Un puente hacia ninguna parte
El paso sobre el r¨ªo que separa Argentina y Uruguay lleva dos a?os cerrado por el conflicto desatado entre ambos pa¨ªses por una f¨¢brica de papel
El puente Libertador General San Mart¨ªn es un puente largo y magn¨ªfico sobre el r¨ªo que hace de frontera entre Argentina y Uruguay. Desde hace exactamente dos a?os es un puente que no lleva a ninguna parte. Sira, una mujer muy agradable y educada, tiene la llave del candado que sujeta la barrera que impide el paso a todo tipo de tr¨¢nsito. Si alguien se pusiera pesado y se empe?ara a cruzar, llamar¨ªa a otros vecinos de la poblaci¨®n m¨¢s cercana, Gualeguaych¨², y se armar¨ªa la marimorena. Lo que s¨ª permite Sira es que turistas despistados lleguen hasta mitad del puente para que vean la causa de tantos problemas: una imponente papelera que la empresa finlandesa Botnia construy¨® al otro lado, en tierra uruguaya, y que Gualeguaych¨², en tierra argentina, aborrece.
En Gualeguaych¨² afirman que la papelera ataca al medio ambiente
Buenos Aires alega que Montevideo ha violado el tratado fluvial
El enfrentamiento se ha ido envenenando y se ha convertido en el origen de repetidos gestos hostiles entre los dos Gobiernos, protagonistas de uno de los conflictos m¨¢s ins¨®litos de Am¨¦rica Latina. El presidente uruguayo, Tabar¨¦ V¨¢zquez, que protesta porque los gendarmes argentinos no hacen nada para despejar el paso, vet¨® hace una semana a N¨¦stor Kirchner como secretario general de Unasur (Uni¨®n de Naciones Suramericanas), un cargo que el argentino ambiciona. Y el Ejecutivo argentino, en respuesta, remolonea a la hora de dragar el canal de San Mart¨ªn, compartido con Uruguay. Espa?a, a la que Kirchner quiso involucrar en su d¨ªa como mediadora, acept¨® "facilitar" el di¨¢logo, pero, en cuanto fracas¨® la primera reuni¨®n, opt¨® por una retirada diplom¨¢tica r¨¢pida y prudente.
En Gualeguaych¨² no se inmutan. El corte empez¨® cuando la f¨¢brica se iba a construir. La f¨¢brica se construy¨®, lleva ya un a?o produciendo y las cosas siguen como estaban. El puente de San Mart¨ªn, el m¨¢s cercano a Buenos Aires, sigue cerrado y hay que desviarse 80 kil¨®metros, a Col¨®n, para cruzar la frontera. Sira comprende que las cosas no deber¨ªan ser as¨ª. Antes pasaban por aqu¨ª m¨¢s de 120 camiones y centenares de coches al d¨ªa. Ahora ya nadie se molesta en coger la ruta 136 para pasar a Uruguay o a Brasil.
Los piqueteros de Gualeguaych¨² han construido una caseta en la que Sira y quienes con ella se turnan, pasan las horas muertas de vigilancia y aburrimiento. ?Y los tres gendarmes que se guarecen del sol en otra caseta a menos de 100 metros? "Ah, ellos est¨¢n aqu¨ª para protegernos", dice Sira, nada extra?ada del hecho de que los gendarmes "protejan" a quienes est¨¢n cortando por las bravas una ruta internacional. Hace unos d¨ªas, relata, un abogado de Buenos Aires anunci¨® que iba a venir con toda una caravana para cruzar por la fuerza. "El Gobierno tuvo que mandar 300 gendarmes por si pasaba algo y luego el se?or abogado vino solo, acompa?ado por su mujer. Y claro, todo ese gasto lo tuvo que pagar el Gobierno. Eso no est¨¢ bien", razona Sira.
Cuando el abogado, Salvador Rossetti Serra, lleg¨® en coche al paso fronterizo le esperaban los representantes de la Asamblea Ambiental de Gualeguaych¨², responsable directa del corte. Con un hilo de voz, Rossetti pregunt¨®: "?Pero qui¨¦nes son ustedes, qui¨¦n es usted, se?or, para impedir pasar a un ciudadano argentino por una carretera argentina?". "Su derecho al tr¨¢nsito cede ante el derecho nuestro a proteger el r¨ªo", le contestaron. Los 300 gendarmes observaron el di¨¢logo. Cuando Rossetti dio la vuelta al coche y se fue, ellos dieron la vuelta a sus autocares y se fueron.
Fabi¨¢n Magnotta, director period¨ªstico de Radio M¨¢xima, de Gualeguaych¨², est¨¢ escribiendo un libro sobre la batalla de su ciudad contra la papelera. No cree que el Gobierno sea aliado de la causa ambientalista. "M¨¢s bien lo que puede suceder es que ahora ya teme a la reacci¨®n de la gente". ?Pero acaso creen que pueden mantener cerrado toda la vida un paso internacional y un puente de 3.000 metros? "S¨ª". Magnotta reflexiona un rato: "El corte no dio resultado, est¨¢ claro que la papelera funciona. Pero lo que ha sido una victoria es la movilizaci¨®n de la gente, de los habitantes de Gualeguaych¨². ?se es un logro que nadie en el poder aceptar¨¢".
El periodista est¨¢ admirado por la fuerza del movimiento vecinal que gira en torno al corte de tr¨¢fico. "Tiene usted que comprender que la gente de aqu¨ª considera la papelera como una agresi¨®n al r¨ªo". ?Una salida posible? Fabi¨¢n no conf¨ªa mucho en el recurso interpuesto por Argentina ante el Tribunal Internacional de La Haya, un dictamen no se conocer¨¢ hasta 2010. "El Gobierno argentino ni tan siquiera ha planteado problemas medio ambientales. S¨®lo protesta porque Montevideo ha violado el tratado del r¨ªo Uruguay, que establece una gesti¨®n compartida entre los dos pa¨ªses". Botnia asegura que su planta, de alta tecnolog¨ªa, no contamina el r¨ªo. ?Tiene la asamblea pruebas que pueda aportar a la denuncia? Magnotta cabecea: "En el r¨ªo aparecen a veces manchas de colores, pero cuando llegan los t¨¦cnicos del Gobierno, siempre tarde, ya no hay nada".
Algunos miembros de la Asamblea piensan en otra posibilidad. Quiz¨¢s podr¨ªan convencer al Gobierno para que apruebe un c¨®digo aduanero para Gualeguaych¨². "La idea es que las personas puedan pasar, pero que se proh¨ªba el cruce a camiones con materiales para la papelera", explica Fabi¨¢n.
La propuesta quiz¨¢s permitir¨ªa a todo el mundo salvar la cara, pero exige una iniciativa del Gobierno argentino. ?Y si no lo logran? ?Cree que el Gobierno podr¨¢ consentir que esto siga as¨ª mucho tiempo? El puente continuar¨¢ cerrado, asegura con firmeza. "Gualeguaych¨² se ha sentido siempre una isla, una comunidad que conf¨ªa s¨®lo en s¨ª misma para solucionar sus problemas. Vivimos sin puente hasta 1976 y podemos volver a vivir sin puente".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.