Madrile?a con fama
Es indudable que Maravilla de Jes¨²s es una madrile?a singular, aunque s¨®lo sea porque a los cinco a?os, cuando una ni?a es tan ajena a¨²n por lo com¨²n al sexo, y m¨¢s al suyo, ya la hija del marqu¨¦s de Pidal se propusiera gran beligerancia con las tentaciones carnales para ser toda una virgen. Pero por menos rarezas que colgarse de la melena a una viga, que es cosa que hac¨ªa Maravillas para sufrir por Jes¨²s, le han dedicado a una madrile?a una calle. Adem¨¢s, incluso los que pudieran discutir los m¨¦ritos de Maravillas para ser una santa express, que es como llaman los irreverentes a las canonizaciones r¨¢pidas, tendr¨¢n que convenir que a la gloria de Bernini no se eleva a cualquiera, y que si a Echegaray o a Benavente se les hizo premios Nobel, en contra del parecer de muchos, tal vez por error, y nadie les neg¨® una calle, a una madrile?a aureolada en la vida eterna no se le puede negar un recordatorio en la alcoba en la que vino al mundo. Pero tuvo mala suerte la santa, o quiz¨¢ buena suerte, si toda contrariedad y toda humillaci¨®n era para ella m¨¢s gozo que cualquier satisfacci¨®n mundana, al quedar su habitaci¨®n en los d¨ªas que corren en sede parlamentaria. Por eso se apresur¨® su tal vez fiel devoto, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, diputado del PP, a remediar en lo posible el olvido, que aunque es medicina que recomienda el arzobispo Antonio Mar¨ªa Rouco y su hijo fidel¨ªsimo, Mariano Rajoy, para la mejor convivencia de los espa?oles, no parece que sea lo que inspire el santoral cat¨®lico en general, puesto que el santoral es puro ejercicio de imaginaci¨®n, memoria y reconocimiento, y menos el santoral nacional espa?ol, tan lleno de sangre derramada, por m¨¢s que no sea el caso de Maravillas, a quien apresaron y amenazaron las tropas republicanas sin pasar a m¨¢s.
No todo el Carmelo es or¨¦gano ni todos los carmelitas ni las carmelitas son iguales
As¨ª que Fern¨¢ndez D¨ªaz, cuyo ardor ret¨®rico brill¨® en d¨ªas pasados en el Congreso con aromas de nacionalcatolicismo, ciertamente exaltado, debi¨® ser eficaz panegirista de santa Maravillas para convencer a Jos¨¦ Bono de que una placa en recuerdo de la monja en el Congreso, all¨ª por donde tuvo su cama, no s¨®lo ser¨ªa justa y oportuna sino honrosa para la instituci¨®n y una manera de garantizar la protecci¨®n de la fundadora de La Aldehuela. Para la C¨¢mara, para Bono y, de paso, para el PP. A partir de ah¨ª, al mostrarse de acuerdo el presidente, no parece que sor Maravillas protegiera precisamente a ¨¦ste, abandonado por los devotos de la santa y reprochado por su propia cofrad¨ªa. Y no hay constancia de que Jos¨¦ Bono, que es cat¨®lico pero no de Trento, sea devoto de la fundadora de una de las congregaciones m¨¢s ultraortodoxas que existen, el Carmelo m¨¢s reaccionario, y a la que es f¨¢cil imaginar sufriendo con la Espa?a democr¨¢tica, que no lleg¨® a padecer por haber muerto un a?o antes que Franco, si Juan XXIII para ella era un osado revolucionario que hab¨ªa que contrarrestar y el Concilio Vaticano II una cruz. Pero esos perfiles biogr¨¢ficos son los que justamente hubieran podido dar una significaci¨®n distinta a una placa en el mism¨ªsimo Congreso de los Diputados de haber colado la iniciativa de Fern¨¢ndez D¨ªaz.
Creo, no obstante, que su se?or¨ªa pudo haberse dirigido al alcalde de la ciudad, su correligionario, para que fijara una placa en la fachada de la casa donde naci¨® santa Maravilla de Jes¨²s, como las que recuerdan a tantos ilustres en paredes varias de Madrid y con gran eficacia pedag¨®gica. De este modo, el jueves de la pr¨®xima semana, festividad de santa Maravillas, habr¨ªa podido acudir all¨ª el alcalde con su Corporaci¨®n, rodeado de maceros, Polic¨ªa Municipal de gala y a caballo y banda de m¨²sica propia, m¨¢s Esperanza Aguirre con peineta y Rouco Varela con Ca?izares de la mano, los dos revestidos de pontifical, para descubrir una placa que d¨¦ cuenta del lugar donde en 1892 naci¨® la santa y honrarla como ella, tan gustosa de humillaciones, no querr¨ªa seguramente que se le diera gusto. Pero no lo hizo as¨ª Fern¨¢ndez D¨ªaz y ha logrado un ¨¦xito mayor: que en tiempo de penurias econ¨®micas y otras tribulaciones el Parlamento se d¨¦ a discutir de milagrer¨ªas, que no haya laico que no conozca ya la virtuosa vida de la santa y que su caso merezca incluso la atenci¨®n de los intelectuales y la pol¨¦mica entre ellos.
Al predicador de la solemne novena en honor de santa Maravillas, que empezar¨¢ ma?ana, no le habr¨¢n faltado cat¨®licos progresistas ni hombres cultos que le adviertan de que a esta mujer que quiso vivir las reglas del Carmelo por cuenta aparte no le dio Dios las dotes que a Teresa de Jes¨²s y a Juan de la Cruz. Es decir, que no todo el Carmelo es or¨¦gano ni todos los carmelitas ni las carmelitas son iguales.
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