Desastre en el PS

El congreso del Partido Socialista franc¨¦s, que deb¨ªa elegir sucesor al primer secretario Fran?ois Hollande, ha culminado en cat¨¢strofe. Aunque la vencedora ha sido Martine Aubry, que se dice de izquierdas, sobre S¨¦gol¨¨ne Royal, que se proclama aperturista, su victoria es el pistoletazo de salida para una guerra civil en sus filas. Esas dos mitades del socialismo franc¨¦s s¨®lo est¨¢n "unidas por el odio", como, con exultante menosprecio, ha dicho un portavoz de la derecha en el poder.

Sobre 137.000 votos expresados, la alcaldesa de Lille y promotora de la semana de trabajo de 35 horas, hoy abandonada bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy, se ha impuesto por s¨®lo 42 votos. Royal se ha negado a reconocer el resultado y habla de fraude. El consejo nacional del partido anuncia una reuni¨®n extraordinaria el martes "para validar los resultados". El tono de las descalificaciones en el estado mayor de la perdedora, donde se amenaza con recurrir a instancias judiciales, apunta incluso a que la pugna se dirima fuera de los pasillos del Partido Socialista franc¨¦s, sobre todo porque parece impensable que el consejo que preside Hollande, ex pareja sentimental de Royal, haga otra cosa que confirmar a Aubry.

Tras el fracaso de las dos estrategias enfrentadas, es el partido socialista el gran derrotado y Sarkozy el triunfador. Royal, que hablaba de una refundaci¨®n ahora m¨¢s necesaria que nunca, apelaba a una militancia que ya le hab¨ªa dado la victoria en primera vuelta con m¨¢s de 10 puntos sobre Aubry, y ¨¦sta contaba con el apoyo de la mayor¨ªa de los barones, l¨¦ase el aparato. Y el que esas dos fuerzas valgan igual en votos explica por qu¨¦ existen hoy en Francia dos partidos socialistas.

La raz¨®n ¨²ltima del desastre que amenaza con conducir a la oposici¨®n francesa a la absoluta irrelevancia (no ha ganado una elecci¨®n presidencial en casi dos d¨¦cadas) viene de muy lejos. Cuando el socialista de ¨²ltima hora Fran?ois Mitterrand refund¨® el PS, en 1971, dej¨® intactas sus dos almas, una impregnada de un voluntarismo de izquierdas que a¨²n no ha hecho sus cuentas con el marxismo, y otra que navega a la vista como socialdem¨®crata. Lo amargo de la campa?a, la profundidad de las divisiones entre los socialistas, har¨¢n de la reconstrucci¨®n del partido una tarea tit¨¢nica para Aubry, en la que no cabe excluir un cisma aniquilador. El equilibrio y la alternancia de poderes en Francia parecen hoy mucho m¨¢s lejos.