La jaula de oro de los Stones
Los seres humanos tienen una enfermiza querencia por la riqueza. Y los hay que la tienen tambi¨¦n por el lujo y la fama, y ans¨ªan llegar a ese punto donde el mundo entero ha de postrarse a sus pies. Para adorarlos. Es lo que ha ocurrido desde hace ya d¨¦cadas con un simple grupo de rock, los Rolling Stones. Han vendido millones de discos, han ocupado las portadas de todas las publicaciones, cuentan con un p¨²blico incondicional. Y ahora resulta que uno de sus miembros, Ron Wood, el ¨²ltimo en integrarse a la banda, publica sus memorias y confiesa que ha vivido la mayor parte de su vida en "una c¨¢rcel de oro".
Todo lo que all¨ª cuenta tiene mucho que ver con sexo, drogas y rock and roll. As¨ª que a muchos eso de la jaula de oro les habr¨¢ sonado a mera pantalla propagand¨ªstica o a c¨ªnico ejercicio de condescendencia. Qu¨¦ m¨¢s dar¨¢ reparar en bagatelas si su historia se resume en varias d¨¦cadas "empapadas en alcohol, animadas por org¨ªas fren¨¦ticas en mansiones victorianas
o joviales vandalismos en hoteles de lujo".
Ron Wood creci¨® en una zona obrera pr¨®xima al aeropuerto de Heathrow y su afici¨®n a la m¨²sica le viene de su padre, amigo de aporrear el piano y de desafinar (al mismo tiempo) en tugurios de mala muerte. Es un detalle que a los 61 a?os resuma una vida
de aviones privados
y ex¨®ticas playas confesando que, en realidad, habit¨® en un presidio. Lujoso presidio, pero presidio al fin y al cabo. Es un consuelo para todos los dem¨¢s. Tanto frenes¨ª y tanta riqueza, tanto alegre disparate y tanta locura jovial: vanidad de vanidades, todo es vanidad, dec¨ªa el texto b¨ªblico. Y Ron Wood
da fe de ello.
Habla de las celebridades con las que trat¨® (comparti¨® casa con Jimi Hendrix durante seis meses) y de intimidades inconfesables (lig¨® con Margaret Trudeau, la primera dama de Canad¨¢). Y confirma que trabajar como guitarrista de los Stones obliga a pasar por el peaje de los excesos (Richards lleg¨® a amenazarlo de muerte por atiborrarse de coca¨ªna). Pobre hombre, pensar¨¢n ahora los que
le envidian. Los seres humanos suspiran por la riqueza, es cierto. Pero tambi¨¦n sue?an con no dar ni golpe. Quiz¨¢ Ron Wood no haya vivido en una c¨¢rcel de oro. Pero tanta agitaci¨®n da mucha pereza.
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