'Lady BMW' cay¨® en las garras del gigol¨®
Susanne Klatten, heredera de la empresa automovil¨ªstica alemana, fue extorsionada por un amante que le amenaz¨® con difundir grabaciones de sus escarceos sexuales
Helg Sgarbi tiene un don para las mujeres. M¨¢s exactamente, para las millonarias. Oficial del Ej¨¦rcito suizo, licenciado en Derecho, conserva a sus 43 a?os un aspecto juvenil y cultiva un encanto indefenso que conmueve a mujeres maduras y poderosas. Mujeres como Susanne Klatten, de 46 a?os, heredera de la empresa automovil¨ªstica BMW, cuyo patrimonio se estima en 8.000 millones de euros. Esta madre de familia, rubia, delgada y discreta, c¨¦lebre por su timidez, ha declarado a la polic¨ªa italiana que Sgarbi, "un hombre fascinante de ojos azules, alto y delgado", le pareci¨® enseguida "muy triste y digno de que lo ayudaran". Nada m¨¢s conocerlo en el bar de un hotel de la ciudad austr¨ªaca de Innsbruck, sinti¨® una "gran cercan¨ªa". Era el 17 de agosto de 2007 y, sin que ella lo supiera, acababa de caer en la trampa de una red de chantajistas.
Un 'gur¨²', c¨®mplice del 'novio', grababa desde una habitaci¨®n contigua los encuentros entre ¨¦ste y la rica empresaria
Meses m¨¢s tarde, Ernano Barretta, acaudalado gur¨² de una secta local de los Abruzos, en Italia, reconoci¨®, en una conversaci¨®n grabada por la polic¨ªa, cu¨¢l fue "el mayor error" de su vida: Susanne Klatten, lady BMW, la mujer a la que hab¨ªan pedido 50 millones de euros a cambio de no divulgar v¨ªdeos de su adulterio, no ced¨ªa. "?Tienes idea de qui¨¦n es? ?Es demasiado poderosa! ?La mujer m¨¢s rica de Alemania!".
Desde que, hace una semana, sali¨® a la luz el chantaje de Sgarbi y Barretta, la heredera de BMW y el gigante qu¨ªmico Altana es, adem¨¢s, la protagonista p¨²blica de una historia de infidelidad, enga?os, extorsi¨®n y lavado de cerebro con cuyo argumento, de puro rocambolesco, costar¨ªa arreglar una ficci¨®n veros¨ªmil.
El gigol¨® Helg Sgarbi mantuvo relaciones ¨ªntimas con Klatten durante ocho semanas. Ahora se sabe que ella s¨®lo fue el pez m¨¢s gordo que pic¨® el anzuelo de Barretta, del que Sgarbi era el cebo por convicci¨®n religiosa.
Ernano Barretta, ex mec¨¢nico, charlat¨¢n milagrero, es el gur¨² de la peque?a secta a la que son adeptos Sgarbi y su esposa, Gabriele (de 39 a?os). Barretta, de 63 a?os, tiene el refugio Valle Grande, un hotel en Pescosansonesco (Italia), donde sus disc¨ªpulos trabajaban para ¨¦l. Adem¨¢s de prestarle servicios sexuales a su capricho, los creyentes deb¨ªan proporcionar a Barretta determinadas cantidades de dinero. Cuando Sgarbi, abandonados ya su apellido de soltero y su trabajo en el banco Credit Suisse, no pudo satisfacer las demandas financieras, el l¨ªder le encarg¨® la caza de millonarias para su extorsi¨®n.
La denuncia presentada por Klatten contra su ex amante Sgarbi destap¨® la trama urdida por el grupo sectario de Barretta entre Z¨²rich y la localidad italiana de Pescosansonesco para chantajear a mujeres maduras y millonarias. Haber ca¨ªdo en ella le cost¨® a Klatten m¨¢s de siete millones de euros y, ahora, la publicaci¨®n mundial de su torpeza. Apenas un a?o despu¨¦s de que un documental desvelara el pasado nazi de la fortuna familiar, su infidelidad asesta otro grave estacazo a la proverbial discreci¨®n de uno de los clanes industriales m¨¢s poderosos del mundo, los Quandt, del que Klatten forma parte.
