Vargas Llosa viaja al infierno de la mano de Juan Carlos Onetti

"T¨² tienes con la literatura relaciones matrimoniales. Yo, ad¨²lteras". Se lo dijo Juan Carlos Onetti a Mario Vargas Llosa para resumir el contraste entre su ca¨®tica manera de escribir y la disciplina, con horario incluido, de su amigo. Las ir¨®nicas ocurrencias del escritor uruguayo sobre el peruano son casi un g¨¦nero: "En otro tiempo tuve una magn¨ªfica dentadura", dijo, ya desdentado, en otra ocasi¨®n, "pero se la regal¨¦ a Vargas Llosa".

Bromas aparte, el autor de La ciudad y los perros rumi¨® durante d¨¦cadas la posibilidad de leer sistem¨¢ticamente la obra completa de Onetti. Hace dos a?os, un curso en la Universidad de Georgetown convirti¨® en disciplinada realidad aquel deseo. Y aquel semestre magistral ha tomado ahora forma de libro en El viaje a la ficci¨®n. El mundo de Juan Carlos Onetti (Alfaguara), presentado ayer en la Casa de Am¨¦rica de Madrid por el propio Vargas Llosa y el periodista Juan Cruz, asiduo visitante del n¨²mero 31 de la madrile?a avenida de Am¨¦rica en los a?os en que Onetti, forma ya parte del mito, se encerr¨® all¨ª a leer novelas policiacas sin salir de la cama.

En esa cama del exilio espa?ol termin¨® un viaje que hab¨ªa empezado 85 a?os antes en Montevideo y del que Vargas Llosa, que ya hab¨ªa dedicado largos ensayos a autores como Garc¨ªa M¨¢rquez, Flaubert o Victor Hugo, ha trazado un mapa doble: el de la vida y el de la obra. La de Onetti y la de sus personajes. Seg¨²n el narrador peruano, que acaba de pasar dos semanas en el Congo, donde ha podido comprobar "hasta qu¨¦ extremos puede llegar la crueldad humana", la literatura es para ellos un refugio contra la realidad, "el simulacro que permite vivir en la ilusi¨®n, transitoriamente a salvo del horror de la vida verdadera".

Ellos son hombres y mujeres que viven en una gran tensi¨®n econ¨®mica, psicol¨®gica o sentimental que los acercan al abismo, y cuya ¨²nica escapatoria est¨¢ en la imaginaci¨®n. El viaje a la ficci¨®n es, de hecho, la radiograf¨ªa, libro a libro, de un universo "disolvente y nublado" habitado por personajes amorales, mis¨®ginos, proxenetas y prostitutas sin esperanza abocados a la locura o el suicidio. El propio Onetti cre¨® una ciudad imaginaria, Santa Mar¨ªa, cuando Per¨®n prohibi¨® el tr¨¢fico entre Buenos Aires y Montevideo. En ella, de hecho, transcurre la gran trilog¨ªa onettiana: La vida breve (1950), El astillero (1961) y Juntacad¨¢veres (1964).

"Fui arrastrado por el boom", dijo siempre Juan Carlos Onetti para ilustrar su papel como precursor, con Rulfo y Borges, de la generaci¨®n de Garc¨ªa M¨¢rquez, Cort¨¢zar, Carlos Fuentes y el propio Vargas Llosa. El escritor peruano, de hecho, se?ala La vida breve como "la primera novela moderna de Am¨¦rica Latina", en los ant¨ªpodas del costumbrismo ret¨®rico que triunfaba en la ¨¦poca. En su opini¨®n, Onetti fue el primero en asimilar el magisterio de Joyce, Proust y, sobre todo, Faulkner.

Para Onetti, en cuya obra gravitan tambi¨¦n las sombras de Kafka, C¨¦line y Roberto Arlt, al que conoci¨® en sus a?os de periodista en Argentina, Faulkner fue, ante todo, el ejemplo m¨¢ximo de escritor que, sin darle importancia a sus novelas, no viv¨ªa m¨¢s que para escribirlas: "Un hombre capaz de soportar que la gente se vaya al infierno, siempre que la carne quemada no le impida continuar realizando su obra".

Frente a los defensores del arte por el arte y reconociendo la autonom¨ªa del mundo de Onetti, Vargas Llosa apunta que la desgracia y la frustraci¨®n que lo recorren son las mismas que ti?en la historia de Latinoam¨¦rica, atravesada por el subdesarrollo -"un estado de ¨¢nimo"- y la fantas¨ªa: la negaci¨®n de toda forma de pragmatismo democr¨¢tico "en nombre de la utop¨ªa".

Vargas Llosa, que se ha adelantado unos meses al centenario de Juan Carlos Onetti, nacido en 1909, subraya, adem¨¢s, su maestr¨ªa como cuentista: "He le¨ªdo 20 veces El infierno tan temido, un relato perfecto, y no deja de conmoverme. Y de aterrorizarme"."La vida breve' es la primera novela moderna de Am¨¦rica Latina"