Loquillo, elogio del individualismo
Es un animal esc¨¦nico, pero cuando baja de las tablas mantiene el mismo ¨ªmpetu. Hablar con Loquillo (Barcelona, 1960. www.loquillo.com) es dejarse arrastrar por un mon¨®logo que se enciende a la m¨ªnima contra todo lo que le molesta o cree injusto. Y el memorial de agravios es largo. Utiliza constantemente una primera persona que se desborda con ese toque caracter¨ªstico de chuler¨ªa, deje que forma parte de su personaje de rocker, lo mismo que el P¨¢jaro Loco con gesto punk omnipresente en los botones de los pu?os de su chaqueta. Est¨¢ harto de que le encasillen, de que todav¨ªa se espere de ¨¦l que cante aquello de "yo, para ser feliz, quiero un cami¨®n...". Le cabrea adem¨¢s que mucha gente no se haya enterado de que ahora anda en otras movidas. Y ya ha pasado bastante tiempo desde su cambio de registro.
"Si fuera en plan artista 'indie' que se mete caballo, algo desfasado, a lo mejor les molaba y se interesaban por lo que hago"
La nueva etapa, marcada por su idilio con la poes¨ªa y por la colaboraci¨®n con Gabriel Sope?a, empez¨® en los noventa y se consolid¨® gracias al disco Con elegancia, donde puso m¨²sica a versos de Garc¨ªa Lorca, Mario Benedetti, Jaime Gil de Biedma o Joan Salvat-Papasseit, entre otros poetas. Aquel trabajo inclu¨ªa tambi¨¦n el in¨¦dito de Jacques Brel que le dio t¨ªtulo, un tema cedido al Loco por la viuda del mito franc¨¦s. ("Una canci¨®n de Brel a pelo es m¨¢s heavy que todos los Guns'n'Roses del mundo. No es c¨®mo comes, sino c¨®mo masticas", sentencia). Y en ¨¦sas sigue, porque en breve tiene previsto meterse en el estudio para grabar un disco con poemas de Luis Alberto de Cuenca, un proyecto a?ejo que acaricia desde que su apreciado escritor era el secretario de Cultura del Gobierno de Aznar y que entonces aparc¨® porque esa coincidencia le produc¨ªa cierta inquietud. Pero al fin ha llegado el momento y el disco centrar¨¢ una extensa gira por teatros el pr¨®ximo a?o.
Lo que no ha abandonado nunca es la pose peleona que le ha provocado tantas enemistades. "?Que c¨®mo he aguantado? Primero, porque me quiero mucho, que es lo primordial en la vida. Segundo, porque mis amigos son los mismos de mis principios. Y tercero, porque yo empec¨¦ esto. Cuando veo a los que est¨¢n en primero de rock, yo lo llamo as¨ª, que intentan ser tipos duros, con esa parafernalia... Lo miro todo con una sonrisa, porque vengo de una ¨¦poca en la que formar parte de una banda de rock era estar en lo m¨¢s cercano a la delincuencia. Mis amigos eran delincuentes que estaban en la c¨¢rcel. Mis otros amigos eran traficantes o estaban enganchados a la hero¨ªna. El mundo era as¨ª y dejaba cad¨¢veres", arranca sin tapujos, y recuerda acto seguido el estupor que cre¨® entre su p¨²blico al pasarse a musicalizar poemas. "Eso s¨ª que fue realmente duro, nos tiraban de todo. Yo me r¨ªo de lo de Dylan y de todo aquello que le pas¨® cuando dej¨® de cantar folk ac¨²stico".
Aunque no le hace ninguna gracia, es imposible no recordar los ochenta, a?os en los que se convirti¨® en un icono, pero que le pesan como un incordio, pese a estar orgulloso del trabajo hecho. "Esto de los ochenta es un co?azo que va por turnos. Ahora le toca a uno, despu¨¦s a otro y a otro y a otro...". Los Trogloditas, claro, son historia, un pasado lleno de tensiones y desenga?os: "Si alguien piensa que voy a volver con los Troglos, est¨¢ loco. Es inviable. Lo siento por quien aprecie a la banda, pero hay gente con la que no subo al escenario ni en pintura. Se acab¨®. Y lo digo con mucho dolor". La herida que parece definitivamente cerrada es la de su ruptura con Sabino M¨¦ndez, con el que se ha reencontrado en varias ocasiones. Cerrada, pero a¨²n escuece. "Cuando ocurri¨® lo de Sabino, s¨ª que hubo un frente muy amplio en la prensa que reparti¨® los papeles: ¨¦ste, Sabino, es el bueno, y ¨¦ste, yo, el malo; ¨¦ste es el listo, y ¨¦ste, el tonto del pueblo. Eso estuvo muy mal, fatal. Hizo da?o, joder". No obstante, su actitud combativa contra el revival ochentero tan repleto de nostalgia tiene matices. "Cuando empez¨® este rollo, yo fui muy cr¨ªtico. Con el paso del tiempo, empiezo a pensar que se est¨¢n reivindicando los ochenta no como un momento de locura, sino como un gran momento de creatividad. De 1978 a 1983 fuimos libres, las leyes no exist¨ªan. Salimos de una dictadura, y eso hizo que toda una generaci¨®n explotara. Vivimos el sexo con absoluta libertad. No tuvimos el problema de la represi¨®n franquista, ni el del sida. Nuestra adolescencia fue sin traumas. Hay una a?oranza de esa libertad creativa, porque ahora todo est¨¢ aqu¨ª en plan buenos contra malos, de un lobby contra otro".
