Sardina a la japonesa
En 2001, el chef extreme?o Quique Dacosta se agenci¨® unos buenos gu¨ªas gastron¨®micos en Tokio y se dej¨® ir.
?Disfrut¨® como cocinero?
Imag¨ªnese: llegu¨¦ a visitar siete locales en un d¨ªa. Todos fuera de la ruta tur¨ªstica. Muchos restaurantes eran como clubes, en los que a los miembros les corresponde una mesa al a?o; tan especiales, que es como si no existieran.
?El m¨¢s sorprendente?
Recuerdo que me adentraron en un edificio. Bajamos cuatro plantas y en un s¨®tano nos recibi¨® una se?ora gorda, tipo luchador de sumo. S¨®lo serv¨ªa soba, fideos de trigo sarraceno, muy valorados ah¨ª. Los presentaba en una caja de terciopelo roja, como una joya. La pena es que no recuerdo el nombre. No s¨¦ si ni siquiera lo ten¨ªa.
Ah¨ª la forma de servir es un arte. Cierto. En otro sitio, nos sentamos junto a un peque?o fuego en el suelo. Vino una mujer con una sardina viva, se arrodill¨® y la sacrific¨® delante de nosotros, meti¨¦ndole unos palillos por la boca. Un ritual agresivo, pero rom¨¢ntico, muy puro.
Probar¨ªa el sushi?
?Para desayunar! Al visitar una ma?ana el mercado de pescado de Tsukiji, uno de los lugares m¨¢s espectaculares de Tokio (es la lonja que m¨¢s pescado mueve del mundo). All¨ª el plan es desayunar sushi en los puestos del mercado.
?Alguna recomendaci¨®n?
Que se pague una buena ceremonia del t¨¦. Ah¨ª se ve realmente el choque cultural. No tiene nada que ver con la atenci¨®n media en Espa?a. Si te explican con calma el ritual, vuelves a Jap¨®n seguro.
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