Si te dicen que ca¨ª
Siguen los pistoleros. Hace tiempo que no llevan uniforme franquista, ni camisa azul, ni signos fascistas hist¨®ricos, son perversa suma de lo peor de todo aquello. Restos de una negra camada, panda fanatizada dispuesta a seguir gritando: "?Viva la muerte!". Los asesinos etarras siempre han estado m¨¢s cerca de aquellos esperp¨¦nticos, falsos patriotas del "?Muera la inteligencia!" que de los ciudadanos que votan, dudan, trabajan, est¨¢n en paro o van al teatro.
Ven¨ªamos de ver en A Coru?a la extravagancia de una estatua dedicada a Mill¨¢n Astray. Anacr¨®nica, fea y est¨²pida manera de recordar, a la fuerza, a uno de los peores personajes de nuestra historia. Chulo, exaltado, mat¨®n, vividor, casado con beata, amigo de folcl¨®ricas, simp¨¢tico, manco, tuerto y tabernario. Hiperrealista modelo de una patria que se impuso por la fuerza. Y hemos visto, en el teatro Valle Incl¨¢n -otro gallego y manco, pero en las ant¨ªpodas de Mill¨¢n Astray- una obra en la que el protagonista es aquel general que presum¨ªa de ser novio de la muerte. El actor, Adolfo Fern¨¢ndez, habla, r¨ªe, bebe y canta los himnos que acompa?aron la vida del general mutilado. Algunos j¨®venes se re¨ªan, seguramente pensaban que aquellos gritos, aquellas letras chulescas o l¨ªricas, eran una exageraci¨®n teatral. Es teatro y fue verdad.
Ridruejo pas¨® m¨¢s de media vida rectificando los errores de sus a?os h¨ªmnicos, falangistas, fascistas y franquistas
Y verdad fue, aunque no creo que tenga muchas estatuas, espero que s¨ª algunas democr¨¢ticas calles, la vida de un compa?ero de primeros viajes, patri¨®ticamente exaltados, la interesante vida de Dionisio Ridruejo. Coincidieron en los a?os m¨¢s crueles del franquismo, uno nunca se arrepinti¨®, el otro, Ridruejo, pas¨® m¨¢s de media vida rectificando los errores de sus a?os h¨ªmnicos, falangistas, fascistas y franquistas.
Ahora que celebramos aniversario constitucional es buen momento para acercarse a la doble vida -La vida rescatada como titula su bi¨®grafo, Jordi Gracia- del m¨¢s l¨ªrico de los falangistas de primera hora. Tiempos de pu?os y pistolas, de asesinos y poetas. Tiempos que Juan Mars¨¦ hizo novela, que titul¨® con unos versos que podr¨ªan haber sido escritos por Ridruejo -escribi¨® otros del Cara al Sol- y que sirvieron para que el dem¨®crata, el fascista arrepentido, se encontrara con una novela que para ¨¦l fue un doloroso regalo. De los que hacen crecer. En ese texto de Ridruejo, que fue pr¨®logo de la primera edici¨®n espa?ola, dice que Mars¨¦ le pareci¨® el "hombre menos afectado del mundo". Volver a Mars¨¦. Huir de los miserables. Mejorar leyendo lo que escribi¨® ese premiado que huy¨® del "estr¨¦pito de himnos idiotas y banderas depravadas". Leer al "ce?udo, maldiciente, de pupila desarmada y descre¨ªda, esc¨¦pticos los hombros, nariz garbancera y un rel¨¢mpago negro en el coraz¨®n y en la memoria". No lo olvidaremos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.