Osasuna sacude sus demonios

La taquic¨¢rdica situaci¨®n de Osasuna ten¨ªa en boca de Camacho el diagn¨®stico m¨¢s certero: la victoria. Los tres puntos eran, sin duda, la medicaci¨®n necesaria para formatear la moral de un conjunto que empezaba a dudar de s¨ª mismo. Y en la duod¨¦cima jornada lleg¨®. Pero no sin antes poner a prueba la capacidad de reacci¨®n de los rojillos.

El pr¨®logo del partido indicaba un desenlace diferente. Cuando apenas se hab¨ªan disputado cinco minutos, Azpilikueta abrazaba a Pellerano a la salida de un c¨®rner y Meg¨ªa D¨¢vila decretaba la pena m¨¢xima. Uno de esos penaltis sin penitencia en la mayor¨ªa de las ocasiones y que se escudan en el criterio del ¨¢rbitro de turno. Negredo no perdon¨® y, a pesar de la estirada de Roberto, decant¨® la balanza del lado de un Almer¨ªa que no sospechaba lo que ocurrir¨ªa minutos m¨¢s tarde. El desaforado ¨ªmpetu de Guillherme marcaba el cuello de un Azpilikueta cada vez m¨¢s c¨®modo en labores ofensivas y su expulsi¨®n cambiaba por completo el papel almeriense.

Osasuna se creci¨® y jug¨® su envite. Le sali¨® bien. Primero, porque Pandiani remataba a la red un preciso centro de Masoud. Segundo, porque con el retorno del capit¨¢n, Pu?al, todo parec¨ªa ganar criterio. Sin embargo, la maldici¨®n de Osasuna con el gol no iba a desaparecer tan r¨¢pidamente. Pandiani, lesionado, dejaba su sitio a un Portillo que parece haber perdido toda relaci¨®n con el gol. Sin embargo, algo ten¨ªa de diferente este encuentro respecto a los anteriores. Y apareci¨® ese detonante que parec¨ªa haberse exiliado de Pamplona: la fortuna. Pellerano marcaba en propia puerta. Pero la dulzura de los tres puntos iba a potenciarse a¨²n con un gol m¨¢s. Tres en un partido, los mismos que en los otros 11.