemplo, los bancos y las grandes empresas corrieron a pedir prestado en el extranjero, porque los tipos de inter¨¦s en d¨®lares eran m¨¢s bajos que en rublos. As¨ª que, mientras el Estado ruso acumulaba una impresionante reserva de moneda extranjera, las empresas y los bancos rusos acumulaban una deuda externa igualmente impresionante. Ahora les han cortado las l¨ªneas de cr¨¦dito, y su situaci¨®n es esperada.
Es innecesario decir que los problemas actuales en el sistema bancario y los nuevos problemas de los fondos de cobertura y de los nuevos mercados se refuerzan mutuamente. Las malas noticias engendran malas noticias, y el c¨ªrculo de dolor sigue agrad¨¢ndose.
Mientras tanto, los pol¨ªticos estadounidenses siguen mostr¨¢ndose reacios a hacer lo que hay que hacer para controlar la crisis. Fue una buena noticia que Paulson accediese por fin a inyectar capital en el sistema bancario a cambio de la propiedad parcial. Pero la semana pasada Joe Nocera, de The Times, se?alaba un fallo esencial del plan del Tesoro estadounidense para rescatar a los bancos: no contiene garant¨ªas contra la posibilidad de que los bancos sencillamente se guarden el dinero. "A diferencia del Gobierno brit¨¢nico, que ha acondicionado las inyecciones de capital a la concesi¨®n de cr¨¦ditos, a nuestro Gobierno parece que le da miedo hacer cualquier cosa que no sea rogar". Y c¨®mo no, parece que los bancos se est¨¢n dedicando a acumular dinero.
Hoy est¨¢n pasando cosas raras en lo que respecta al mercado hipotecario. Yo cre¨ªa que lo que el Gobierno federal pretend¨ªa con la absorci¨®n de las agencias de pr¨¦stamo Fannie Mae y Freddie Mac era eliminar los temores acerca de su solvencia y de ese modo bajar los tipos hipotecarios. Pero algunos altos cargos insisten en negar que la deuda de Fannie y Freddie est¨¦ respaldada por "toda la fe y el cr¨¦dito" de la Administraci¨®n P¨²blica estadounidense y, en consecuencia, los mercados siguen tratando la deuda de las agencias como un activo arriesgado, lo cual hace subir los tipos de inter¨¦s en un momento en el que deber¨ªan estar bajando.
Lo que ocurre, sospecho, es que la ideolog¨ªa antiestatal del Gobierno de Bush sigue impidiendo que se tomen medidas efectivas. Los acontecimientos han obligado a Paulson a nacionalizar parcialmente el sistema financiero, pero ¨¦l se niega a usar el poder que conlleva esa propiedad.
Sean cuales sean los motivos para que persista la debilidad en la pol¨ªtica, es evidente que la situaci¨®n sigue sin estar controlada. Todo se est¨¢ yendo a pique.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Econom¨ªa 2008. ? 2008 New York Times Service. Traducci¨®n de News Clips.
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