El perrito de Sasha y Malia
En el discurso que Barack Obama dirigi¨® a los 125.000 seguidores que se reunieron en el Grant Park de Chicago para celebrar su victoria en las elecciones estadounidenses, dej¨® caer que sus hijas se hab¨ªan portado tan bien durante la campa?a que merec¨ªan el cachorro que iba a acompa?arlos a la Casa Blanca. Un perrito para Sasha y Malia. Las ni?as acompa?aron a su padre y a su madre cuando recorrieron la larga pasarela que se mont¨® en el parque para que, desde all¨ª, el nuevo presidente se dirigiera a sus seguidores (y al mundo entero). No hubo, al principio, nadie m¨¢s: como si la ¨²nica compa?¨ªa de los suyos fuera una met¨¢fora de que, ah¨ª, en la cima del poder, Obama iba a estar solo, muy solo.
Y para tomar la palabra en Chicago se qued¨®, efectivamente, solo. Desaparecieron su mujer y las ni?as, el mundo call¨® y el nuevo l¨ªder habl¨®. Dijo que en Estados Unidos todo es posible y que el cambio hab¨ªa llegado, felicit¨® a John McCain y Sarah Palin, agradeci¨® a su mujer y, antes de acordarse de su abuela, solt¨® lo del cachorro.
La puesta en escena fue impecable, muy propia de un pa¨ªs que tiene en Hollywood una de sus se?as de identidad, y las palabras que dec¨ªa Obama parec¨ªa que se le iban ocurriendo conforme las pronunciaba. Lo del cachorro podr¨ªa haber chirriado. Como chirri¨® "la ni?a de Rajoy" cuando la sac¨® de paseo en el debate televisivo de la campa?a electoral espa?ola m¨¢s reciente. O incluso pod¨ªa haber desviado la atenci¨®n del asunto principal, como ocurri¨® en la propia campa?a estadounidense con Joe, el fontanero. Pero el perrito no fue ni excusa para desatar cursiler¨ªa alguna ni para encharcarse en un debate chusco sobre una promesa populista.
Como la ¨²ltima finta que hace el goleador como si nada le costara, lo del perrito cay¨® de pasada, Y, sin embargo, ten¨ªa un sentido profundo. Porque todo el rato estuvo presente el referente de Luther King, que hab¨ªa hablado de que a sus hijos no iban a juzgarlos por el color de su piel. Lo que iban a hacer dentro de poco las hijas de Obama era corretear con su perrito por las estancias de la Casa Blanca. Y son esos juegos gratuitos de unas ni?as negras en el coraz¨®n del poder los que mejor resumen la perfecta naturalidad de una gran transformaci¨®n.
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