Noche
Esta noche, fiesta1 electoral. Televisiones, radios y medios digitales se disponen a dar el do de pecho informativo para que disfrutemos, minuto a minuto, del recuento de votos y de los resultados, Estado a Estado. Conozco bastante gente dispuesta a no acostarse. Tambi¨¦n conozco a gente que pasa en vela la noche de los Oscar, aunque eso resulta m¨¢s comprensible: hay estrellas de cine, un espect¨¢culo con chistes y alg¨²n premiado que hace el rid¨ªculo. La pasi¨®n por el proceso electoral estadounidense la entiendo s¨®lo a medias.
Me explico. A estas alturas, los consumidores de informaci¨®n m¨¢s entusiastas lo saben todo sobre los problemas de Joe, el Fontanero, las aficiones cineg¨¦ticas de Sarah Palin y la carrera profesional de la mujer de Barack Obama: magn¨ªficas an¨¦cdotas irrelevantes. Y conocen las promesas de ambos candidatos en materia de relaciones exteriores, gesti¨®n econ¨®mica, energ¨ªa o sanidad. Eso no es irrelevante. Pero si el consumidor, adem¨¢s de entusiasta, es atento, sabr¨¢ tambi¨¦n que bastantes de las promesas se desintegrar¨¢n en cuanto entren en contacto con la realidad, es decir, con la recesi¨®n.
Las campa?as electorales abundan en elementos on¨ªricos y mensajes abstractos, dirigidos a estimular a los votantes. Es curioso que despierten tanto inter¨¦s en un p¨²blico remoto y sin derecho a voto. Lo que viene luego, la realidad, interesa a menos gente. Me siento en condiciones de garantizar (lo siento, algo as¨ª deb¨ªan decir en Banif cuando vend¨ªan bonos de Lehman Brothers) que cuando el nuevo presidente pronuncie su primer discurso sobre el estado de la naci¨®n, lejos ya de sue?os y sonrisas, para anunciar medidas concretas sobre el aqu¨ª y el ahora, muy pocos, muchos menos que hoy, trasnochar¨¢n para escucharle en directo.
Espero que esta noche sea apasionante y que todas las transmisiones desde Estados Unidos desborden rigor y amenidad. Es estupendo conocer, en el mismo momento de la madrugada en que se hacen p¨²blicos, los sondeos a pie de urna en el Estado de Nuevo M¨¦xico. Es muy posible, sin embargo, que yo opte por algo a¨²n m¨¢s estupendo: acostarme a mi hora, y descubrir por la ma?ana qui¨¦n ha ganado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.