"Me diagnosticaron psicosis delirante reivindicativa"
"Me secuestraron cuatro j¨®venes y me llevaron en un Dacia a un bosque de Ploiesti [a unos 60 kil¨®metros al norte de Bucarest], donde me torturaron y me golpearon, despu¨¦s me abandonaron a la intemperie sin saber d¨®nde me hallaba". As¨ª relata el disidente anticomunista rumano Vasile Paraschiv, de 80 a?os, el primero de los tres secuestros a los que fue sometido por la polic¨ªa secreta de la Rumania comunista, la temida Securitate, el 28 de mayo de 1979. Ahora, se ha convertido en el primer ciudadano que gana un proceso al Estado de Rumania por la dictadura de Nicolae Ceausescu.
Este jubilado, que cobra una pensi¨®n de 125 euros, ser¨¢ indemnizado con 300.000 euros por da?os morales y f¨ªsicos, seg¨²n sentenci¨® el Tribunal de Bucarest el mi¨¦rcoles pasado, aunque ¨¦l solicit¨® un mill¨®n de euros. El siguiente paso ser¨ªa recurrir la decisi¨®n al Tribunal Supremo, pero las partes no lo han hecho. "Ellos [la Securitate] no ten¨ªan conciencia ni sentimientos que les hicieran parar de matar. La represi¨®n, el terrorismo, los asesinatos y la muerte constitu¨ªan su trabajo", sentencia en una entrevista realizada ayer en Bucarest.
Paraschiv es un loco que ha logrado vencer a la Securitate. La pesadilla de este obrero militante del Partido Comunista Rumano comenz¨® poco despu¨¦s de que abandonara la formaci¨®n pol¨ªtica, en 1968. Entonces fue arrestado e internado por primera vez en uno de los tenebrosos psiqui¨¢tricos comunistas, donde estuvo en "un infierno en la tierra". Sali¨® tras cinco d¨ªas de huelga de hambre. Pero la Securitate segu¨ªa sus movimientos: intercept¨® una misiva de Paraschiv a la emisora Europa Libre en la que criticaba a los comunistas y volvi¨® a ingresar en un hospital mental.
"Me diagnosticaron psicosis delirante reivindicativa", explica. All¨ª pas¨® tres d¨ªas encerrado en una habitaci¨®n, aislado. Le medicaron para desequilibrarlo y convertirlo en un loco. Cuando fue dado de alta, descubri¨® el motivo de su detenci¨®n: "Cuando me soltaron los m¨¦dicos, se equivocaron y me dieron un informe para que se lo entregara a la Securitate; entonces supe que salir del partido motiv¨® mi detenci¨®n".
Occidente conoci¨® su historia y la Securitate le permiti¨® marcharse del pa¨ªs, creyendo que no regresar¨ªa. Viaj¨® a Par¨ªs, donde denunci¨® el uso de la psiquiatr¨ªa como arma de represi¨®n de la dictadura. En Francia contact¨® con varios sindicatos para formar uno en Rumania con el modelo occidental. En Bucarest se resistieron a aceptar su vuelta. "Mi testarudez por cambiar el designio de mis compatriotas hizo que aceptaran mi regreso", cuenta.
En 1979, fund¨® el Sindicato Libre de los Trabajadores. Dos meses despu¨¦s, volvi¨® a comenzar el calvario. Fue internado otras dos veces en hospitales psiqui¨¢tricos y fue secuestrado tres veces por la polic¨ªa secreta, para ser retenido durante horas o d¨ªas en los que era torturado. La primera vez recibi¨® una paliza que le dej¨® "m¨¢s muerto que vivo". Despu¨¦s, la Securitate se sirvi¨® de otro m¨¦todo de tortura en el segundo secuestro, en mayo de 1987: "Me dieron de comer bien y no me dieron ninguna paliza, pero me amenazaron con cuchillos y me obligaron a firmar un compromiso de lealtad al partido".
Fiel a sus principios, se neg¨® a respetar el documento, por lo que fue arrestado por tercera vez en marzo de 1989. "Me pegaban en la cara, est¨®mago e h¨ªgado hasta que perd¨ªa el sentido, despu¨¦s me tiraban un cubo de agua fr¨ªa y repet¨ªan lo mismo", revela con los ojos lacrimosos. La ca¨ªda del r¨¦gimen, en diciembre de ese a?o, le salv¨®. En la actualidad, trabaja para que se apruebe una ley para ajustar cuentas con los torturadores y recuperar la dignidad de las v¨ªctimas del comunismo.
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