Hugo, Balzac, Dumas
Tres cl¨¢sicos franceses han venido a juntarse en las librer¨ªas y no deja de ser curioso el nexo que los une: las tres son novelas de intriga que transcurren en el mundo de lo criminal. La primera de ellas es una de esas novelas redondas y totales que apunta, desde luego, mucho m¨¢s lejos que a la mera intriga, pero que es, formalmente, un melodrama de tomo y lomo: Los miserables, de Victor Hugo. La reconocemos, sin la menor duda, como una de las grandes novelas del XIX de la que poco queda por decir, pero de la que siempre hay aspectos que recordar. El primero, la briosa escritura rom¨¢ntica de su autor, a¨²n cerca del romanticismo nacionalista instaurado por Walter Scott, que pone en boca del narrador una fuerza expresiva abrasadora. El segundo, la posici¨®n omnisciente de ese mismo narrador, ¨¢lter ego de Hugo, que no s¨®lo ilustra a la perfecci¨®n sobre el escenario hist¨®rico sino que interviene en ¨¦l, ponderando y opinando con el arrojo de un convencido de asistir a un cambio social de primera magnitud. Habr¨¢ que esperar a Flaubert y su Educaci¨®n sentimental para que lo hist¨®rico y lo personal se suelden en un todo, pero el esfuerzo de Hugo es de gigante. El tercer punto es la figura de Jean Valjean, que no es sino la del m¨¢rtir en favor del pr¨®jimo, un trasunto de la figura de Jes¨²s tra¨ªdo a la Francia posrevolucionaria hasta la Comuna de Par¨ªs. Y, cuarto, todo ello queda inscrito en una minuciosa descripci¨®n del escenario humano y social dentro de una lucha entre la inocencia y la malicia que tiene el empaque de la tragedia, pero que se desarrolla en el terreno del melodrama, un melodrama desde cuya altura se puede observar la insignificancia de los melodramas actuales, miserables culebrones.
La fe hacia el costur¨®n que la Revoluci¨®n Francesa abri¨® en la historia sigue transmitiendo el entusiasmo de anta?o
La fe de Hugo hacia el costur¨®n que la Revoluci¨®n Francesa abri¨® en la historia del mundo sigue transmitiendo hoy el entusiasmo de anta?o y sus personajes, bajo su apariencia de inmediatez, transmiten a su vez una complejidad cuyo misterio nace, precisamente, de la calidad expresiva de la escritura de Hugo.
Un asunto tenebroso es se?alada por su prologuista como la primera novela policiaca de la historia. Yo sigo creyendo que el creador del g¨¦nero es Poe y que la primera es La piedra lunar, de Wilkie Collins. Pero Carlos Pujol tambi¨¦n tiene su parte de raz¨®n aunque ¨¦l mismo se?ale que es m¨¢s novela que policiaca, lo que quiere decir que no es en la resoluci¨®n de la intriga policial donde Balzac pone el acento. El libro relata un episodio ocurrido durante el paso de Napole¨®n de primer c¨®nsul a emperador, y esto es lo verdaderamente importante porque donde Balzac ancla a sus personajes es en una novela pol¨ªtica centrada en el enfrentamiento entre realistas y bonapartistas. De hecho, la mayor¨ªa de los personajes no tiene la enjundia de otros suyos que conocemos bien, pero el conjunto -dejando aparte un exceso de celo a la hora de relacionar a unos con otros, lo que carga el libro de informaci¨®n poco narrativa- ofrece un cuadro novelesco excelente.
Pujol, con su habitual perspicacia, atribuye a los tres verdaderamente importantes (Michu, Laurence, Corentin) la representaci¨®n de los valores literarios en los que se cuece la novela: la fidelidad abnegada, el orgullo ind¨®mito y el poder en la sombra. Aqu¨ª s¨ª que es donde Balzac se muestra con toda eficiencia y hace de la intriga de un caso real una pieza eminentemente narrativa.
Alejandro Dumas escribe la cr¨®nica -y utilizo esta palabra deliberadamente contra la palabra novela- de otro caso real: el juicio y condena de Marie Capelle, hija bastarda de rey, por el envenenamiento de su marido, M. Lafarge. Dumas conoci¨® a Marie y, aunque no resuelve un caso que, como tal, pose¨ªa la intriga suficiente y los suficientes puntos d¨¦biles como para quedar envuelto en la duda tras la condena, es evidente que escribe a favor de Marie; no tanto por perseguir su posible inocencia cuanto por explicar los motivos que pudieron hacer de ella una asesina. En realidad, Dumas toma la posici¨®n de quien considera que todo reo, culpable de lo que sea, no deja de ser tambi¨¦n una v¨ªctima; es decir: que todo reo procede de una serie de circunstancias que tienen mucho que ver con que haya llegado a consumar su delito. La cr¨®nica, pues, se convierte en la novelizaci¨®n de la vida de Marie Capelle, a la que Dumas sent¨® sobre sus rodillas cuando era una ni?a. Lo que cabe reprocharle es que se haya apoyado tanto en las memorias de la propia Marie. Dumas tuvo fama de utilizar negros, cosa cre¨ªble dada su voluminosa producci¨®n; pues bien, en este caso, el negro es la propia y desdichada Marie. Lo que s¨ª que no pierde nunca el autor es su innata habilidad para atraer con una historia.
Los miserables. Victor Hugo. Traducci¨®n de Nemesio Fern¨¢ndez Cuesta. Planeta. Barcelona, 2008. 1.632 p¨¢ginas. 45 euros. Un asunto tenebroso. Honor¨¦ de Balzac. Traducci¨®n de Pedro Darnell Gascou. Planeta. Barcelona, 2008. 272 p¨¢ginas. 23 euros. El caso de la viuda Lafarge. Alejandro Dumas. Traducci¨®n de Juan Camargo. Emec¨¦. Barcelona, 2008. 416 p¨¢ginas. 22 euros.
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