Todo empez¨® el 17 de agosto de 2007 en Innsbruck. El gal¨¢n Sgarbi abord¨® a Susanne Klatten. La reconoci¨® por alguna de las escasas fotos que existen de ella en Internet. Empez¨® as¨ª la inopinada amistad entre Susanne Klatten, casada y madre de tres hijos, modelo de discreci¨®n y sobriedad, y el sectario cazafortunas Helg Sgarbi. Unos d¨ªas m¨¢s tarde se reunieron en la habitaci¨®n 629 del Holiday Inn de M¨²nich-Schwabing. Nada de lujos asi¨¢ticos: el precio medio para dos personas en este hotel de cuatro estrellas, sin minibar ni suplemento confort, es de 109 euros. Desde la habitaci¨®n contigua, Barretta grababa con una c¨¢mara oculta el apasionado encuentro sexual. Esta excursi¨®n al adulterio de clase media fue sufragada, sin duda, por Sgarbi. Klatten no sospechaba que, ya desde el primer d¨ªa, el delincuente hab¨ªa reservado la habitaci¨®n 630 para que su compinche Barretta manejara desde all¨ª la c¨¢mara de v¨ªdeo.
Fueron ocho semanas de "relaci¨®n sentimental", en palabras de Klatten. Una serie de citas en el Holiday Inn, todas grabadas; una excursi¨®n alpina que les proporcion¨® "d¨ªas inolvidables" y una salida a Francia. El gal¨¢n no tuvo que esforzarse demasiado para obtener la simpat¨ªa de Klatten, que demostr¨® un natural generoso para su patrimonio, estimado en 8.000 millones de euros.
Cierto d¨ªa, Sgarbi narr¨® la m¨¢s grave de sus lastimosas historias. Le cont¨® a su amante que hab¨ªa atropellado a un ni?o en Estados Unidos. Para mayor desgracia, era el hijo de un mafioso. Le hac¨ªa falta mucho dinero para evitar que le asesinaran como venganza. La mujeraccedi¨® a prest¨¢rselo y le cit¨® el 11 de septiembre de 2007, de nuevo en el Holiday Inn de M¨²nich, pero esta vez en el garaje, donde s¨®lo pasaron de mano en mano siete millones de euros. Barretta se entusiasm¨® cuando Sgarbi le entreg¨® aquel "metro c¨²bico" de billetes de 500 euros.
El 9 de octubre, Susanne Klatten decidi¨® acabar con los encuentros. As¨ª se lo dijo a Sgarbi. Pero ¨¦ste le envi¨® un mes despu¨¦s un DVD con "im¨¢genes expl¨ªcitas" de sus citas. Ped¨ªa 49 millones de euros y amenazaba con distribuir grabaciones comprometedoras en las empresas, fundaciones y organizaciones en las que ella tiene parte. Si bien es de suponer que alguien tan rico como Klatten siempre cuenta con que puedan quererlo por su dinero, el chantaje enfureci¨® a la empresaria. Klatten qued¨® en enero pasado con Sgarbi para entregarle el dinero y, antes de que llegara al lugar convenido, el donju¨¢n estaba en manos de la polic¨ªa austriaca. Diez meses despu¨¦s, medio mundo conoce los detalles de la historia.
