Galicia genuina

Todo lo m¨¢s que puede decirse de este hotel es que es un AC. Genuina marca de la casa. Previsible, minimalista, abierto mediante grandes cristaleras a una pradera ribere?a a las aguas del Arnoia, en el lugar que ocupaba el antiguo campo de f¨²tbol de Allariz. Gallego por los cuatro costados y mal se?alizado al llegar desde la autov¨ªa. Pero impone a la vista desde el callej¨®n de entrada, un gui?o arquitect¨®nico al concepto corbusiano de promenade que separa los dos edificios de que consta el complejo. A la derecha, el Centro Gala Termal, a¨²n m¨¢s minimalista si cabe, en el que se distingue una zona individual con cabinas de masaje, ba?o Ni¨¢gara, envolvimientos de fangos y parafangos, as¨ª como de otros tratamientos corporales, y una zona colectiva con recorrido termol¨²dico y piscina con camas de agua, g¨¦iser, cuellos de cisne, cascada y sillones de hidromasaje. A la derecha, el hotel propiamente dicho, en el que se impone la amplitud de espacios comunes que otorga el cuerpo central y un cierre frontal en tres alturas bajo una estructura de doble cubierta evocadora de las galer¨ªas tradicionales de Galicia, entremezclado con un cierto car¨¢cter posindustrial.

Finura en la cocina

En su interior, la sala AC no consigue atraer al hu¨¦sped m¨¢s all¨¢ de una visita curiosa por sus dominios. Es un lugar un tanto desangelado, a pesar de la profusi¨®n de revistas, peri¨®dicos y folletos de la cadena desperdigados por sus mesas. Una planta m¨¢s abajo se encuentra el restaurante Leovinci, a cargo de Flavio Morganti, que s¨ª logra una atm¨®sfera acogedora gracias a la finura de su cocina. Al contrario, el desayuno es modesto en variedad de elaboraciones y decepcionante en su calidad.

A ambos lados del vest¨ªbulo central se distribuyen los dormitorios, de tama?o razonable y ambiente sedoso, en diferentes tonos parduscos que dan relieve a los muebles por contraste con el pavimento de tarima flotante y el papel pintado del fondo. Los colchones tienen apresto y, com¨²n a todos los hoteles de la firma AC, cuatro almohadas de distinto gramaje se?orean sobre las camas. S¨®lo la vidriera que separa la alcoba del cuarto de ba?o puede parecer a ojo de algunos hu¨¦spedes indiscreta. En justa contrapartida, los ventanales ofrecen vistas enxebres sobre el r¨ªo y un bonito parque de ribera que escuda entre la fronda el puente medieval de Vilanova.

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