Guerra sin ley
Denis Johnson era hasta hace no mucho (exactamente hasta 2007, a?o en que esta desmesurada novela acerca de la Guerra de Vietnam recibi¨® el National Book Award de EE UU) un escritor casi secreto, de culto, conocido por unos pocos miles de lectores entusiastas que, adem¨¢s de pacientes, pues Johnson es uno de esos escasos novelistas que no dejan que la destructiva demanda de la industria editorial altere sus meticulosos procesos creativos, no ten¨ªan, por lo dem¨¢s, excesivos datos a los que anclar su mitoman¨ªa. Se sab¨ªa que hab¨ªa nacido en 1949 en M¨²nich (Alemania), algo raro si se tiene en cuenta que toda su narrativa, al igual que su poes¨ªa, es medular, ontol¨®gicamente norteamericana; se sab¨ªa que no viv¨ªa en una gran ciudad, como Los ?ngeles, Nueva York o Chicago, sino en la Am¨¦rica profunda, tal vez Nuevo M¨¦xico, tal vez Idaho, y se sab¨ªa que, como sus compatriotas Thomas Pynchon y Cormac McCarthy, hab¨ªa heredado de J. D. Salinger su alergia a los fastos p¨²blicos as¨ª como a superponer sobre la realidad de su obra literaria su propia imagen de autor. No abundan los retratos fotogr¨¢ficos suyos ni son demasiadas tampoco las entrevistas que ha concedido desde que a principios de los ochenta publicara su primera novela. No consta que la concesi¨®n del premio literario m¨¢s importante de EE UU haya alterado dichos h¨¢bitos, ya que al parecer ni siquiera acudi¨® a recogerlo, aunque, eso s¨ª, envi¨® una nota de agradecimiento en la que excusaba su ausencia por encontrarse en Irak, adonde hab¨ªa ido a documentarse para un reportaje, es de suponer que nada complaciente con la realidad inducida de ese pa¨ªs destrozado. Lo que s¨ª cabe esperar es que, con la relevancia ganada a ra¨ªz del premio, su obra tenga en el futuro una mayor difusi¨®n. Por ejemplo, en Espa?a, donde hasta ahora s¨®lo se hab¨ªa traducido la mitad de sus libros narrativos: la inici¨¢tica ?ngeles derrotados (Anagrama, 1986), que mereciera los elogios de Philip Roth pese a ser (o tal vez por eso) una obra demasiado primeriza; los cuentos acerca de desarrapados yonquis y dem¨¢s criaturas marginales que se reun¨ªan en Hijo de Jes¨²s (Mondadori, 2003), y El nombre del mundo (Mondadori, 2003), el circular viaje al fondo de la noche de un profesor universitario tras perder a su mujer y a su hija. Faltar¨ªan por publicarse, que tengamos noticia: Fiskadoro, una ficci¨®n posnuclear ambientada en California; Resuscitation of a hanged man, una novela de detectives cuyo investigador acaba abandonando el caso para embarcarse en una disoluta b¨²squeda de s¨ª mismo, y Already dead, una abigarrada parodia de cierta frivolidad contempor¨¢nea, te?ida, intoxicada dir¨ªamos, de un tenebroso esp¨ªritu lis¨¦rgico. Y faltar¨ªa, asimismo, toda su poes¨ªa, recopilada en 1996 en el volumen The Throne of the third heaven of the nations millennium general assembly, que toma prestado su delirante t¨ªtulo de la obra m¨¢s conocida del ya fallecido artista amateur afroamericano James Hampton.
