Pepino, supositorio y berbiqu¨ª
Hace pocos d¨ªas Narc¨ªs Comadira publicaba en este diario un art¨ªculo titulado Formes. En ¨¦l insist¨ªa en denunciar la anomal¨ªa del frenes¨ª formal de las arquitecturas recientes, sobre todo las que aparecen como monumentos de una nueva modernidad consumista, es decir, al servicio de los exabruptos de la publicidad, la moda y las convenciones medi¨¢ticas. Comadira, concretamente, se extra?aba de que muchos arquitectos proyecten hoy a partir de formas que provienen de otros campos productivos, olvidando que la arquitectura ha trabajado siempre con las que resultan de su propia especialidad, de su propio lenguaje, sometidas a una fecunda dial¨¦ctica con las realidades de la funci¨®n, la construcci¨®n, el ¨¢mbito urbano o paisaj¨ªstico, el contenido social de su entorno. Comadira dice textualmente: "Per qu¨¨ els edificis han de tenir una forma referencial a qualsevol objecte ali¨¨ a l'arquitectura? (...). Forma de cogombre, forma de supositori, forma de filaberqu¨ª, forma de vela, forma d'ull (...). Ja no confien, els arquitectes, en l'arquitectura, que s'hagin de passar a aquest h¨ªbrid entre l'escultura, el circ i l'escenografia fora d'escala?". La cr¨ªtica de Comadira se puede generalizar y no limitarla a la adopci¨®n de formas predeterminadas, ajenas a la arquitectura y su lenguaje, sino ampliarla hasta un fen¨®meno m¨¢s esencial: la forzada autonom¨ªa de la forma externa -la epidermis- para convertirla en un simple grito publicitario. La expresi¨®n de la arquitectura se acumula, simplemente, en una desorbitada piel anuncio, insolidaria con el contenido y con el entorno.
Jos¨¦ Llin¨¢s tiene ideas muy claras sobre cu¨¢l es el lenguaje de la arquitectura y, consecuentemente, de la ciudad
Esto, evidentemente, no implica una cr¨ªtica indiscriminada a la innovaci¨®n formal y conceptual indispensable para la continuidad de los procesos de transformaci¨®n cultural, e incluso para la renovaci¨®n estil¨ªstica. No siempre esas formas nuevas, aparentemente discordantes, son ajenas al m¨¦todo y el lenguaje de la arquitectura. En las obras aut¨¦nticamente revolucionarias, innovadoras, abiertas a un futuro cierto y productivo, la forma -volumen, espacio, epidermis, itinerarios- se explica por un proceso racional de los propios puntos de partida de la disciplina. Y son esos los cambios que realmente acabar¨¢n marcando los definitivos ritmos de innovaci¨®n, aunque quiz¨¢ sea dif¨ªcil adivinar qu¨¦ obras est¨¢n en la l¨ªnea eficaz y cu¨¢les en la trampa publicitaria y en la moda deleznable.
Por fortuna, precisamente estos d¨ªas est¨¢ abierta en el FAD una exposici¨®n -dentro del ciclo conmemorativo del 50? aniversario de los Premios FAD- que es una magn¨ªfica muestra de los procesos de investigaci¨®n formal en la obra del arquitecto Jos¨¦ Llin¨¢s, unos procesos que parten siempre del an¨¢lisis de las diversas realidades con una voluntad de servicio y a la vez de innovaci¨®n en t¨¦rminos funcionales, constructivos y ciudadanos, siempre bajo una apuesta cultural preeminente. A Llin¨¢s no le hace falta recurrir a la forma del pepino, del supositorio o del berbiqu¨ª porque no servir¨ªan para su cometido y porque tiene ideas muy claras sobre cu¨¢l es el lenguaje propio de la arquitectura y, consecuentemente, de la ciudad. Sin necesidad de estos subterfugios, alcanza expresiones formales que marcan nuevas l¨ªneas de investigaci¨®n claramente arquitect¨®nica.
Una sucesi¨®n de maquetas de estudio explican el proceso de creaci¨®n y la voluntad de innovar sin salirse de las premisas y los m¨¦todos arquitect¨®nicos. No hay nunca -como en otros arquitectos de su generaci¨®n- la b¨²squeda de la forma a partir de un azar, ni siquiera de un objet trouv¨¦, ni de un recuerdo, ni de una tentaci¨®n escult¨®rica o pict¨®rica. En Llin¨¢s se alcanzan las innovaciones formales por un proceso muy parecido al del racionalismo pleno del Movimiento Moderno, aunque ya totalmente desprendido de los manierismos tan evidentes entre los dos extremos, el minimalismo geom¨¦trico por un lado y el barroquismo estructural por otro. Las dos bibliotecas de Barcelona -la de Gr¨¤cia y la de la plaza de Lesseps- y el reciente Instituto de Microcirug¨ªa Ocular son ejemplos radicales de todo ello, unos ejemplos que hay que estudiar a fondo y proclamarlos como ant¨ªdotos de la barbarie especulativa de los iconos publicitarios. Por eso es de lamentar que una exposici¨®n tan bien razonada tenga un tono demasiado cr¨ªptico. No s¨®lo no est¨¢ suficientemente anunciada y publicitada, sino que el propio montaje tiene un car¨¢cter a la vez intimista y utilitario de escasa capacidad comunicativa. Llin¨¢s es un valor insigne en nuestra arquitectura, pero adem¨¢s es un ejemplo de honestidad metodol¨®gica que conviene divulgar para compensar los errores de aquella arquitectura que denunciaba Comadira.
Una ¨²ltima observaci¨®n. A los ejemplos ofrecidos por Comadira en el panorama local e internacional, habr¨ªa que a?adir la terrible degeneraci¨®n del dise?o de objetos y utensilios, sobre todo los destinados a usos m¨¢s cotidianos, en los cuales el giro de las modas decorativas ha eliminado ya las esencias transformadoras que hace a?os atribu¨ªamos al dise?o. El nuevo interiorismo del lujo moderno ha alcanzado niveles vergonzosos. Estamos volviendo a un falso estilo isabelismo -segundo imperio victoriano- m¨¢s degradado que los revivals y el kitsch de la d¨¦cada de 1940, aunque ahora se presente con la pretensi¨®n de una nueva libertad y la exaltaci¨®n de una creatividad que no es m¨¢s que una muestra de incultura; la incultura y la escasa honestidad de esos dise?adores que alimentan un mercado que se sustenta en la vulgaridad del capricho y del pobre lujo impotente.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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