'Los frutos de la niebla'
Me dirijo a tomarme el brunch (como ahora se llama al desayuno) con el ¨²ltimo libro de Luis Mateo D¨ªez, Los frutos de la niebla (Alfaguara), bajo el brazo. Digo libro porque est¨¢ compuesto por tres f¨¢bulas tituladas: Los frutos de la niebla, Pr¨ªncipes del olvido y La escoba de la bruja. Estas f¨¢bulas podr¨ªan ser tambi¨¦n novelas cortas y podr¨ªan ser cuentos, pero no por eso dejar¨ªan de ser f¨¢bulas, porque la f¨¢bula es una manera de mirar el mundo y una manera de estar en ¨¦l, es una forma de darle rango universal a algo cotidiano que nos puede ocurrir a cualquiera. La f¨¢bula atraviesa el espacio y el tiempo con naturalidad, con suavidad, con un encantamiento especial a medio camino entre la literatura oral y la escrita. Pero ?qu¨¦ se hace para cargar de encantamiento y embrujo lo que se escribe? ?C¨®mo se hace para que un relato sea una f¨¢bula sin que hablen los animales, como en las f¨¢bulas de Samaniego, y sin que haya moraleja? Habr¨¢ que pregunt¨¢rselo a Luis Mateo D¨ªez, quien con este volumen y otras tres obras (El diablo meridiano, El eco de las bodas, El fulgor de la pobreza) finaliza el ciclo llamado Las f¨¢bulas del sentimiento. Se me ocurre que a lo mejor le haya surgido de la necesidad de encontrarle un sentido a esta absurda vida aunque sea figurado, so?ado. Un sentido que no pertenezca a una ¨¦poca concreta ni a un lugar determinado, sino al alma, a nuestra pobre condici¨®n humana llena de inseguridades y debilidades, de derrotas y esperanzas y que por eso L. M. D¨ªez invente ciudades, pueblos que perdurar¨¢n m¨¢s que los no inventados. Sus personajes, de una forma u otra, son perdedores, entra?ables perdedores, que nos recuerdan que vivir es lo m¨¢s arriesgado que existe. Y vivir es sentir, aunque a veces sentir demasiado puede resultar perjudicial para la salud. La enfermedad, la dureza del crecimiento y de la adolescencia, el maltrato... son preocupaciones que ha creado nuestra forma de vida actual, y que estas f¨¢bulas sobre la modernidad consiguen echarles el lazo.
Madrid es una ensalada de acentos que acaba tomando un deje especial
Los mejores cr¨ªticos ya han hablado de las grandes cualidades del libro. Yo s¨®lo quiero decir que estoy disfrutando de su mucho sabor, de la atm¨®sfera, de la energ¨ªa que encierra y que parece absorbida desde alg¨²n ¨¢ngulo secreto de la realidad. Estoy llegando a la conclusi¨®n de que en el fondo la vida es una f¨¢bula sobre la vida, y hasta la novela m¨¢s realista deber¨ªa tener un trasfondo de f¨¢bula si no quiere pasar al olvido nada m¨¢s cerrar sus tapas. Las historias atrapadas en estas p¨¢ginas enlazan con otras del autor creando un sistema nervioso y emocional por donde discurren las angustias, miedos, alegr¨ªas y visiones de Luis Mateo D¨ªez, de sus inolvidables personajes y de sus mismos lectores.
Y si hay algo que sabe todo el mundo de Luis Mateo D¨ªez, incluso los que no le han le¨ªdo, es que es leon¨¦s, nacido en Villablino, un lugar en el que nunca he estado y que me imagino neblinoso, h¨²medo, con olor a musgo no s¨¦ por qu¨¦, con bosque, r¨ªo y prados verdes, con fantasmas, lobos y brujer¨ªa a mansalva. Bueno, pues a pesar de venir de ese lugar incre¨ªble, de esos parajes que probablemente le han hecho escritor y han marcado su espacio po¨¦tico, Luis Mateo D¨ªez es un escritor muy madrile?o. ?Qu¨¦ ser¨ªa de Madrid sin ¨¦l? ?Qu¨¦ ser¨ªa del mundo literario de esta ciudad si no nos pudi¨¦semos tropezar con ¨¦l en alguno de los escasos festejos que se celebran por aqu¨ª? Si no supi¨¦semos que es leon¨¦s lo considerar¨ªamos el m¨¢s castizo. De hecho, y ¨¦sta es una percepci¨®n muy personal, bajo el sobrio acento leon¨¦s discurre una entonaci¨®n castiza, como si por debajo de esos lejanos montes del norte circulara el peque?o, pero mat¨®n, r¨ªo Manzanares. Claro que Madrid es una ensalada de acentos que acaba tomando un deje especial.
Luis Mateo D¨ªez, que crea personajes que parecen siempre reci¨¦n arrancados del suelo por un hurac¨¢n, es ya un personaje imprescindible de Madrid aunque se prodigue poco personalmente. Literariamente, por fortuna, m¨¢s o menos cada dos a?os tenemos una cita con ¨¦l, con su sentido del humor y con su humanidad, con su imaginaci¨®n. La ¨²ltima ha sido en el C¨ªrculo de Bellas Artes en la presentaci¨®n de Los frutos de la niebla, que por arte de magia se convirtieron en casta?as en alm¨ªbar servidas por el restaurador leon¨¦s Prada. No se puede pedir m¨¢s.
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