"Viviremos otros mayos del 68"
"Por la ciencia, como por el arte, se va al mismo sitio: a la verdad". Un enorme azulejo con esta cita de Gregorio Mara?¨®n preside la estaci¨®n madrile?a de metro que lleva su nombre. A unos metros de all¨ª, en la Residencia de Estudiantes, un hombre, m¨¢s ir¨®nico y menos optimista, piensa algo parecido. Es el fil¨®sofo franc¨¦s Edgar Morin, que el jueves pas¨® por Madrid para cerrar la Semana Mara?¨®n con una conferencia sobre la ¨¦tica y los valores en el siglo XXI.
Nacido en 1921, este parisiense de origen sefard¨ª llamado realmente Edgar Nahum, ha estado en las suficientes batallas -la liberaci¨®n de Par¨ªs, su expulsi¨®n del Partido Comunista, mayo del 68- como para saber si esos valores han cambiado con el milenio. "Lo que cambia es la propia idea del bien y del mal. El siglo XX ha dado todo el sentido a la frase de que el infierno est¨¢ empedrado de buenas intenciones". Morin ha acu?ado el concepto "ecolog¨ªa de la acci¨®n" para subrayar la distancia entre teor¨ªa y pr¨¢ctica. La pol¨ªtica es, dice, uno de los grandes caladeros de esa contradicci¨®n: "La invasi¨®n de Irak pretend¨ªa combatir el terrorismo y ha provocado una escalada terrorista. Y el comunismo: millones de militantes convencidos de trabajar por la emancipaci¨®n de la humanidad sin saber que lo hac¨ªan por una nueva forma de esclavitud", apunta el autor de t¨ªtulos como Introducci¨®n al pensamiento complejo (Gedisa) y de los cuatro vol¨²menes de El m¨¦todo (C¨¢tedra).
"La ciencia no tiene medios para controlar su propia obra"
Advierte contra el eurocentrismo, y pone el ejemplo de la medicina china
"Son escasos los fil¨®sofos al d¨ªa en temas cient¨ªficos. Prefieren a Plat¨®n"
"Occidente gener¨® la colonizaci¨®n, pero tambi¨¦n sus ant¨ªdotos"
Morin propone introducir en la moral la idea de contradicci¨®n: "Puede haber dos imperativos morales con la misma fuerza pero antag¨®nicos. En algunos pueblos ¨¢rabes conviven la moral de la hospitalidad y la de la venganza. Ambas son sagradas. Uno de mis maestros contaba la historia de un hombre asesinado por un rival. Al anochecer, el asesino pidi¨® hospitalidad en casa de la viuda. ?sta lo acogi¨®, pero por la ma?ana lo mat¨®". Respecto a la superioridad de los valores occidentales, el pensador advierte contra el eurocentrismo y pone el ejemplo de la medicina tradicional china. Para Morin, la aportaci¨®n de Occidente es incontestable por dos v¨ªas: la ciencia y la cr¨ªtica, es decir, las vacunas y los disidentes. "El rechazo a Europa", explica, "se entiende porque coloniz¨® el mundo. Pero Occidente no s¨®lo gener¨® la colonizaci¨®n, tambi¨¦n gener¨® sus ant¨ªdotos. Produjo a Hern¨¢n Cort¨¦s, pero tambi¨¦n a Bartolom¨¦ de las Casas. Los derechos de la mujer son buenos para las musulmanas. Eso s¨ª, no podemos imponerlos".
El problema es legislar sobre cuestiones morales. La idea de contradicci¨®n que ¨¦l propone casa mal con una ley igual para todos: "No podemos deducir un bien colectivo a partir de uno individual". Temas como el aborto encarnan esos dilemas: "Ah¨ª entran en juego tres derechos: el de la mujer a su autonom¨ªa, el de la sociedad a controlar su demograf¨ªa y el del embri¨®n. ?A partir de qu¨¦ momento somos humanos? No hay respuesta clara. ?Qu¨¦ hacer? En Francia se privilegi¨®, y estoy de acuerdo, el derecho de la mujer. En China, el de la sociedad, y de forma negativa. Finalmente, el embri¨®n tiene ya existencia. No estoy de acuerdo con la Iglesia, pero lo que eliminamos no es un objeto, es un ser vivo. Es una elecci¨®n que apoyo, pero hay que ser consciente de lo que supone".
En la Semana Mara?¨®n, dedicada al humanismo en la medicina, se impone una pregunta: ?debe la ciencia hacer todo lo que puede hacer? Para Morin, hay que distinguir entre curar y "perfeccionar". No es lo mismo querer un hijo para salvar a su hermano que quererlo con ojos azules. Con todo, matiza, "estamos en un periodo muy primitivo de la gen¨¦tica". ?La filosof¨ªa est¨¢ a la altura de esa revoluci¨®n? ?Es la ciencia la filosof¨ªa de hoy? "Rotundamente, no. Nos preguntamos por qu¨¦ el progreso ha producido las armas de destrucci¨®n masiva. Pues porque la ciencia moderna se desarroll¨® a partir de la separaci¨®n entre los hechos objetivos, de los que se ocupa ella, y los valores, que quedan para la religi¨®n y la filosof¨ªa. Fue el precio que hubo que pagar para que la ciencia sea aut¨®noma. Pero los cient¨ªficos no tienen ning¨²n medio para controlar su propia obra". Hasta ahora, esa laguna la ha llenado la vieja moral: con seres humanos no se experimenta. "Son derechos que habr¨ªa incluso que ampliar a los animales torturados en laboratorios y granjas".
?Y qu¨¦ hay de la filosof¨ªa? "Es v¨ªctima de la separaci¨®n entre la cultura cient¨ªfica y la humanista. Son escasos los fil¨®sofos al d¨ªa en cuestiones cient¨ªficas. Prefieren comentar a Plat¨®n. Cuando se interesan por la vida no tienen conocimientos para juzgar. Ah¨ª est¨¢ Sartre, que se equivoc¨® sobre el estalinismo. O Foucault, que dijo que la revoluci¨®n de Jomeini era progresista".
A los 40 a?os de una revoluci¨®n m¨¢s ef¨ªmera, la de mayo del 68, Edgard Morin, uno de sus grandes cronistas, defiende las dos primeras semanas de revuelta: "Expresaron una aspiraci¨®n que recorre la historia de la humanidad desde el anarquismo (libertad), el socialismo (justicia) y el comunismo (igualdad). Adem¨¢s de una explosi¨®n adolescente, hubo algo especial: la gente se hablaba en las calles de Par¨ªs, cosa que nunca hace, y las consultas de los psiquiatras se vaciaron. Todos curados. Luego la revuelta degener¨® y la gente volvi¨® al psiquiatra. Pero la aspiraci¨®n sigue. Viviremos otros mayos del 68". Lo dice con una sonrisa, sorprendido casi por el optimismo de un hombre que, a sus 87 a?os, todav¨ªa hace planes de futuro.
Babelia
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