Las sagradas formas
El ecumenismo, el eufemismo, el l¨¦xico y la intertextualidad se soban y se entrecruzan de una manera que ya quisiera Enrique Bunbury para justificar su reconversi¨®n de Pedro Casariego. Las im¨¢genes de la batalla campal en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusal¨¦n de hace unos d¨ªas, mostraban c¨®mo se pueden perder las formas -las sagradas formas- y empezar a hostias. Unas bandas, como Latin Kings con t¨²nicas y sotanas, se enzarzaban a bofetones en el mism¨ªsimo sitio donde fue enterrado Cristo. El cristo fue de a¨²pa. El local lo comparten cristianos de distintas tendencias y todos quieren ser el alma y la vida de la fiesta. Ortodoxos, cat¨®licos, coptos y otros que pasaban por all¨ª, se pelean por ocupar el sitio del disc jockey y poner la m¨²sica que m¨¢s les mola. Gracias al cielo, Cristo ascendi¨® al ¨ªdem al tercer d¨ªa de palmar: si llega a estar all¨ª, nadie sabe lo que hubiera pasado. A los mercaderes del templo ya les puso en su sitio en su d¨ªa. Un hombre solo contra el primer centro comercial de la historia. Eso es un superh¨¦roe. Ya se otorgaban superpoderes al Ni?o Jes¨²s en los Evangelios Ap¨®crifos: fulminaba con la mirada a los ni?os que le robaban la pelota o algo as¨ª. A estos nuevos viejunos y viej¨®venes mercaderes del Santo Sepulcro les mand¨® a la polic¨ªa israel¨ª para acabar a porrazos con la trifulca. Religi¨®n y barbarie; sagradas formas y hostias. El Segundo Advenimiento de Cristo va a tener que esperar hasta que no se tranquilicen los ¨¢nimos.
?Asistitiremos alg¨²n d¨ªa a una pelea por ver qui¨¦n maneja su Botafumeiro"?
(Hasta donde es sabido, no se producen altercados de este tipo entre tribus urbanas como mods, rockers, heavies, punks o hip-hoperos en los locales de ensayo de los grupos que practican la m¨²sica favorita de cada uno. Y as¨ª, cada uno a su bola, cada mochuelo a su olivo, cada nota en su sitio y todos tan felices. A la hora de cerrar, unas birras y santas pascuas, nunca mejor dicho. Sin sagradas formas pero con formalidad. Sin hostias pero con limpieza. Que la hostia limpia no es precisamente la que se reparte al final de la misa).
El Ap¨®stol Santiago lleg¨® a Compostela en una barca de piedra. Se mont¨® en ella, ya m¨¢s tieso que un reloj parado, para que la Reina Lupa le alejara de ese Sepulcro de Jerusal¨¦n, porque se tem¨ªa lo que se vio por la tele del mundo entero el otro d¨ªa. Aun as¨ª, ?qui¨¦n maneja su barca? Una tangana -como las de Lucky Luke en el saloon de Deadful Gulch- puede ser tambi¨¦n posible en la Catedral compostelana. Jesuitas, dominicos, benedictinos, salesianos, carmelitas, franciscanos: ?ejercer¨ªan el pugilato a la manera del Santo Sepulcro del Maestro de Santiago? ?Asistiremos alg¨²n d¨ªa a una pelea por ver qui¨¦n maneja su Botafumeiro? ?Se convertir¨¢n en rings de Pressing Catch nuestras ermitas y nuestras iglesias de anta?o? Que Dios no lo quiera. O que nos salve la campana.
Tal d¨ªa como hoy empez¨® a manifestarse el Prestige. Las banderas rojas y negras anarquistas ondearon en la fachada de la Catedral tras la primera manifestaci¨®n, de dimensiones b¨ªblicas, que se organiz¨® para que la moral gallega no se hundiese con el petrolero. Pero nadie pens¨® en un reparto de hostias y se respetaron las formas. Que, como dice el Maestro Reverendo, son sagradas. ?Las formas de A Cidade da Cultura de Monte Gaias esconden, acaso, el germen de una pelea -que Occidente jam¨¢s pueda olvidar- por sus contenidos? Tras la inauguraci¨®n del Templo, llegar¨¢n los titulares: "?Expresionistas abstractos golpean sin piedad a gaiteiros situacionistas! ?Encajes de Camari?as arden a manos de m¨²sicos dodecaf¨®nicos! ?Un bisnieto bastardo de Castelao apu?ala a Mar¨ªa Kodama, la viuda de Borges! ?Norman Foster se suicida, ante Peter Eisenman, bebi¨¦ndose diez botellas de aguardiente de hierbas de penalti!"
Y as¨ª empiezan las peleas. Ratzinger quiere cambiar el final de la misa cat¨®lica. Despu¨¦s de que el sacerdote diga "pod¨¦is ir en paz", no vale eso de "demos gracias al Se?or": suena a cachondeo. Tras el duelo en el OK Corral del Santo Sepulcro, habr¨ªa que cambiar tambi¨¦n el principio del rito. Como si el oficiante fuera un ¨¢rbitro de boxeo: "Me acercar¨¦ al altar de Dios. ?Segundos fuera!"
julian@discosdefreno.com
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