?Culpables? Sorpresa: "Hay algo que est¨¢ haciendo mucho da?o en Espa?a a la cultura, los putos frikis, que de todo hacen un chiste. Se piensan que los setenta son como Cu¨¦ntame. ?Que los setenta son muchas m¨¢s cosas! Sobre todo, gente pringando. En el a?o 1975, llevar el pelo largo pod¨ªa provocar que acabaras en comisar¨ªa y que te aplicaran la ley de peligrosidad social. Tocar en una banda de rock era jug¨¢rselo todo. La cultura friki ya no es que est¨¦ dando los ¨²ltimos coletazos, es que no se puede hacer m¨¢s el rid¨ªculo... Est¨¢ llegando al absurdo en todo. La gente que se cree su oficio lo que hace es ensayar y tocar. No tiene tiempo para re¨ªrse de todo, b¨¢sicamente porque te pueden romper la cara", suelta sin concesiones.
Pero lo que m¨¢s preocupa al rockero es el estado de la industria musical espa?ola, que da por moribunda. "Cuando el cine espa?ol toca fondo, el Estado lo ayuda. ?Por qu¨¦ la industria discogr¨¢fica no merece el mismo trato? ?Qu¨¦ pasa? ?Se debe a que los artistas de rock no vamos a las campa?as pol¨ªticas? ?Por eso? Es que no se me ocurre otra cosa. La industria del disco se est¨¢ muriendo y la est¨¢n dejando que se muera. Todav¨ªa estamos esperando una ley de la m¨²sica. A este paso, nadie podr¨¢ grabar en ning¨²n lado. Luego dicen que si la Red... Y unos cojones, la Red. Que se entere la gente, que la Red es como las drogas, primero te las dan gratis y luego te la cobran. Eso est¨¢ al caer. Ya se ver¨¢, ya".
No es s¨®lo car¨¢cter: los que le daban por muerto art¨ªsticamente van muy equivocados: viene mucho Loquillo. Hasta es necesario coger aire para enumerar todo en lo que anda metido: est¨¢ escribiendo su segunda novela, Los muchachos del verano, t¨ªtulo con el que rinde homenaje al poeta Dylan Thomas; es el productor de Vindicaci¨®n, el nuevo documental de su pareja, Susana Koska, que se centra en el movimiento feminista espa?ol en la ¨¦poca de la transici¨®n y que contar¨¢ con una banda sonora firmada por ¨¦l; se le puede ver en la piel de un falangista brazo en alto en la pel¨ªcula La buena nueva, de Helena Taberna, y tiene en pie su gira latinoamericana, que le ha permitido coincidir con su colega Andr¨¦s Calamaro. El a?o le ha dado adem¨¢s dos alegr¨ªas: la candidatura a los Grammy Latinos por su disco Bamoral. Tour 2008, galard¨®n que finalmente no se llev¨®, y el documental Loquillo, leyenda urbana, de Carles Prats, que gan¨® el premio del jurado del festival In-edit y al que le queda mucho recorrido comercial.
Por si fuera poco, espera en cualquier momento la llamada de Johnny Hallyday para subirse con ¨¦l al escenario en la gira de despedida del rockero franc¨¦s, uno de sus referentes, si bien los cuatro evangelistas de su biblia son Elvis, Sinatra, Gardel y Montand. Nada que ver con ¨ªdolos impostados que presumen de ir por el lado salvaje de la vida. "Una parte de la prensa siempre ha tenido afici¨®n por el artista perdedor, que tambi¨¦n cobra, eh... La imagen que vende mucho aqu¨ª es la de artista yonqui. Eso vende que te cagas. Si fuera en plan artista indie que se mete caballo, algo en el fondo totalmente desfasado, a lo mejor les molaba y se interesaban por lo que hago". Es decir, de nuevo una queja por la ausencia de focos, aunque en la calle todos los ojos se van hacia ¨¦l. "Desde que tengo uso de raz¨®n he sido alguien observado por todos. Por mi altura y porque desde los 15 a?os estaba en la calle con una chupa de cuero. O era jefe de pandilla, o el que se ve¨ªa m¨¢s, o el m¨¢s chulo del lugar... Siempre he estado con eso encima. Ni me lo he quitado, ni me lo quiero quitar. En m¨ª no encontrar¨¢s ese discurso tan barato de algunos artistas espa?oles de 'yo soy como el pueblo'. Lo siento, yo no. Soy absolutamente individualista. La historia de mi vida ha estado marcada por una palabra muy sencilla: no". O lo que es lo mismo, que el resistente conocido como Loquillo no se rinde: dispara a matar. -
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