En el reino del exceso
EN tiempos no muy lejanos, se publicar¨¢n tomos, se rodar¨¢n documentales sobre la gestaci¨®n de Chinese democracy. Las cifras resultan ?tan tentadoras! 15 a?os, 14 estudios, legiones de m¨²sicos y t¨¦cnicos, un coste superior al presupuesto de sanidad de muchos pa¨ªses africanos. Y todo el folclor: los rumores, las filtraciones, los pleitos.
Otro asunto ser¨¢ el tono de esos an¨¢lisis. Chinese democracy podr¨ªa pasar a la historia como el delirio final de la edad dorada de las discogr¨¢ficas: una obra hecha sin l¨ªmite de gastos, sin fecha tope, sin supervisi¨®n.
Si necesitas una historia ejemplar sobre la egoman¨ªa, aqu¨ª est¨¢ Chinese democracy. Toma todo el dinero del mundo y juega a dar empaque a tus inciertas ideas: las canciones pasaron por tantas formas que alg¨²n tema (el gran There was a time) reconoce las huellas de cinco arreglistas orquestales, otros cinco para las bater¨ªas (??), dos de coros y cuatro generales; en todas esas categor¨ªas figura Axl Rose. Muchos cortes no se contentan con el t¨ªpico solo de guitarra volc¨¢nica: ostentan varios, de diferentes guitarristas.
Se suele afirmar que los dioses concibieron la coca¨ªna para castigar los excesos de las estrellas del rock. No lo creas: la broma mortal fue la invenci¨®n del Pro Tools y dem¨¢s t¨¦cnicas de edici¨®n digital, que condenan a los artistas inseguros a una eternidad de especulaciones, injertos, sustituciones, acumulaciones, agon¨ªas. As¨ª nacen monstruos hinchados como Chinese democracy: hay cortes donde no s¨®lo parece que coinciden diversas bandas sino que suena como si all¨ª cantaran dos o tres vocalistas diferentes. Y se van f¨¢cil a los seis minutos.
Con todo, el disco es un monumento a la voluntad creativa de Axl Rose. Para esta m¨²sica, deb¨ªa prescindir de antiguos compa?eros de viaje y, desde luego, de colegas con derecho de veto. Ning¨²n igual podr¨ªa soportar tantas dudas y tantos afanes en pos de detallitos extra¨ªdos de f¨®rmulas que son o fueron cool: el rock industrial, trip hop, n¨¹ metal, etno beat, tecno, las bandas sonoras ¨¦picas. El mensaje subliminal: aparte de hacer Guns N' Roses mejor que los pringados de mis ex compinches, tambi¨¦n puedo sonar "moderno" (todo lo "moderno" que puede intuir un tipo asocial en una burbuja de m¨ªsticos, seguratas y abogados).
Finalmente, Axl ha sufrido por su arte. La antigua pantera con bandana se ha transformado en una especie de millonario de dudoso aspecto y creencias new age. Que se siente inequ¨ªvocamente reivindicado por su Democracia china. Orgulloso, est¨¢ tan orgulloso.
Chinese democracy est¨¢ publicado en Universal http://www.newgnr.com/
LA CORTE DEL REY HISTERIAS, CANCI?N A CANCI?N
Chinese democracy. Encajada entre ambientes ¨¦tnicos, una patada de rock. La historia ?es una denuncia de la clase dirigente china o una compleja met¨¢fora personal de Axl? No se justifica la rima m¨¢s patosa del disco: "naci¨®n" con "masturbaci¨®n."
Shackler's revenge. El Axl m¨¢s reconocible. No le preocupa la persecuci¨®n de Falun Gong, como en el tema anterior. Sencillamente, tiene un mosqueo del 15 y no quiere calmarse con palabras amorosas; va a salir a quemar la ciudad.
Better. Comienza como una filigrana pop y no pierde ese car¨¢cter, aunque se impone finalmente un fenomenal riff cazurro. El texto huele a manual de autoayuda.
Street of dreams. Como a Freddie Mercury, a Axl le pone la pirotecnia guitarrera pero tampoco se resiste a la gran balada dram¨¢tica con cuerdas, as¨ª que ?qu¨¦ pasa si lo mezclamos? Se titulaba originalmente The blues, revelando la secreta querencia por Elton John. Argumento: te has ido, todav¨ªa te recuerdo.
If the world. Esta declaraci¨®n de amor total se escucha en Red de mentiras, ¨²ltima pel¨ªcula de Ridley Scott, y suena tan sincera como cualquier canci¨®n de Hollywood. Al n¨²cleo duro de su parroquia se le atragantar¨¢n esos toques spanish de guitarra ac¨²stica y esas programaciones.
There was a time. Esto s¨ª que es cine... er¨®tico. Envoltorio solemne para la cr¨®nica del cuelgue por una exclusiva call girl o una aficionada particularmente promiscua. La densidad de informaci¨®n ¡ªlos versos aseguraron al disco la etiqueta de parental advisory¡ª se combina efectivamente con la grandeza orquestal.
The catcher in the rye. Nivel: ?una referencia literaria! Pero a J. D. Salinger, autor de El guardi¨¢n entre el centeno, le repugnar¨¢ tanto esta menci¨®n como que el asesino de John Lennon se apropiara del libro. De hecho, el tema -armas, voces mentales, odios viscerales¡ª parece salido del mag¨ªn de Mark Chapman.
Scraped. Cabalgata con voluntad de himno generacional para almas impresionables: estamos solos contra el mundo, somos inconquistables e imparables. El doctor Rose recomienda: "Cree en ti mismo".
Riad n' the bedouins. La intro ambiental sugiere que va a tratar asuntos trascendentales. Axl recrimina aqu¨ª el error de la guerra de Irak, pero igualmente pod¨ªa estar vomitando su ira contra Slash y compa?¨ªa.
Sorry. Intento de facturar otra November rain. Recriminaciones donde gentes calenturientas querr¨¢n ver el fantasma de la novia modelo que le dej¨® por un millonetis ("vendiste tu alma/ pero no te dejar¨¦ ganar").
I.R.S. Semejante furia contra la mujer que le abandon¨® ser¨ªa argumento suficiente para una orden de alejamiento. Sin embargo, todo est¨¢ anclado por una base digital y unos meditados contrastes din¨¢micos.
Madagascar. Orquestaci¨®n y lenguaje po¨¦tico para una defensa de la libertad personal, potenciada por un collage que alterna vibrantes frases de Martin Luther King ¡ª"al fin libres"¡ª con voces cinematogr¨¢ficos. Brillante.
This I love. Tan monumental balada de amor perdido sugiere el rock wagneriano de Meatloaf (aunque su titiritero, Jim Steinman, siempre sab¨ªa lanzarte un gui?o para aligerar tanto melodrama).
Prostitute. Otra de esas confesiones con acabado moderno. Aunque finalmente se impone la vieja histeria guitarrera a cargo de Buckethead, el menda ¨¦se que lleva un cubo de Kentucky Fried Chicken en la cabeza. En el mundo de Axl Rose, lo sublime convive con lo rid¨ªculo.
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