Somalia, agujero negro
La desbocada pirater¨ªa en el Cuerno de ?frica es una amenaza a la seguridad internacional
Las estrat¨¦gicas aguas del sur del mar Rojo y el golfo de Ad¨¦n se han convertido en las m¨¢s peligrosas del mundo. Los piratas somal¨ªes (tambi¨¦n yemen¨ªes) que hasta hace poco se conformaban con piezas menores, como el Playa de Bakio, han multiplicado la audacia de sus ataques y con ella los ingresos de su siniestro negocio. Sus dos ¨²ltimos secuestros son un carguero ucranio repleto de tanques y armas pesadas (cuyo inquietante destino africano todav¨ªa se desconoce) y un superpetrolero saud¨ª con crudo por valor de cien millones de d¨®lares. El abordaje del Sirius Star es tanto m¨¢s alarmante en cuanto que navegaba en aguas de Kenia, a cientos de kil¨®metros, en mar abierto, de la zona preferida por los bucaneros.
La escalada de la pirater¨ªa (m¨¢s de 60 secuestros este a?o) se ha convertido en una seria amenaza a la seguridad internacional y es un s¨ªntoma directo del absoluto vac¨ªo de poder en Somalia, pa¨ªs sin Estado ni Gobierno y vivero terrorista. Debido a que por el Cuerno de ?frica transita el 10% del comercio mar¨ªtimo mundial, los aseguramientos se han disparado y muchas navieras se han visto forzadas a utilizar rutas alternativas m¨¢s largas y costosas.
EE UU y la Uni¨®n Europea han desplegado un dispositivo tan embrionario como insuficiente. Pero la protecci¨®n con ciertas garant¨ªas de la interminable costa somal¨ª exigir¨ªa una entera flota de guerra convencional. Los poderes internacionales pueden y deben hacer mucho m¨¢s. Es necesario definir una ruta mar¨ªtima que pueda vigilarse adecuadamente. Y hacer efectiva la resoluci¨®n del Consejo de Seguridad, de junio pasado, que autoriza a las armadas extranjeras a dar caza a los bandidos. Los piratas somal¨ªes no son los de Salgari. Est¨¢n bien armados, curtidos en 20 a?os de guerra y tienen arrojo y medios como para no asustarse ante un avi¨®n de reconocimiento. Sus lanchas r¨¢pidas parten de buques nodriza, en el golfo de Ad¨¦n, dotados de comunicaciones avanzadas.
El problema sigue siendo Somalia, un violento pa¨ªs sin ley, del que han huido m¨¢s de un mill¨®n de personas y otros tres sobreviven con ayuda internacional. Somalia es desde 1991 un campo de batalla entre clanes y se?ores de la guerra, islamistas y laicos, apoyados ¨¦stos por Etiop¨ªa y EE UU. Mientras, en el vecino Yibuti se eterniza un di¨¢logo entre enemigos que no conduce a ninguna parte. Los males de la fracasada Somalia exigen ser atacados de ra¨ªz si se quiere evitar otros muchos mayores.
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