"La gente sabe que no tiene derecho a decirme c¨®mo vivir"
La brit¨¢nica Debbie Purdy, con esclerosis m¨²ltiple, prepara su muerte - No quiere que procesen a su marido por ayudarla en los ¨²ltimos momentos
Debbie Purdy no se cansa de repetirlo: "Amo la vida. Soy una persona feliz. No quiero morir, pero quiero estar segura de que no procesar¨¢n a mi marido si me ayuda a morir". Sabe que ese d¨ªa puede llegar. A¨²n puede tardar muchos a?os, pero alg¨²n d¨ªa quiz¨¢s tendr¨¢ que pedir a su marido que la lleve a Suiza, a morir sin dolor pero con dignidad. Porque padece esclerosis m¨²ltiple: "Como mi deterioro f¨ªsico es m¨¢s r¨¢pido que el deterioro emocional, quiz¨¢s no sea capaz f¨ªsicamente de hacerlo por m¨ª misma".
"Quiero saber que si mi marido empuja mi silla de ruedas o compra un billete de avi¨®n no va a ser procesado. Pero me dicen que lo haga primero y luego ya me dir¨¢n si procesan a alguien. Eso es una locura. Tendr¨ªamos que saber ahora en qu¨¦ momento se quebranta la ley", se indigna. Por eso, Debbie ha llevado su caso a los tribunales. Pero su batalla no es contra los jueces, que esta misma semana han fallado en su contra, sino contra los pol¨ªticos, a los que llama "cobardes" por preferir la situaci¨®n actual de nebulosa.
"Tengo un marido al que quiero, y amigos. Soy una persona muy feliz"
"El Parlamento reh¨²ye con cobard¨ªa hablar de una ley de 1961"
Debbie, de 45 a?os, ha sido siempre una mujer muy activa. Ha vivido y trabajado en medio mundo: en Noruega, en Jap¨®n, en Hong Kong, en Singapur, en Malasia, escribiendo m¨²sica, vendiendo joyer¨ªa, trabajando como bailarina, como camarera, como periodista. En 1995 conoci¨® a su marido, Omar Puente, un m¨²sico cubano de latin-jazz, cuando le entrevist¨® en Singapur para la revista M3 Music Magazine. "Fue una entrevista muy larga, ya me entiendes, ja, ja, ja...", r¨ªe Omar con picard¨ªa al otro lado del tel¨¦fono. Muy poco despu¨¦s, Debbie se enter¨® de su enfermedad y Omar le dijo que se fuera a vivir con ¨¦l. Hasta ahora.
En 2001, cuando Diane Pretty, una mujer que padec¨ªa una enfermedad degenerativa de las neuronas motoras, perdi¨® un c¨¦lebre caso en el que ped¨ªa el derecho a que su marido la ayudara a morir en Inglaterra, Debbie empez¨® a pensar qu¨¦ pasar¨ªa cuando ella estuviera en esa situaci¨®n. "Pens¨¦ en registrarme con alg¨²n m¨¦dico en Holanda, pero la ley holandesa es s¨®lo para los residentes all¨ª", lamenta.
"El parlamento reh¨²ye con cobard¨ªa hablar de eso. Se trata de una ley que no se ha modificado desde 1961. En 1961, Argelia era una colonia de Francia, nunca se hab¨ªa hecho un trasplante de coraz¨®n, Martin Luther King, Malcolm X y John F. Kennedy estaban todos vivos, a¨²n no hab¨ªan empezado los disturbios de Irlanda del Norte, y creo que la guerra de Vietnam tampoco. Quiz¨¢s la ley era perfecta para lo que la gente pensaba en 1961, pero las cosas han cambiado. M¨¦dicamente, socialmente, culturalmente. La semana que viene tendremos en Estados Unidos o un presidente negro o una mujer vicepresidenta. ?Cree usted que alguien podr¨ªa haber imaginado eso hace 50 a?os? Las cosas no son ahora como en 1961", proclama.
"La raz¨®n de que los pol¨ªticos no est¨¦n discutiendo eso es que son cobardes", insiste. "Creen que lo mejor es mantener el statu quo y no hablar de eso porque los grupos religiosos meten mucho ruido y van a decir que s¨®lo Dios puede acabar la vida y cualquier otra cosa tiene que ser perseguida. Pero, ?los trasplantes van contra Dios? Tengo muchos amigos que son muy religiosos, de diversas religiones, que me dicen que me apoyan, que intentar¨ªan hablar conmigo para convencerme porque sus creencias as¨ª les impulsan, pero admiten que al final, la decisi¨®n es m¨ªa. Est¨¢ bien que la gente tenga creencias diferentes, c¨®digos morales diferentes, pero creo que deber¨ªamos ser capaces de vivir por nosotros mismos, no por los c¨®digos de los otros", dice en un torrente de palabras. "Hace a?os se ve¨ªan razonables las cruzadas para extender la cristiandad, ahora vemos rid¨ªculo lo que ocurre en Oriente Pr¨®ximo con el Islam. La gente considera inaceptable forzar a otros a tener sus mismas ideas o vivir con su mismo c¨®digo moral", asegura. "Con la idea del suicidio ocurre lo mismo. La gente puede no estar de acuerdo, pero no creen que tengan derecho a decirme c¨®mo tengo que vivir yo. Hemos tenido un apoyo enorme de quienes tienen ideas diferentes a las nuestras. Es una cuesti¨®n de autonom¨ªa y de derechos humanos. Tenemos el derecho de ser diferentes".
Algunos creen que ha sido un error ir a los tribunales porque ning¨²n familiar o amigo de los 101 brit¨¢nicos que han ido a Suiza a acabar con su vida ha sido procesado y quiz¨¢s ahora la polic¨ªa se sienta m¨¢s presionada a actuar. "Primero, es una locura decir que el sistema legal brit¨¢nico otorga carta blanca para procesar, de la misma manera que tampoco da inmunidad absoluta", responde. Y, segundo, "puede ocurrir que alg¨²n d¨ªa sea pol¨ªticamente conveniente procesar a alguien, y eso no es justo", a?ade.
Debbie asegura que la enfermedad no ha cambiado su car¨¢cter. "Si tuviera la opci¨®n de no tenerla, no la tendr¨ªa. Pero la tengo y, aunque no es bonito estar en una silla de ruedas, tampoco es el fin del mundo. Encuentras maneras diferentes de disfrutar de la vida. Tengo un marido encantador al que quiero mucho. Tengo grandes amigos. Soy una persona muy feliz".
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