La danza de las potencias
En las pr¨®ximas d¨¦cadas, ning¨²n imperio ostentar¨¢ una hegemon¨ªa incontestada sobre los dem¨¢s pa¨ªses. Tampoco se dar¨¢ una situaci¨®n como la de la guerra fr¨ªa, durante cuya vigencia el mundo se dividi¨® en dos zonas pastoreadas por sendos imperios que, sobre el papel, ten¨ªan un potencial equiparable, aunque luego result¨® que no era cierto.
Durante los pr¨®ximos a?os, convivir¨¢ en el mundo un n¨²mero indeterminado de potencias, unas consolidadas hace tiempo -Estados Unidos, Uni¨®n Europea y Rusia-, otras emergentes -China, India, Brasil, etc¨¦tera-, todas de distinta dimensi¨®n y fuerza, que desenvolver¨¢n su acci¨®n por el escenario global, con el objetivo de cubrir sus necesidades y defender sus intereses. Los movimientos de estas potencias, recabando apoyos y procurando aislar al adversario, dar¨¢n lugar a una danza sin fin en la que se entrecruzar¨¢n sus respectivas trayectorias. Surgir¨¢ entonces, inapelable, la necesidad de acomodar esta danza a alguna pauta que permita atisbar el futuro con ciertas garant¨ªas. Y esta pauta s¨®lo puede ser una de dos: 1) la concertaci¨®n de alianzas estables, con la finalidad de equilibrar la partida entablada mediante la eficacia disuasoria del miedo, y 2) el progresivo establecimiento de un orden supraestatal expresado en normas internacionales y encarnado en instituciones.
En vez de alianzas, hay que crear un orden jur¨ªdico internacional
Comienza a abrirse paso una corriente favorable a la primera de estas tesis. As¨ª, Robert Kagan ha defendido -en su libro El retorno de la historia y el fin de los sue?os- una alianza de las democracias frente a las autocracias. Kagan public¨® en 2003 Poder y debilidad, un libro en el que ve¨ªa a Estados Unidos como "un sheriff internacional -autoproclamado quiz¨¢s, pero generalmente bienvenido de todos modos- que vela por imponer algo de paz y justicia en lo que ve como un mundo sin ley, donde es preciso disuadir o destruir a los malhechores, por lo com¨²n a punta de pistola".
Pero, s¨®lo cinco a?os despu¨¦s, Kagan se ha visto obligado a rectificar, porque la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn no ha supuesto el fin de la historia. ?sta ha seguido y ha enervado de modo traum¨¢tico el sue?o unilateral de Estados Unidos. "El mundo ha vuelto a la normalidad -ha escrito Kagan-. (...) La esperanza de una nueva era de convergencia internacional (en la liberalizaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica) se va desvaneciendo. Hemos entrado en una era de divergencia". Y reconoce incluso que EE UU "ha optado por una preponderancia del poder y no por un equilibrio de poder con otras naciones; (...) ha ignorado a Naciones Unidas, a sus propios aliados, as¨ª como el derecho internacional cuando esas instituciones y esas normas se convert¨ªan en un obst¨¢culo para lograr sus objetivos". Pero, por el otro lado, las perspectivas son para Kagan a¨²n peores, pues "los dirigentes de Rusia y China creen en las virtudes de un Gobierno central fuerte y desde?an las debilidades del sistema democr¨¢tico". As¨ª las cosas, "puede que no se llegue a la guerra, pero probablemente la competici¨®n global entre Gobiernos democr¨¢ticos y autocr¨¢ticos se convertir¨¢ en el rasgo dominante del siglo XXI". Lo que comporta que "el mundo democr¨¢tico seguir¨¢ necesitando mecanismos para conciliar diferencias y alcanzar consensos", y, en esta l¨ªnea, "una posibilidad ser¨ªa establecer un concierto o una alianza mundial de democracias", ya que "el futuro orden internacional ser¨¢ establecido por aquellos que tengan el poder y la voluntad colectiva de darle forma".
Lo malo de esta f¨®rmula es que sigue descansando en el uso de la fuerza, ya no unilateral -EE UU como sheriff-, sino compartido con otras democracias. De lo que resulta que, como ha sucedido siempre en la historia, una alianza generar¨¢ otra antag¨®nica y la inevitable competici¨®n que surgir¨¢ entre ambas terminar¨¢ como siempre en una confrontaci¨®n armada. La terrible historia de Europa en el siglo XX lo demuestra: la danza de las potencias europeas -alineadas en alianzas antag¨®nicas- termin¨® en guerra europea, que desangr¨® al Viejo Continente y puso fin a su hegemon¨ªa mundial.
Por consiguiente, no cabe hacerse ilusiones acerca de cu¨¢l ser¨¢ el destino del mundo, de optar por la f¨®rmula apuntada por Kagan -una alianza de democracias con vocaci¨®n de imponer por la fuerza sus valores e intereses-, ya que ¨¦sta provocar¨¢ inexorablemente la aparici¨®n de una alianza contraria de autocracias, con la inevitable consecuencia de que la dial¨¦ctica entre ambas dar¨¢ lugar a conflictos armados localizados y facilitar¨¢ los atentados del terrorismo internacional.
La danza de las potencias no puede, por tanto, seguir en el futuro la pauta de las alianzas. Se trata de una f¨®rmula que es -por s¨ª sola- intelectualmente burda, ideol¨®gicamente reaccionaria y pol¨ªticamente peligrosa. La pauta a seguir es otra: la conformaci¨®n progresiva de un orden jur¨ªdico internacional, expresado en normas y encarnado en instituciones supraestatales, en cuyo desarrollo EE UU podr¨ªa -deber¨ªa- actuar como primus inter pares, y una de cuyas primeras manifestaciones ser¨ªa l¨®gico que consistiese en el establecimiento de las bases m¨ªnimas de un orden econ¨®mico global. Siempre ha sucedido as¨ª -primum vivere-, y las actuales circunstancias -crisis del sistema financiero internacional que acarrear¨¢ una grav¨ªsima crisis econ¨®mica, con su inevitable consecuencia de un paro desboca-do- as¨ª lo exigen.
Juan-Jos¨¦ L¨®pez Burniol, notario, es miembro de Ciutadans pel Canvi.
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