La acaudalada Susanne Klatten, nacida Quandt en 1962, est¨¢ casada con Jan Klatten y, tras la muerte de su padre en 1982, controla el 50,1% de Altana y el 12,5% de BMW; junto con su madre y su hermano Stefan, entre los tres son due?os del 47% del grupo automovil¨ªstico. El jueves pasado, Klatten anunci¨® su intenci¨®n de hacerse con el resto de Altana por 910.000 millones de euros. S¨®lo los dividendos de estos dos grupos empresariales a?aden cada a?o cientos de millones de euros a su patrimonio. El a?o pasado, Altana pag¨® 2.400 millones de euros a su propietaria. La revista norteamericana Forbes, famosa por las listas de personas ricas, incluy¨® en enero pasado a Susanne Klatten en un reportaje titulado Los multimillonarios de los que usted nunca ha o¨ªdo hablar. Aparte de su fortuna, el rasgo que mejor ha definido durante d¨¦cadas a la familia Quandt es la discreci¨®n. La riqueza no es nada nuevo para ellos, tampoco los divorcios y las infidelidades; la publicidad, s¨ª.
R¨¹diger Jungbluth, autor de La caja fuerte de BMW (Ed. Lid, 2006), es uno de los escasos periodistas que ha entrevistado a los dos herederos de BMW, Stefan y Susanne, hijos de Herbert Quandt y de la mujer con la que ¨¦ste cas¨® en terceras nupcias, hasta ese momento su secretaria, Johanna Brunn -que hoy cuenta con 82 a?os-. La impresi¨®n de primera mano que obtuvo sobre Klatten se corresponde con lo poco que se sab¨ªa de ella antes de su aventura con Sgarbi: "Extraordinariamente disciplinada, extraordinariamente cuidadosa, dedicada al trabajo y del todo reacia a participar en lo que llaman jet-set". De estos rasgos de car¨¢cter y de su biograf¨ªa, que ¨¦l conoce bien, el periodista Jungbluth deduce que las experiencias de esta semana "deben de estar siendo horribles para ella".
Jungbluth, que reconoce "cierta simpat¨ªa" por la heredera, cuenta c¨®mo, una vez obtenido su m¨¢ster de negocios en una prestigiosa escuela de Lausana, Klatten quiso familiarizarse con su empresa. Bajo el seud¨®nimo de Susanne Kant, trabaj¨® como becaria en la planta de BMW de Ratisbona. All¨ª conoci¨® al ingeniero Jan Klatten, su actual marido. Desde la boda, en 1990, Klatten se ha dedicado a la administraci¨®n de sus empresas. Paga los impuestos en Alemania y hace donaciones peri¨®dicas a la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU), el partido de la canciller Angela Merkel.
La discreci¨®n de los miembros m¨¢s j¨®venes de la familia responde tambi¨¦n a que pasaron su adolescencia durante los a?os de plomo del terrorismo de izquierdas alem¨¢n. J¨¹rgen Ponto, banquero asesinado por la Baader-Meinhof en 1977, era buen amigo de Herbert Quandt.
"Vivimos con total normalidad, como muchas otras familias", dec¨ªa Johanna Quandt en el documental El silencio de los Quandt. Seg¨²n se mire. Precisamente la retransmisi¨®n de ese documental, hace ahora un a?o, puso a la familia Quandt en boca de millones de alemanes. La dram¨¢tica cinta muestra las estrechas relaciones entre el patriarca G¨¹nther Quandt y el r¨¦gimen nazi, con el que tambi¨¦n colabor¨® el propio Herbert. Los negocios de su antecesor hab¨ªan vivido durante la dictadura de Adolf Hitler unos a?os excelentes debido al rearme y a la utilizaci¨®n de trabajadores esclavos en AFA (despu¨¦s Varta), la empresa familiar por aquel tiempo, que lleg¨® a contar con un campo de concentraci¨®n propio para una planta de Hannover. La reacci¨®n de los Quandt ante la difusi¨®n de estos hechos hist¨®ricos fue tard¨ªa y, para sus cr¨ªticos, poco convincente. El montaje del documental contrapone el llanto de un superviviente con la frialdad algo obtusa de Sven Quandt. El hermanastro de Susanne y primer hijo var¨®n de Herbert exhibe tranquilamente su falta de conmiseraci¨®n por las miles de v¨ªctimas de las inhumanas condiciones de trabajo en f¨¢bricas de su padre durante el nazismo. El devastador efecto permite al espectador explicarse por qu¨¦ Susanne y Stefan prefieren no abrir la boca.
