El fiasco del CAC
El secretismo y los v¨ªnculos con beneficiarios deslegitiman el reparto de radios en Catalu?a
La primera adjudicaci¨®n de licencias radiof¨®nicas realizada en Espa?a, no por un Gobierno, sino por un organismo te¨®ricamente independiente, el Consejo del Audiovisual de Catalu?a (CAC), ha desembocado en un preocupante fiasco. Un resultado que enerva el griter¨ªo de algunos de los grupos que se sienten perjudicados, pero que tambi¨¦n es decepcionante por el nefasto procedimiento arbitrado y por la escasa independencia demostrada por algunos de los miembros del organismo.
El procedimiento ha estado aquejado de una opacidad incluso superior a cuando este tipo de concesiones las realizan los Gobiernos. El presidente del CAC, Josep Maria Carbonell, secuestr¨® la discusi¨®n plenaria del organismo, sustituy¨¦ndola por unas ralas consultas de confesionario propias del secretismo vaticano, o del sovi¨¦tico. Lo llev¨® todo cocinado al pleno. Un pleno extraordinario, en vez de ordinario, para obstaculizar, no ya la discusi¨®n, sino hasta el acceso a la informaci¨®n de los consejeros. En efecto, si la convocatoria hubiese sido ordinaria, ¨¦stos habr¨ªan dispuesto de al menos 48 horas para estudiar los expedientes (14.000 p¨¢ginas) de la Mesa de Contrataci¨®n, en vez de s¨®lo la noche anterior a la ratificaci¨®n.
Es decepcionante que un organismo creado para evitar el arbitrismo del poder pol¨ªtico act¨²e con unos procedimientos que extreman la arbitrariedad de la decisi¨®n. Carbonell afirm¨® ayer ante el Parlamento catal¨¢n que "todos los miembros" del CAC han procedido "con absoluta independencia de criterio" frente a las empresas y sostuvo que "el Consejo no est¨¢ formado por delegados de los partidos pol¨ªticos" que los propusieron. Pero propusieron a antiguos diputados suyos, en su mayor¨ªa.
El criterio de independencia e imparcialidad obligaba al propio Carbonell -que simultanea su condici¨®n de aparatchik del PSC con la pertenencia a dos fundaciones del arzobispado barcelon¨¦s- a no participar, o al menos ausentarse, en la decisi¨®n de otorgar siete licencias a la emisora episcopal catalana R¨¤dio Estel (de car¨¢cter m¨¢s liberal que su hermana la Cope), con una audiencia de apenas 8.000 personas. Su defensa victimista, alegando que se le critica por sus creencias, es inane. Que crea y practique la religi¨®n que quiera, pero apl¨ªquese el m¨ªnimo c¨®digo de incompatibilidades. Lo mismo cabe decir al secretario del Consell, Santiago Ramentol, ex director de R¨¤dio Estel.
Lo que aqu¨ª se examina no es el discutible resultado concreto de la adjudicaci¨®n, que ha beneficiado a algunos grupos que apoyan al tripartito; perjudicado a otros (entre ellos la SER, del Grupo PRISA, editor de EL PA?S) a cuyas asociadas se les ha negado licencia; y excluido de ra¨ªz a empresas tan distantes entre s¨ª como la Cope o el Grupo Zeta. Lo denunciable es la falta de transparencia e independencia de un organismo creado para ser neutral y que ha resultado hip¨®critamente parcial.
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