?rbol de humo
Denis Johnson
Traducci¨®n de Javier Calvo
Mondadori. Barcelona, 2008
606 p¨¢ginas. 25,90 euros
Pero vayamos con la novela premiada, este ?rbol de humo, de m¨¢s de 600 p¨¢ginas, que, si hacemos caso de la informaci¨®n promocional, Johnson empez¨® nada menos que en 1982 y fue incrementando por temporadas hasta que acab¨® de darle forma en un intenso tour de force entre el oto?o de 2006 y comienzos de 2007. No estamos, pues, ante una obra facturada con premura para conectar con el gusto en boga entre las elites mayoritarias (?contradicci¨®n? No tanto). Estamos ante un libro desmesurado por su ambici¨®n y desmesurado por el riesgo asumido. ?Qu¨¦ otra cosa puede decirse de una novela que pretende arrojar luz sobre un asunto de trascendencia hist¨®rica tan tratado como la Guerra de Vietnam, y hacerlo sin ninguna concesi¨®n estil¨ªstica, argumental ni ideol¨®gica? La senda elegida por Johnson tiene poco que ver con cualquier idea preconcebida. No hace una obra pacifista, que se limite a execrar la guerra y el intervencionismo imperialista de su pa¨ªs; no hace, por supuesto, una obra patri¨®tica que intente salvar ese desastre que fue Vietnam; ni hace tampoco un neutro retrato de costumbres de la vida de quienes all¨ª lucharon. Johnson est¨¢ m¨¢s interesado en el destino individual que en el colectivo y su envite tiene m¨¢s que ver con las preocupaciones presentes en su obra anterior que con un alegato pol¨ªtico. Utiliza la guerra (una guerra, como ¨¦sa, nada heroica) a la manera de un escenario extremo donde plasmar su visi¨®n del hombre. En la medida en la que dicha visi¨®n sirve para entender lo inexplicable, el desprop¨®sito, por ejemplo, de mentes en principio bien amuebladas que contribuyeron a la infamia, o los excesos cometidos por soldados antes inocentes reconvertidos en criminales, ?rbol de humo es tambi¨¦n una obra acerca de la Guerra de Vietnam. Pero lo primordial, repetimos, es la idea del hombre que trasciende de ella. No es que Johnson no se pronuncie acerca de lo concreto que propici¨® aquella insensata aventura. Simplemente la cr¨ªtica est¨¢ ya impl¨ªcita en el mismo planteamiento argumental.
Los personajes de Johnson sufren atrozmente porque han sido derrotados o se han vuelto locos o est¨¢n enfermos o han tenido una p¨¦rdida insoportable, pero es de esa experiencia l¨ªmite de donde surge su redenci¨®n. No porque se arrepientan, no porque rectifiquen, sino mediante una especie de afirmaci¨®n nietzcheana de la voluntad, de perseverancia en la ra¨ªz de su propio dolor, que, cuando han tocado fondo, acaba otorg¨¢ndoles, a trav¨¦s de una revelaci¨®n o epifan¨ªa de car¨¢cter casi religioso, la capacidad de ver m¨¢s all¨¢ de s¨ª, de elevarse por encima de su condici¨®n. Un viaje de esas caracter¨ªsticas defin¨ªa tanto a los perdedores del espl¨¦ndido Hijo de Jes¨²s como al doliente profesor de El nombre del mundo, y un viaje as¨ª es el que emprenden los atribulados militares de ?rbol de humo. Da igual que sean soldados rasos, como el marinero Bill Houston, que ya aparec¨ªa en ?ngeles derrotados; oficiales como el coronel Francis Sands, tan parecido al conradiano Kurtz de El coraz¨®n de las tinieblas, o aprendices de esp¨ªa como el sobrino de aqu¨¦l, apodado Skip. Todos ellos, igual que el resto de los personajes (James, el hermano de Bill; dos militares vietnamitas, uno del sur y otro del norte; otro oficial de inteligencia llamado Storm; y hasta una misionera canadiense) se descubren tarde o temprano en una guerra que no es la suya, pero todos, traidores o no, desertores o no, asumen su fatal destino con la resignaci¨®n de quienes, al igual que Denis Johnson, intuyen que el dolor, la violencia y la muerte forman parte tan consustancial de la vida que, lejos de negarla, con frecuencia proporcionan las bases para que florezca y se regenere.
Podr¨ªa decirse mucho m¨¢s de esta extraordinaria novela, se?alar, tambi¨¦n, la premiosidad de algunos pasajes, o el desdibujamiento de algunos personajes secundarios, pero el espacio de la rese?a se acaba aqu¨ª. -
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