La fortuna de los Quandt se remonta a principios del siglo pasado y a la industria textil prusiana. Herbert Quandt, casi ciego por una enfermedad de retina, pas¨® sin muchos problemas la desnazificaci¨®n impuesta por los aliados. Su militancia dentro del NSDAP de Hitler y los horrores del campo de concentraci¨®n de Hannover no impidieron que retomara sus actividades industriales despu¨¦s de la guerra, igual que hizo su hermanastro Harald, a quien un providencial encierro brit¨¢nico le alej¨® del suicidio de su madre, Magdalena, que se hab¨ªa divorciado de G¨¹nther para casarse a?os m¨¢s tarde con el ministro nazi de Propaganda, Josef Goebbels. Antes de suicidarse por miedo al avance del Ej¨¦rcito Rojo hacia Berl¨ªn, el matrimonio Goebbels asesin¨® a sus seis hijos comunes, hermanastros de Harald.
La compra de BMW en 1959 fue el golpe maestro de Herbert, que leg¨® el consorcio a su ¨²ltima esposa y a los dos hijos que tuvo con ella. Susanne y Stefan Quandt nunca han concedido una entrevista regular a periodistas de ning¨²n medio. De su imagen modesta y estilo de vida se dice que se corresponden con la legendaria taca?er¨ªa familiar. La due?a del 12,5% de BMW conduce un Mini, el autom¨®vil m¨¢s peque?o de los que fabrica su empresa.
En un pueblo italiano de Los Abruzos, Ernano Barretta llevaba hasta el pasado junio un tren de vida bien distinto. Barretta, autoproclamado "instrumento divino"; su esposa, Beatrice Batschelet (60), y sus hijos Marcello (31) y Clelia (35), conviv¨ªan en un ostentoso hotel de su propiedad conocido en la regi¨®n como El Principado. Los Barretta usaban 10 autom¨®viles de las marcas m¨¢s caras: Lamborghini, Rolls-Royce, Ferrari y Porsche. En Pescosansonesco no rigen los mismos criterios que en la casa de Klatten. Ochenta polic¨ªas italianos allanaron el recinto en la Operaci¨®n Secta en junio y se incautaron de 1,7 millones de euros repartidos en escondrijos diversos. Mientras, su pe¨®n Sgarbi, el gigol¨® por encargo, viv¨ªa con suma modestia.
Los italianos descubrieron que la extorsi¨®n a Klatten no fue la primera: la fortuna y las posesiones del charlat¨¢n -dec¨ªa que pod¨ªa caminar sobre las aguas y que era el representante de Dios en la tierra- provienen de al menos otras cuatro v¨ªctimas de las maquinaciones de Barretta y los encantos de Sgarbi. Como primera reacci¨®n a su encarcelamiento, Barretta sostuvo que el chantaje a Klatten fue una venganza por el abuelo de Sgarbi, que, seg¨²n ¨¦l, era jud¨ªo y pas¨® por un campo de concentraci¨®n.
Seg¨²n el portavoz de los Quandt, Klatten decidi¨® denunciar a Sgarbi cuando se percat¨® de que la relaci¨®n s¨®lo ten¨ªa un trasfondo criminal y de que fue exclusivamente venal desde el principio. Lo interesante de esta explicaci¨®n es que puede inferirse que Klatten hab¨ªa partido de un supuesto amoroso cuando conoci¨® al agente de la secta de Barretta. Diversos medios se han lanzado a buscar explicaciones a su inusitado comportamiento. Tanto el peri¨®dico suizo Tagesanzeiger como el alem¨¢n Bild consultaron a sendos psic¨®logos. Comparan a Sgarbi con el libertino vizconde de Valmont. Se habla del sexo, del hipot¨¦tico enamoramiento de Klatten, de la soledad del poderoso...
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