?Existe la neutralidad tecnol¨®gica?
Con este t¨ªtulo se celebr¨®, el pasado 21 de octubre, una mesa redonda en el IV Congreso Internacional de Software Libre en la ciudad de M¨¢laga, organizado por la Junta de Andaluc¨ªa y de Extremadura. La hip¨®tesis planteada era: la neutralidad tecnol¨®gica es posible y siempre es recomendable y asequible como l¨ªmite, con tal de que no llegue a poner en peligro los derechos humanos o derechos fundamentales de la ciudadan¨ªa. All¨ª, donde los pone en peligro, es donde debe acabar de aceptarse una supuesta neutralidad tecnol¨®gica, porque nos hace retroceder en cuanto a bienes morales adquiridos en el seno de lo democr¨¢tico y lo social, como comunidad humana que comparte un pacto de convivencia. Se puede ofrecer o mantener o adquirir la neutralidad tecnol¨®gica siempre que no atente contra esos bienes que son nuestros derechos humanos y como ciudadanos.
La cultura digital ha revitalizado el concepto de bienes comunes
Internet como bien com¨²n: la tecnolog¨ªa digital en general e Internet en particular son plataformas para la creaci¨®n colectiva y colaborativa de conocimiento, que est¨¢n soportados por est¨¢ndares e infraestructuras abiertos, lo que es la causa principal de su ¨¦xito y de la enorme imaginaci¨®n, creatividad e innovaci¨®n a la que ha dado lugar. Pero al tiempo, Internet es una realidad compleja formada por infraestructuras f¨ªsicas y l¨®gicas sobre las que se construye una cultura digital y, por tanto, la necesidad de modelos abiertos se manifiesta a muchos niveles.
Estos est¨¢ndares y herramientas, para ser realmente abiertos deben ser tratados como un bien com¨²n de todos y de nadie al mismo tiempo, como el aire o los oc¨¦anos, accesible a cualquier ciudadano por el hecho de serlo y que no puedan ser apropiados por intereses corporativos o gubernamentales. De hecho, la cultura digital ha revitalizado la importancia del concepto de bienes comunes, que desgraciadamente hab¨ªamos abandonado, en cierta medida, en el siglo XX. La naturaleza abierta de la tecnolog¨ªa es una garant¨ªa esencial para su neutralidad, pero ?c¨®mo garantizar que la tecnolog¨ªa funcione como un bien com¨²n?
Regulaci¨®n y neutralidad: la crisis financiera que estamos viviendo en estos momentos nos deber¨ªa ayudar a clarificar el debate sobre la neutralidad tecnol¨®gica. Las experiencias recientes demuestran que s¨®lo una regulaci¨®n eficiente e inteligente de nuestros sistemas financieros (lo que podr¨ªamos denominar la "infraestructura financiera" de nuestra sociedad) permitir¨¢ su funcionamiento adecuado sin comprometer el desarrollo social y econ¨®mico. Algo similar podr¨ªa afirmarse de la neutralidad tecnol¨®gica.
Algunos pueden pensar que la neutralidad pasa por la "no intervenci¨®n" de la pol¨ªtica. Pero la pol¨ªtica siempre participa, por acci¨®n o por inacci¨®n y, por tanto, garantizar la neutralidad tecnol¨®gica necesita de pol¨ªticas activas.
'Software' libre y neutralidad: el software libre es un ejemplo, y uno de los elementos esenciales, de la naturaleza com¨²n y abierta de la tecnolog¨ªa digital. La apuesta pol¨ªtica por las herramientas y est¨¢ndares abiertos es la mejor v¨ªa para garantizar la libertad de acceso y elecci¨®n de la ciudadan¨ªa y, por tanto, son una garant¨ªa esencial para la neutralidad.
La apuesta por el software libre de muchas comunidades y gobiernos ha permitido el acceso universal de los ciudadanos a unas herramientas esenciales para la sociedad del conocimiento. Pero adem¨¢s, el software libre ha sido esencial en la implantaci¨®n de est¨¢ndares abiertos, que han acabado por ser aceptados por los propios desarrolladores de software propietario. De este modo, ahora tenemos una Internet, una red de redes globales con un idioma com¨²n en el que las oportunidades para la innovaci¨®n colaborativas son enormes.
