"El 'glamour' s¨®lo me hace perder el tiempo"
Mar¨ªa Rojo lleva en el nombre y apellido mucha de su historia personal, tanto la escrita en los plat¨®s como en las trincheras. "Siempre fuimos rojillas, vengo de una familia de izquierda", cuenta mientras no deja de darse achuchones para ahuyentar el fr¨ªo que azota estos d¨ªas la Ciudad de M¨¦xico. Es actriz de fama, y es pol¨ªtica de izquierdas.
La senadora Rojo, 65 a?os, llega a la cita temprano, vestida de blanco y negro. Es muy cerca del Senado, tiene una agenda apretada y mientras camina hacia la mesa dice a uno de sus cercanos que explique a no s¨¦ qui¨¦n que sus ¨²ltimas actuaciones en el teleculebr¨®n Ma?ana es para siempre han sido sin goce de sueldo, como siempre que deja la escena legislativa para plantarse en los escenarios. Sonr¨ªe, habla y come su queso asado, y deja en claro que es una mujer de trabajo, "de los ocho a?os en adelante no dej¨¦ de trabajar nunca". "He hecho mucho cine pero he vivido de la televisi¨®n, porque del cine nadie vive".
La actriz y senadora mexicana cree que, en corrupci¨®n, a su pa¨ªs se le fue la mano
Rojo fue el camino de su infancia -"mi madre era una maestra cardenista [por el presidente L¨¢zaro C¨¢rdenas]"- y en ese ambiente se form¨®; "mi debut a los ocho a?os fue en Teatro Fant¨¢stico, como Caperucita Roja". Pol¨ªtica y escena, siempre de la mano. Y en todos los escenarios le ha tocado la ruptura: un gui¨®n de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Mar¨ªa de mi coraz¨®n, que se proyect¨® casi clandestinamente en M¨¦xico; Rojo amanecer, sobre la matanza de Tlatelolco (que dej¨® decenas de muertos a¨²n por contar), tambi¨¦n exhibida gracias a la presi¨®n social (y de Gabo). Emocionada, muestra una fotograf¨ªa suya en la Plaza de las Tres Culturas con "el padre de mi hijo", minutos antes de la matanza del 68.
Rompi¨® esquemas, abri¨® caminos y retrat¨® dramas pol¨ªticos, costumbres sexuales o la llegada de la Virgen de Guadalupe. La cultura es la savia de Mar¨ªa Rojo, quien dice que "hacer promociones, ir a c¨®cteles, la alfombra roja, el glamour, me molesta, siento que pierdo el tiempo". La pol¨ªtica que aprendi¨® de su madre y del 68 le hizo diputada en el 2000 y senadora del partido de L¨®pez Obrador en 2006.
Por eso, sus palabras saltan de lo cultural a la pol¨ªtica, lamenta la profunda "corrupci¨®n, que hace de M¨¦xico un pa¨ªs donde todo se puede... si tienes dinero para pagarlo. No conozco muchos pa¨ªses, pero creo que en ¨¦ste se pas¨® la mano". Tiene esperanza pero no deja de ver nubarrones en medio de la crisis global: "Ahora creo que es peor la situaci¨®n, se van a anudar todos estos descontentos... Y a M¨¦xico nada m¨¢s le hace falta una chispa". Vive atada al trabajo en el Senado, pero su gran pasi¨®n ¨ªntima es el cine.
Y con lo ¨²nico que se emociona m¨¢s es cuando habla un poco de su hijo Santiago, "no s¨¦ si para bien o mal le hered¨¦ la pasi¨®n por el cine. La otra, la pol¨ªtica, no". Sin perder el hilo sigue: "Es sonidista, estudi¨® en Espa?a, ya tiene un Ariel, ahorita trabaja m¨¢s que yo... Vio cine desde chiquito".
De todo su trabajo en el plat¨® se queda con Mar¨ªa de mi coraz¨®n, la historia de una mujer que sale a hablar por tel¨¦fono y termina en un manicomio, una historia que "el bueno de El Gabo regal¨®", dice mientras se encamina al Senado. Le han llamado por tel¨¦fono y tras apurar el t¨¦ ya va con prisa. "Acu¨¦rdate de que soy rojilla...".
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