La desuni¨®n de los unidores
La IX Asamblea Federal de Izquierda Unida (IU) cerr¨® sus sesiones el pasado fin de semana sin que los 790 delegados llegaran a un acuerdo para sustituir a Gaspar Llamazares -dimitido del cargo con anterioridad- como coordinador general. Las cinco corrientes representadas en el congreso -el Partido Comunista de Espa?a (PCE), la Izquierda Abierta de Llamazares y la Tercera V¨ªa (o N-II) son las principales- se limitaron a elegir a los 90 miembros del Consejo Pol¨ªtico (la mitad del total) reservados a la Asamblea. Habr¨¢ que aguardar, as¨ª pues, a que las federaciones territoriales cubran los otros 90 puestos del m¨¢ximo ¨®rgano de IU para que la sede vacante del coordinador sea ocupada. Entre tanto, una comisi¨®n colegiada de 14 personas presidida por el comunista Cayo Lara se har¨¢ cargo provisionalmente de la marcha de la asendereada formaci¨®n cuya voz en el Parlamento seguir¨¢ siendo parad¨®jicamente el dimitido Llamazares.
Fundada en 1986 en la estela del no al refer¨¦ndum sobre la permanencia de Espa?a en la OTAN, y estructurada inicialmente como una coalici¨®n de partidos y personalidades hegemonizada por el PCE, el posterior colapso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica aconsej¨® a los dirigentes comunistas continuar manteniendo en un segundo plano sus siglas para las comparecencias electorales y apostando por un frente unitario dirigido a desplazar a los socialistas hacia el centro del espectro. En la d¨¦cada de los noventa, la astucia t¨¢ctica de Aznar, consciente de que el PP s¨®lo podr¨ªa ganar las elecciones si el PSOE perd¨ªa votos a la vez por la derecha y por la izquierda, y la oscura complicidad de Anguita, para quien socialistas y populares eran el anverso y el reverso de la misma moneda pol¨ªtica, crearon un juego de espejos propio del valleinclanesco Callej¨®n del Gato. En este baile de m¨¢scaras, Aznar reconoci¨® solemnemente a IU como ¨²nico representante de la verdadera izquierda mientras Anguita acu?aba la par¨¢bola neoevang¨¦lica de las dos orillas, contraponiendo la ribera habitada en orgulloso aislamiento por IU y la margen ocupada de manera promiscua por el PP y el PSOE. La contribuci¨®n de Anguita a la imaginer¨ªa pol¨ªtica era una versi¨®n cursi de la estrategia de clase contra clase con que la III Internacional equipar¨® socialdemocracia y socialfascismo abriendo el camino a la toma del poder por Hitler.
La estrategia de la pinza construida por el PP e IU para desgastar a los socialistas por ambos flancos rindi¨® excelentes resultados a los populares: rompi¨® las alianzas municipales y auton¨®micas entre PSOE e IU tras las elecciones de 1995 y le permiti¨® conquistar el Gobierno al a?o siguiente con un apurado margen de 300.000 votos. En cambio, el ensue?o italiano del sorpasso de los comunistas en su carrera electoral con los socialistas albergado por Anguita no resisti¨® el contraste con la realidad: sus mejores resultados en las urnas de 1996 ni siquiera llegaron a superar el m¨¢ximo alcanzado por el PCE en 1979 (10,8% de votos y 23 esca?os). Por el contrario, durante el mandato del PP las cifras electorales de IU -con Anguita ya dimitido- cayeron casi a la mitad; en la convocatoria de 2008 la candidatura de Llamazares s¨®lo obtuvo el 3,8% de los votos y 2 diputados.
A la vista de esos hechos, parece evidente que IU no dispone de un claro espacio propio en el escenario pol¨ªtico. Parafraseando la letra de una conocida copla, cabr¨ªa concluir que ni con los socialistas ni sin ellos tienen remedio las penas de IU: como aliado, porque pierde independencia, y como adversario, porque favorece a la derecha. De a?adidura, el sistema electoral beneficia a los dos grandes partidos de ¨¢mbito estatal, que se reparten el 80% de los votos y el 90% de los esca?os en las Cortes Generales. Por lo dem¨¢s, la autonom¨ªa de las ramas territoriales sobrepasa en algunos casos los l¨ªmites de flexibilidad permisible incluso a una organizaci¨®n confederal: la presencia de IU en el Gobierno de Vitoria, por ejemplo, no tiene f¨¢cil explicaci¨®n.
La hoja de ruta aprobada por una desahogada mayor¨ªa de la Asamblea Federal para proceder a la refundaci¨®n de IU -tal vez con nuevas siglas- en 2010 no presenta novedades de car¨¢cter organizativo ni de contenido ideol¨®gico. La ratificaci¨®n de sus se?as de identidad anticapitalistas, republicanas y alternativas o los llamamientos a la integraci¨®n en sus filas de comunistas, socialdem¨®cratas de izquierda, ecologistas, feministas y pacifistas no servir¨¢n en s¨ª mismos para solucionar la crisis.
La sensaci¨®n de gallinero revuelto transmitida por la IX Asamblea Federal de Izquierda Unida, incapaz siquiera de ofrecer al p¨²blico un relato comprensible de las cuestiones debatidas y de los argumentos y de las soluciones propuestos por las tendencias enfrentadas, deja la desoladora impresi¨®n de que la supuesta batalla ideol¨®gica no es sino un disfraz de luchas por el poder movidas por ambiciones y rencillas personales libradas entre sus dirigentes que responden a una l¨®gica muy alejada de los intereses y las reivindicaciones de sus votantes reales o potenciales.
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