El camino empieza ahora
Las miradas de todo el mundo estar¨¢n puestas el pr¨®ximo fin de semana en la cumbre internacional que se celebra en Washington como respuesta institucional contra la crisis financiera que ha situado al mundo al borde de la recesi¨®n global. Ni por su formato ni por su contenido se puede esperar que la reuni¨®n de Washington sea un nuevo Bretton Woods, como se la ha llamado en recuerdo de la conferencia que sent¨® las bases de las finanzas mundiales tras la Segunda Guerra Mundial y que, sobre todo, estableci¨® un r¨¦gimen cambiario que permiti¨® una larga etapa de prosperidad, aunque al final acabase saltando por los aires. Aquellos acuerdos fueron posibles en buena medida por el indiscutible liderazgo de Estados Unidos. Ahora, en cambio, el anfitri¨®n del acto, George W. Bush, es un presidente desahuciado y profundamente lastrado por sus fracasos.
Europa intenta tomar de alguna forma el relevo de ese liderazgo. El primer ministro brit¨¢nico, Gordon Brown, parece haber rescatado la vieja idea de Keynes de convertir el Fondo Monetario Internacional en una especie de banco central global y Francia se muestra dispuesta a "refundar el capitalismo", en palabras de Nicolas Sarkozy. Europa llega a la cumbre con algunas ideas concretas (reforma del FMI, vigilancia de las agencias de calificaci¨®n, convergencia y retoque de las normas contables, supervisi¨®n exhaustiva de los mercados financieros...) que despiertan tanta unanimidad en sus enunciados generales como dificultades a la hora de su implantaci¨®n pr¨¢ctica. Es, en todo caso, un punto de partida.
Es cierto que las autoridades tienden a flaquear en su ¨ªmpetu reformista una vez que la urgencia de la situaci¨®n desaparece, pero tambi¨¦n lo es que esta es una crisis que, por su complejidad y extensi¨®n, encuentra pocos precedentes. La urgencia no tiene pinta de desaparecer. Las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) apuntan a que los pa¨ªses avanzados vivir¨¢n su primera recesi¨®n general desde la Segunda Guerra Mundial y que el contagio de la crisis a los pa¨ªses emergentes no ha hecho m¨¢s que empezar. En el frente financiero, ni siquiera las medidas de rescate y apoyo a la banca orquestadas por los Gobiernos a uno y otro lado del Atl¨¢ntico han servido para devolver la confianza de los bancos entre s¨ª. A la pol¨ªtica monetaria le quedan pocas balas en la rec¨¢mara y la fiscal parece capaz s¨®lo de amortiguar m¨ªnimamente el impacto de la recesi¨®n, pero no de librarnos ni sacarnos de ella.
Ser¨ªa enga?arse, sin embargo, pensar que en esa reuni¨®n -con dos sesiones de trabajo de hora y media cada una- puedan encontrarse soluciones para los graves problemas que vive el mundo. Bastante ser¨ªa con que se sentasen las bases de un programa de trabajo que permitiese iniciar el largo camino de reformas cuya necesidad se ha hecho patente en los ¨²ltimos meses. Incluso el objetivo europeo de que al cabo de 100 d¨ªas haya sobre la mesa propuestas concretas que poner en pr¨¢ctica suena demasiado optimista. Especialmente cuando la agenda supera la reforma del sistema financiero para abarcar asuntos tan variopintos como la seguridad alimentaria, la lucha contra la pobreza, el cambio clim¨¢tico o el libre comercio, problemas que llevan a?os encallados en las discusiones internacionales. -
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