Pero, desde principios del siglo XXI, el ordenador ha pasado a ser la red, la computaci¨®n sucede en "la nube" y, por tanto, la neutralidad no depende ya s¨®lo, ni principalmente, de las tecnolog¨ªas o software que tenemos instalados en nuestros dispositivos como de las infraestructuras y reglas de juego que gobiernan la red. Por ello, en el debate de la neutralidad tecnol¨®gica surge de forma especialmente relevante la neutralidad de la red.
Neutralidad de la red: el debate sobre la neutralidad de la red esconde una de las decisiones pol¨ªticas de mayor calado para el futuro del gobierno de Internet y para el futuro de nuestra sociedad-red que se construye, en parte, sobre esta infraestructura digital. Sin embargo, desgraciadamente, en Europa en general y en Espa?a en particular, este debate no ha llegado en la pr¨¢ctica al debate p¨²blico.
Internet es una consecuencia, quiz¨¢s inesperada, de un enorme esfuerzo de inversi¨®n p¨²blica en I+D y en el desarrollo de infraestructuras. Sobre este embri¨®n, la iniciativa privada ha continuado construyendo una red de comunicaciones que, esperemos, proporcione, en el futuro, acceso universal a las redes de comunicaci¨®n digitales.
Pero Internet no es s¨®lo un canal para proveer servicios, es una plataforma desde la que, organizaciones y ciudadanos, pueden crear conocimiento, colaborar y comunicarse globalmente. Su car¨¢cter abierto es esencial para entender su impacto e inter¨¦s social y econ¨®mico.
La ¨²nica forma de asegurar la sostenibilidad de este dise?o abierto es la neutralidad de la red, de modo que todo tipo de contenidos y sitios reciban el mismo tratamiento. En esta "visi¨®n infraestructural", Internet es una plataforma sobre la que se construyen las redes sociales, los mercados y el sistema econ¨®mico y es, por tanto, de inter¨¦s p¨²blico. Gracias a que Internet es una plataforma neutral es posible que cualquier ciudadano cree contenidos y los difunda en la red sin tener que utilizar a medios de comunicaci¨®n corporativos como intermediarios.
Las grandes empresas de telefon¨ªa y cable son los otros actores interesados en este debate, dado que su modelo de negocio se ver¨ªa muy reforzado si pudiesen ser ellos, directamente, los que controlasen el acceso a la infraestructura y los canales de comunicaci¨®n digital.
En resumen, si la red no fuese neutral. Esto puede llevar a algunos a proponer alternativas a la neutralidad. Pero aunque su posici¨®n se base s¨®lo en una estrategia de rentabilidad empresarial, las consecuencias podr¨ªan ser dram¨¢ticas, dado que dejar¨ªamos en manos de unos pocos decisiones esenciales para garantizar la libertad e igualdad en el acceso a la informaci¨®n y en la generaci¨®n de informaci¨®n y conocimiento.
Realmente, ¨¦ste ha sido el paradigma de los ¨²ltimos siglos. Pensemos en los oligopolios que han controlado, por siglos, el acceso a los medios de producci¨®n de conocimiento y comunicaci¨®n (desde la imprenta a la radio o la televisi¨®n).
Pero algo ha cambiado en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Gracias precisamente a Internet, en estos momentos disfrutamos de un nuevo paradigma de acceso universal. La neutralidad de la red es el elemento que sostiene este nuevo modelo.
Es revelador el debate que alrededor de la neutralidad de la red ha sucedido en la campa?a electoral norteamericana. John McCain considera a Internet como un producto, m¨¢s que como un servicio o infraestructura, que puede ser proporcionado por el sector privado con una m¨ªnima intervenci¨®n p¨²blica. En su experiencia como senador se ha posicionado ya entre los que no apoyan la neutralidad.
La posici¨®n de Barack Obama es diametralmente opuesta. Para Obama, el car¨¢cter abierto de Internet es esencial para entender su impacto e inter¨¦s y econ¨®mico. Por ello, su estrategia pol¨ªtica se basar¨¢ en la protecci¨®n de este dise?o abierto abogando por la neutralidad de la red, de modo que todo tipo de contenidos y sitios reciban el mismo tratamiento. Tim Wu resum¨ªa la confrontaci¨®n entre ambos candidatos mediante una met¨¢fora: para el candidato dem¨®crata la red es una carretera (a la que todo el mundo tiene acceso), mientras que para el republicano ser¨ªa un autom¨®vil (del que s¨®lo podemos disfrutar si podemos permit¨ªrnoslo).
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra ha sido presidente de la Junta de Extremadura.
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